El rasgo central del Baficito, esa encantadora sección del Bafici, se mantiene: los directores de las seis películas que se exhiben en esa pantalla dedicada a los niños muestran un enorme amor por el relato, un gusto por el cuento para cautivar a los chicos. De hecho, no sorprende que dos de las películas que se presentan en esta edición sean justamente adaptaciones literarias de clásicos de la literatura para peques (Jelly T y Moon Man). Al combo se podría sumar una séptima película, Anina, del uruguayo Alfredo Soderguit (sobre la novela Anina Yatay Salas, de Sergio López Suárez), que en rigor participa de la Competencia Internacional.

El recorrido de este panorama empieza por Rodencia y el diente de la princesa, un film de David Bisbano, coproducido entre Argentina y Perú, que narra la historia de un ratoncito aprendiz de mago que debe conseguir un mítico diente para salvar al reino (Rodencia) y casarse con la princesa de turno. Todo su planteo se hace en términos de opuestos: el mago azul contra el malvado rojo, ratones contra ratas, luz contra oscuridad. El argumento, si bien previsible, está muy bien llevado desde el ritmo narrativo. La fantasía épica con ratoncitos que propone hace especial hincapié en la magia más allá de todo amuleto, cuestión que confirma con una sutil alusión a Ursula K. Le Guin en un pasaje central del film. Lo de Rodencia sirve como excusa para continuar el recorrido por el resto de la oferta desde dos ángulos: su género y su estructura. En El corazón de roble, los españoles Ricardo Ramón y Angel Izquierdo proponen otra épica, pero con elfos, dragones, ovnis y esqueletos animados. ¿Qué puede fallar con semejante combinación? Aquí también Elfy, el protagonista (en su tercera aventura) debe salvar al reino del bosque de un enorme peligro.

En cambio, en la estructura “chico flojito vence peligro y se queda con la chica”, hay otras dos películas. La más notable es Jelly T, del danés Michael Hegner, basada en un cuento del popular escritor Ole Lund Kirkegaard. Aquí se presenta al espectador a Iván, un niño debilucho, torpe y no muy brillante, acosado por sus compañeros de clases. Sin embargo, el mayor peligro para la salud emocional del protagonista es su propio padre, un sobreexigente que bien querría subsanar sus falencias de infancia a través de su hijo, y que llega a insultarlo y menospreciarlo en público. De hecho, si el director se toma hasta la mitad de la película para introducir el catalizador que precipitará los acontecimientos, ha de ser porque pretende transmitir a los padres de sus espectadores un mensaje claro: “No sea un idiota con su hijo”. La otra película en que el héroe debe atravesar su propia ordalía para conquistar a su amor es la delirante Marco Macaco, que transcurre en una republiqueta bananera, gobernada por un presidente paranoico vestido de uniforme militar en la que se instala un temible casino. También danesa, esta película de Jan Rahbek llama la atención por sus disparates encarnados en la figura del guardián de playa Marco, que de puro aburrido hace cumplir la ley con asfixiante eficacia.

También hay un presidente autoritario en Moon Man, la coproducción germano-franco-irlandesa dirigida por Stephen Schesch, aunque aquí el hombre gobierna el mundo. Hecha con animación tradicional y por momentos despojando todo lo posible la imagen, construye un universo sutil y bello pensado para cautivar desde la poética de la imagen. El Baficito se completa con Zarafa, de los franceses Rémi Bezançon y Jean-Christophe Lie, quienes narran la vida de Maki, un niño de Su-dán que escapa a los traficantes de esclavos y traba amistad con una jirafa, viaja desde Africa a Francia y encuentra numerosos y muy particulares personajes, con el espíritu de un mundo aún por descubrir. Que es, al cabo, lo que propone la sección a los chicos: mundos por descubrir más allá de los estrenos de las salas comerciales.