CINE › TIEMPO MUERTO, DOCUMENTAL DE IVAN Y BALTAZAR TOKMAN
La primera Generación Dorada del básquet argentino, que a comienzos de los años ’50 estuvo en el podio de todos los torneos, fue barrida de la cancha por la Revolución Libertadora. Y ahora un documental viene a recuperar aquella historia.
› Por Diego Braude
Para los memoriosos, Argentina ganó en 1950 el primer campeonato mundial de básquetbol que, además, fue disputado en nuestro país. Eran tiempos de Perón y aquel equipo estaba liderado por Oscar “Pillín” Furlong y Ricardo “Negro” González. Esa fue la primera Generación Dorada del básquet argentino, que en los años subsiguientes estuvo en el podio de todos los torneos donde se presentó. Sin embargo, al inicio de la autoproclamada Revolución Libertadora, los artífices en la cancha de aquella épica deportiva fueron suspendidos de por vida y de forma tal que no pudieran jugar ni acá ni en ningún otro lugar. Tuvieron que pasar sesenta años para encontrar un colectivo de jugadores que pudieran considerarse sucesores de los campeones del ’50. Tiempo muerto, documental de Iván y Baltazar Tokman que se estrenó este jueves en el cine Gaumont (Rivadavia 1635) y en el Artecinema (Salta 1620), vuelve sobre ese grupo de hombres que de héroes nacionales fueron enviados al anonimato de un plumazo.
Todo comenzó cuando Oscar Furlong se convirtió en el primer argentino introducido al Salón de la Fama del Básquetbol en 2007 (el segundo sería González, dos años más tarde). “Aparece una nota –recuerda Iván, el más joven de los hermanos Tokman– en la cual mencionan que Furlong va a ser el primer argentino en entrar al Salón de la Fama de la FIBA (Federación Internacional de Baloncesto) y al final había una línea que decía que había terminado su carrera abruptamente cuando la Revolución Libertadora lo había suspendido. Era lo único que decía.”
El documental sigue, por un lado, a los campeones. Los reúne, los entrevista, les pregunta, los lleva a recordar y, a su vez, rinde homenaje ubicando ese recuerdo en el tiempo, devolviéndole presente a través del material de archivo (incluidos hallazgos gráficos, de noticieros de la época y hasta parte de un relato radial del mundial).
“En Hollywood –dice Emilio Gutiérrez en un pasaje del film– hubieran hecho mil películas con ellos.” Emilio Gutiérrez, profesor de educación física, director técnico y sociólogo, aporta una mirada más analítica. El autor de Básquetbol argentino - 1956, donde habita el olvido, advierte que no adscribe al peronismo pero que se define como “peronista deportivo”. Y explica ya en los primeros minutos el énfasis puesto por aquel gobierno en elaborar una política deportiva tanto por razones de utilización para propaganda como por considerar positivos sus efectos sociales. El fútbol no pasaba por su mejor momento y el polo era una práctica identificada con los sectores de alto poder adquisitivo antiperonistas. Entonces, dentro de los juegos de conjunto, el básquetbol, por sus excelentes resultados a partir de los Juegos Olímpicos de 1948, se convirtió de ahí en adelante en la estrella de ese impulso.
Un apoyo concreto por parte del gobierno peronista había sido extender licencias laborales que permitieran a los integrantes del seleccionado dedicarse por completo y perfeccionarse. Por aquellos años imperaba todavía la regla del amateurismo, por lo que todos los jugadores trabajaban en otras profesiones para mantenerse (queda evidenciada la separación más que temporal cuando los protagonistas dialogan con Emanuel Ginóbili, que juega en la hiperprofesionalizada NBA). Este punto del reglamento sería una de las claves de la Comisión Investigadora número 49 durante la Libertadora, al suspender de por vida a los campeones aduciendo que los jugadores habían recibido favores de Perón, ergo acusándolos de profesionalismo. “Decir básquet en el ’50 –agrega Baltazar– era como decir fútbol ahora. Era el deporte en equipo que representaba a la Argentina. Decir Furlong (que incluso había rechazado una posibilidad de pasar a la NBA) en esa época es como decir Messi ahora. Es como que ahora venga un gobierno militar y que decida que Messi, Agüero y compañía no juegan más en ningún lado.”
Al referirse a este proceso, León Najnudel –fallecido creador de la Liga Nacional de Básquetbol que dio como fruto al exitoso ciclo que tiene a Ginóbili como símbolo– lo había bautizado “genocidio deportivo”, frase que en la película retoma el capitán Ricardo González, uno de los más vocales a lo largo del documental, mientras en la imagen un tablero electrónico termina su cuenta regresiva del tiempo hacia cero.
La primera mitad del relato rescata a los ex jugadores y recupera la imagen olvidada, al tiempo que introduce el conflicto. La segunda parte da una vuelta de tuerca para ahondar en el conflicto y mostrar que la respuesta es más compleja que la Libertadora y su destructivo antiperonismo. De hecho, la mayoría de los dirigidos por el “Profe” Jorge Canavesi no eran peronistas. Algunos de los mismos dirigentes de la Confederación Argentina de Básquetbol (CABB) que habían sido parte y festejado los logros fueron los que promovieron la investigación y la posterior sanción que congelaría el desarrollo del básquet por treinta años. Los entrevistados por los Tokman creen que las razones fueron otras que lo que parece a simple vista, duraderas y heredadas por nuevas generaciones dirigenciales en las décadas que siguieron.
Luego del castigo impuesto, la mayoría hizo lentamente su duelo y fue orientándose a sus actividades. Algunos siguieron ligados al deporte de diferentes maneras, incluso al básquet (Furlong trocó por el tenis y hasta capitaneó al equipo de la Copa Davis que llegó a semifinales en el ’77). La cena de los miércoles en el Club Palermo, quizás una suerte de resistencia, se convirtió en cita obligada, lo que sigue siendo hasta el día de hoy. Por contraste, Iván relata que “estrenamos la película en Mar del Plata (en el Festival Internacional del 2010, donde fue premiada) y va el Negro González con nosotros y lleva a uno de sus sobrinos. Van, entran a ver la película. Salimos del cine, se nos acerca a hablar el sobrino y nos dice: ‘Es increíble, yo no lo sabía’. Si el Negro, que es uno de los que más ha hablado de todo lo que sucedió, decide enquistar eso y queda reducido a un núcleo familiar, imaginate el resto”.
Para Baltazar Tokman, “hay dos generaciones importantes en el básquet: la de Ginóbili y ellos. Y dentro del deporte nacional, es uno de los equipos más importantes de toda la historia argentina y nadie lo sabe”, pese a lo cual, de todos modos, los realizadores consideran que “ellos dieron vuelta la historia, de alguna manera, al haberse mantenido juntos y celebrando su gesta”.
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