CINE › EL BUENOS AIRES ROJO SANGRE SE INTERNA EN SU DECIMOTERCERA EDICION
El festival de cine de terror, fantástico y bizarro de Buenos Aires propone una amplia selección de películas argentinas, que habla del buen momento del género en el país. Pero también hay una abundante oferta de sustos de otras latitudes.
› Por Ezequiel Boetti
El Buenos Aires Rojo Sangre está de parabienes. Y sus fieles y seguidores también. Desde ayer y hasta el próximo miércoles, el Festival de cine de terror, fantástico y bizarro de Buenos Aires sopla sus primeras trece velitas. Número cabulero si los hay, pero que seguramente poco importa en un evento destinado a la difusión de películas rebosantes de sustos y/o hemoglobina. Así, a lo largo de esta semana se verán alrededor de cuarenta largos y más de cien cortos, gran parte de ellos confeccionados en estas tierras, síntoma de una producción pujante en cantidad y calidad. “El principal objetivo siempre fue difundir lo que hay acá, y si bien con los años fuimos volviéndonos más internacionales, nunca perdimos ese eje”, asegura el programador Pablo Sapere. Sin embargo, este año la oferta se amplía. “Por un lado está el material ultraindependiente que exhibimos habitualmente. Son películas hechas al margen de toda financiación e industria, totalmente autogestionadas. Y además hay una nueva categoría que llamamos Argentina Año Verde, en la que incluimos aquellos productos que tienen la posibilidad de competir en cualquier complejo de cine, como por ejemplo Penumbra, Topos, La plegaria del vidente o dos películas que todavía no se estrenaron, Diablo y La memoria del muerto. La idea es que existan distintos tipos de cine y que el festival pueda mostrarlos”, agrega.
“Para nuestra sorpresa y alegría, en este momento existe un cine de género hecho en la Argentina en condiciones de pelear en la cartelera. Entonces, por un lado, tenemos esa vertiente nueva y comercial, y por el otro, la más independiente”, justifica Sapere antes de ensayar una hipótesis para explicar el fenómeno expansionista: “El Instituto de Cine financió Alguien te está mirando en 1988, y la siguiente película de terror fue Visitante de invierno en 2008. Pasaron veinte años entre las dos. ¿Qué ocurre ahora? Creo que hay una generación de cineastas independientes que vinieron insistiendo, haciendo y mostrando sus películas como pudieron, hasta que en algún momento eso empezó a tomar visibilidad y los productores se dieron cuenta de que era viable. Lo que antes parecía imposible, como que un guión de terror ganara un concurso de ópera prima en el Incaa, hoy es una realidad. Es como un cambio de paradigma: de estar en un lugar casi de condescendencia, de decir ‘mirá, estos pibes están jugando a hacer películas, dejémoslos’, a una nueva actitud de darles una oportunidad. No sé cuánto durará, si es un espejismo o no, pero al menos este año es algo muy concreto”.
El crecimiento del género que diagnostica el programador coincide con la ampliación del Rojo Sangre. Así, el mismo evento que empezó tímidamente con un par de funciones durante un fin de semana mientras la economía del país se desangraba, hoy ocupa tres salas del Monumental Lavalle y congrega a miles de fanáticos del cine de terror y fantástico. “Nuestro techo es puramente económico. Este es un festival autogestionado en el que todos los que laburamos lo hacemos voluntariamente, así que la idea es tener crecimientos sustentables que podamos sostener a lo largo del tiempo. El año pasado decidimos pasar de dos a tres salas y funcionó, y ahora repetimos esa cantidad. Pensamos en crecer, pero siempre dentro de nuestras posibilidades”, afirma. Para él, si bien no puede establecerse un vínculo directo entre esa suerte de validación del género y el BARS, sí cree que el festival permitió “unificar los talentos individuales que hasta hace algunos años estaban dispersos”. “Y todos parados en el mismo lugar pudieron hacerse mucho más visibles. Quizá varios de ellos hubieran llegado hasta el lugar en el que están hoy, pero al juntarse una semana al año se genera una caja de resonancia más grande”, explica.
Si la unión hace la fuerza, se entiende por qué las proyecciones se complementan con diversas mesas redondas y debates, entre otros eventos gratuitos. “Empezamos hace un par de ediciones y desde entonces tomó mucha fuerza. Tiene que ver con un fenómeno curioso que es que las editoriales independientes están empezando a publicar material sobre terror o cine de género. Y cuando vimos esa confluencia ideológica y estética decidimos apoyarlos”, asegura Sapere. Así, entre estas actividades se destacan las presentaciones de los libros Horrofílmico. Aproximaciones al cine de terror en Latinoamérica y el Caribe, de Rosana Díaz-Zambrana y Patricia Tomé; Encerrados toda la Noche!, el cine de John Carpenter, del periodista y crítico Matías Orta; El Hada Buena: libro oficial del film y las ficciones Letra muerta, de Guillermo Bawden y Cezary Novek, y La chica más rara del mundo, de Mariano Cattaneo. También habrá charlas sobre los paradigmas de producción en el cine independiente, los modos de producción de terror en la Argentina y un taller dirigido por la troupe de Farsa Producciones, creadores de la trilogía Plaga Zombie.
Pero no sólo de películas nacionales se alimenta este festival, ya que un somero recorrido por la programación deja ver la presencia de varios films internacionales. “Lo más destacado de este año es que nos abrimos del lugar más común del género, que es Estados Unidos. Es un cine que particularmente me encanta, pero hay mucho por fuera de eso. Logramos traer bastante películas de Europa, Asia y de Latinoamérica”, grafica Sapere. Así, en la Competencia Oficial estarán la chilena En las afueras de la ciudad, de Patricio Valladares; la española Buenas Noches, dijo la Señorita Pájaro, de César del Alamo; la australiana Crawl, de Paul China, y la canadiense The Last Will and Testament of Rosalind Leigh, de Rodrigo Gudiño. Eron Sheean es el director de otro de los films de esta sección, la coproducción germano-estadounidense Errors of the Human Body, mientras que el japonés Naoyoshi Kawamatsu es el responsable de Undertaker. Por último, habrá películas de Alemania (Masks, de Andreas Marschall), Francia (Dead Shadows, de David Cholewa) y Filipinas (Not Like Us, de Brandon Relucio e Iván Zaldarriaga). El apartado principal se completa con las nacionales Todos mis muertos, de Mad Crampi; Making off sangriento, de Hernán y Gonzalo Quintana y 555, dirigida por Gustavo Giannini.
Clásico de clásicos de la medianoche cinéfila, Filmoteca también participará del BARS. El programa conducido por Fabio Manes y Fernando Martín Peña aportará tres películas en formato original de 35mm: La ira del espadachín manco, filmada por el hongkonés Chang Cheh, y las norteamericanas Critters 2: El plato principal, de Mick Garris, y la más reciente La novia de Chucky, de Ronnie Yu.
* Más información, programación completa y horarios en www.festivalrojosangre.com.ar
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