CINE › LAURA CITARELLA ESTRENA OSTENDE, SU OPERA PRIMA
Aunque ya había dirigido un corto en Historias Breves, se la conoce más como productora y cantante. Su film narra la historia de una chica que va a la ciudad balnearia del título fuera de temporada y su mirada curiosa la lleva a construir una intriga que no se sabe si es real.
› Por Oscar Ranzani
Si bien había realizado el corto Tres juntos de Historias Breves V, Laura Citarella es más conocida por sus cualidades como cantante y productora. Pero decidió debutar como cineasta con Ostende, bajo la premisa de trabajar un personaje femenino en estado de observación. Esa fue la idea madre de su ópera prima, para la cual eligió como epicentro de la ficción la ciudad balnearia del título, a la que Citarella considera más íntima que otras localidades costeras cercanas y más poderosas económicamente como Cariló y Pinamar, que tienen, incluso, otra cultura del consumo y del descanso de los turistas. Pero para indicar con mayor precisión, la sede donde transcurre buena parte de todo el largometraje es el Viejo Hotel Ostende, cuya estructura e historia “lo vuelve rico y, además, arquitectónicamente es interesante y lindo de filmar”, comenta la flamante directora en diálogo con Página/12. Mencionar el lugar resulta importante porque es la propia cineasta quien señala que construyó su film “a partir de un espacio”. Y el productor del largometraje, Mariano Llinás –también cineasta–, tiene una relación de largo tiempo con ese hotel. Todo confluyó para que fuera, entonces, el sitio donde se dispara la ficción que se estrenará hoy a las 22 en el Malba (Figueroa Alcorta 3415).
¿Y la historia? Citarella confiesa que también tenía ganas de trabajar con la actriz Laura Paredes, quien encarna a una joven también llamada Laura, cuyo novio gana un concurso radial para pasar unos días en la costa, fuera de temporada y sin intrusos que molesten. Laura viaja sola, ya que su pareja se sumará después. Se distrae, va a la playa y se topa con un mozo de un bar que le cuenta una idea de una película que tiene en mente. Pero pronto, el relax de un viaje de estas características –tal vez por tener demasiado aburrimiento y tiempo para pensar–, Laura comienza a prestarle atención a un hombre mayor que está acompañado de dos mujeres jóvenes. Y la inquieta tanto que, poco a poco, comienza a tejer elucubraciones sobre el trío que las exterioriza cuando llega su novio. La curiosidad mató al gato, señala el refrán. Y Laura no puede despegarse de sus interpretaciones para disfrutar porque hay algo que la obsesiona. Planteada como una comedia, Ostende también tiene un halo de misterio que envuelve a la protagonista y que termina construyendo una intriga que no se sabe si es real.
Se ha mencionado que Ostende tiene influencias del cine de Alfred Hitchcock y de Eric Rohmer. Pero la directora señala que le resulta difícil hablar de influencias “sobre todo porque uno ha estudiado cine y esas cosas están latentes”. “La película está contaminada de un montón de cinefilia, si se quiere, y de películas que he visto y, a la vez, está muy contagiada de las mismas películas de nuestra productora El Pampero Cine que viene trabajando de una manera con ciertas líneas estéticas. Supongo que eso va contaminando a todas las películas y a todos los productores que la integramos.”
–El film tiene, en principio, un tono contemplativo que, con el correr de la trama, va tornándose más enigmático. ¿Esta fue una premisa narrativa?
–Sí, un poco fue trabajar la mirada y la observación. Y cómo se puede producir el extrañamiento de una situación completamente cotidiana. El hombre y las dos mujeres no necesariamente conforman una imagen amenazante, pero hay una mirada que le está dando un sentido a esa imagen. Y, por ende, algo cotidiano se transforma en algo completamente extraño. Lo mismo, las escuchas a través de las paredes. Esa es una de las columnas vertebrales de la película.
–El film pega un giro cuando el mozo del bar de la playa le comenta la película que tiene en mente. ¿Ella se sugestiona con el relato?
–Todo lo que pasa, a ella la estimula. Pero no es psicológico. O sea, la película no intenta en ningún momento construir un relato psicológico, sino que más bien todos esos estímulos son funcionales a algo que ella va armando en su cabeza. Digamos que todo lo que va pasando, desde las escuchas, lo que ella observa, lo que le cuenta el camarero y todas las cosas que a Laura la van estimulando están puestas directamente para el monólogo final de la protagonista. Es una manera de estimular muchísimo la cabeza de un personaje para que ese personaje construya un relato.
–Y la observación del hombre con las dos mujeres aumenta la tensión de la trama en paralelo con el incremento de la curiosidad de Laura, ¿no?
–Puede leerse así. De todas maneras, hay algo que me importa menos: la lógica de lo que pasa. Me interesa mucho más cómo se construyen los relatos y cómo la ficción se va cargando para desarmarse al final. Me interesa el estímulo sobre el personaje de Laura, la curiosidad, esa particularidad también femenina de captar, intuir, observar y de inventar. Y con eso me interesaba construir un relato que se puede desarmar en cuestión de segundos porque la película, en un momento, abandona al personaje principal. Hay como una especie de proceso de construcción de la ficción y de deconstrucción de la ficción en la misma película.
–¿Ella representa la figura del voyeur, pero desligada de lo sexual?
–Creo que es difícil desligar a la figura del voyeur de lo sexual. Ahí es donde siento que hubiera sido más difícil que la película fuera protagonizada por un hombre.
–Porque hay algo ligado a lo femenino...
–Sí, y cómo mira, cómo mete el cuerpo. La mirada tiene algo de picardía. Hay algo del escuchar tras las paredes que la moviliza. Todo eso me parece que tiene que ver con lo sexual femenino. Lo que pasa es que Ostende se agarra de un personaje mirón. Posiblemente, los personajes de este tipo estén motorizados por una energía sexual, pero la película toma eso y lo lleva lo más lejos que puede hasta transformar eso un poco en una comedia. Entonces, eso deserotiza un poco.
–¿Se puede decir que Laura pierde contacto con la realidad como si fuera una estructura paranoide?
–Lo que pasa es que cada vez que toma contacto con la realidad, cuando pasan cosas concretas, es un personaje común y corriente que está ahí de vacaciones en un hotel, fuera de temporada...
–¿Y el resto es su mundo interior?
–Más que su mundo interior, es cómo usa su tiempo de ocio. Ella lo usa creando sentido y construyendo relatos. Que es, en definitiva, lo que hace la ficción. Entonces, tiene que ver con eso. Después, es un personaje pícaro, y tiene un montón de características que hacen que mire de determinada manera y no de otra.
–Pero el novio cree que ella se armó su propia película. ¿Sería un parámetro de realidad?
–Sí, él es alguien que tiene los pies más en la tierra. Eso también estaba bueno: él viene y, de repente, hay algo que a ella le empieza a pasar porque se empieza a conectar con lo verdadero y lo real. Y la película tiene muchos momentos de una cosa más cotidiana como la discusión entre novios. Cuando él está presente, ella se separa un poco de esa construcción del relato.
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