CINE › ENTREVISTA A MARK ACHBAR
En La corporación, el documentalista canadiense hace un profundo análisis del comportamiento de las grandes empresas y el impacto de la globalización.
› Por Oscar Ranzani
Nacidas bajo el amparo del capitalismo, las corporaciones son el símbolo por excelencia del sistema. Si en un principio adhirieron a la libre competencia, es sabido que consolidaron su poder mediante la globalización que les permitió expandirse geográficamente y, a la vez, concentrarse en pocas manos. El documentalista canadiense Mark Achbar las estudió en detalle junto a sus colegas Joel Bakan y Jennifer Abbott. Producto de su análisis minucioso es el largometraje The Corporation, en el que las desnuda con nombre y apellido. Invitado por Planolatino para presentar su film y dictar una serie de seminarios para estudiantes y profesionales del cine, Achbar comenta a Página/12 que su objetivo era realizar un film “sobre el impacto de la globalización”. Una de las características de The Corporation –que tiene numerosas opiniones de miembros de las corporaciones y especialistas como Michael Moore, Noam Chomsky y Naomi Klein, entre otros– es que asocia la “personalidad” de estas instituciones a la conducta de un psicópata.
–Si bien al principio se plantea como una hipótesis psicológica, al terminar la película queda en claro que la que usted adopta es una posición política.
–Cuando profundizaba en las psicologías anormales y el desorden de la psicología antisocial, analizando la estructura interna de la corporación (que tiene un status legal como persona) vi que encajaba dentro de esa caracterización. Eso nos llevó entonces a pensar: si la corporación es una persona, ¿qué clase de persona es psicológicamente? ¿A qué clase de persona le hemos dado tanto poder, en términos de autoridad e influencia sobre nuestra sociedad? Cuando veo los titulares actualmente puedo ver más claramente esas coincidencias en cuanto a la definición psicológica de la corporación. No es para un efecto de propaganda. Es realmente una descripción clara de un comportamiento, de la naturaleza de esa institución. Cuando vemos las historias a través de las cuales la corporación se expresa en la sociedad y el impacto que tiene sobre el trabajo, sobre las condiciones de medio ambiente y la sociedad; cuando vemos cómo la gente trata de cambiar el comportamiento o la naturaleza de estas instituciones, las soluciones que la gente propone son políticas. Tienen que ser políticas, porque tienen que cambiar el comportamiento de la institución dominante en la sociedad.
–Si cuando nacieron uno de sus objetivos era el “beneficio público” y actualmente prevalece el principio de maximización de las ganancias, ¿se puede hablar de un proceso de deshumanización?
–La corporación es un personaje que va evolucionando en la pérdida del interés por la humanidad. Cada vez tiene más interés en sí misma. Cuanto más evolucionó de acuerdo con la ley como persona, la corporación se ha vuelto menos humana.
–¿Qué rol debería tener el Estado?
–El Estado debería defender a los ciudadanos de las corporaciones. El film pregunta si hemos cometido un error dándole tanto poder a una institución a la que no le interesan nuestras necesidades. Esta institución es capaz de luchar contra la democracia, si la democracia se constituye en un obstáculo de sus ganancias y sus objetivos. O sea, no siempre la democracia es un obstáculo para la obtención de ganancias, pero si se constituye en tal, ellos van a tratar de hacerla fracasar.
–Usted también hace un cuestionamiento desde el aspecto ambiental, por los efectos nocivos que causan ciertas corporaciones a las personas. En este sentido, ¿se puede hablar de una política criminal de algunas de ellas?
–A veces, la intención es criminal porque se conoce el efecto que va a tener. En otros casos, las leyes de protección de los países son pobres. Por más que las corporaciones sepan el daño que van a causar, lo que sucede es que cuando las regulaciones son tan pequeñas y pobres, el Estado local comparte la criminalidad con la corporación porque no hay protección contra esa acción o es muy pequeña. En cierto modo y en menor medida también los ciudadanos tenemos responsabilidad, ya que no les pedimos a los políticos medidas de regulación y de protección más fuertes para impedir este tipo de daño.
–¿Cuánto colabora el marketing en generar una imagen ficticia de lo que verdaderamente es una corporación?
–Como dice Michael Moore: la corporación es capaz de venderte la soga con la que la vas a ahorcar, si cree que va a recibir un beneficio de eso. La gente que está dentro de las corporaciones también está peleando por estos temas de los que hablamos. Al ver la película, algunas de esas personas observan cómo están expuestos, los daños que causan las corporaciones. Y empiezan a preguntarse qué pueden hacer o qué medidas pueden tomar para mejorar las cosas. Compartimos la tierra, el agua, necesitamos comer... Entonces, algunas personas de estas instituciones entran en contradicción.
–¿Cómo analiza la relación de ciertas transnacionales con el fascismo?
–Las corporaciones están estructuradas como entidades autoritarias en sí mismas. Hay una estructura similar a lo que es el fascismo. Está todo basado en la verticalidad de arriba hacia abajo y en la cual si uno no está de acuerdo, está afuera. Las corporaciones se benefician de la violencia del Estado para proteger y generar más ganancias. Si el Estado es autoritario, suelen tener similitudes de formas de comportamiento. Cuando esto se hace orgánico (como hizo Mussolini), se da origen al corporativismo.
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