CINE › ESTE JUEVES SE ESTRENA EL DOCUMENTAL SIMóN, HIJO DEL PUEBLO
Así definen los realizadores Rolando Goldman y Julián Troksberg al joven anarquista Simón Radowitzky, que en 1909 vengó el asesinato de sus compañeros en un atentado contra el comisario Ramón Falcón. La narración es de Osvaldo Bayer.
› Por Oscar Ranzani
A fines del siglo XIX comenzaron a producirse las grandes movilizaciones del 1º de mayo con los obreros luchando por reivindicaciones que permitieran conquistar la dignidad laboral en la Argentina. Unos años después de iniciado el siglo XX, el 1º de mayo de 1909, durante un masivo acto obrero anarquista en la Plaza del Congreso, el entonces jefe de Policía de la Capital (actual Policía Federal Argentina), Ramón Falcón, ordenó una salvaje represión que terminó con decenas de obreros muertos y heridos. Como consecuencia de esta decisión, el joven ucraniano Simón Radowitzky, de tan solo 18 años, que había llegado a la Argentina en 1907, y que pertenecía al movimiento anarquista, construyó una bomba casera. Y el 14 de noviembre de 1909, meses después de la represión, esperó a Falcón en la intersección de Callao y Quintana, cuando el coronel salía del cementerio de la Recoleta de enterrar a un amigo, y ese siniestro personaje voló por los aires. La justicia por mano propia que ejerció Radowitzky le costó caro: estuvo dos años en prisión en Buenos Aires y luego otros diecinueve en la cárcel del Fin del Mundo, de Ushuaia, donde fue duramente castigado, soportando la reclusión en condiciones paupérrimas y siendo mantenido en varias ocasiones a pan y agua. Su historia es reproducida en Simón, hijo del pueblo, documental de Rolando Goldman y Julián Troksberg, narrado por el escritor Osvaldo Bayer, quien colaboró con ambos realizadores en la elaboración del guión. Simón se estrenará este jueves a las 17 en el Cosmos-UBA (Corrientes 2046) y podrá verse en ese horario de jueves a domingo.
Además de ser unos de los charanguistas más destacados de la música argentina, Goldman siempre fue un apasionado de las investigaciones de Bayer, en particular de aquellas vinculadas al movimiento anarquista. “Y entre sus investigaciones, siempre me interesó mucho la vida de Simón Radowitzky”, cuenta Goldman a Página/12. Hace unos años, cuando visitó el Museo Marítimo, la ex cárcel de Ushuaia, participó de una visita guiada, donde habitualmente se cuenta la historia del penal. “Si bien se lo nombra a Radowitzky como a tantos otros, el eje a través del cual está construido ese relato es el de un ser siniestro, el Petiso Orejudo, que hasta termina cayendo simpático a la gente que escucha, pero fue un asesino de niños”, expresa Goldman. En esa ocasión, Goldman habló con el director del museo y le propuso que el eje de la visita fuera Simón, “que es controvertido, pero también mucho más interesante y más rico que el Petiso Orejudo”. Si le parecía bien, Goldman iba a hablar con Bayer para que diera allí una conferencia sobre la vida de Simón Radowitzky.
A la vuelta de este viaje, Goldman habló con Bayer y con Troksberg y pensaron que valía la pena filmar la conferencia. Pero se entusiasmaron y decidieron realizar un documental. “Osvaldo dio la charla, yo hice el registro audiovisual y un poco surgió el germen del film en una cena”, relata Troksberg, quien define a la historia de Simón Radowitzky como “cinematográfica”. Bayer lo argumenta así: “Los demás presos lo llamaban el Angel de Ushuaia, porque fue el hombre que hizo volar por el aire nada menos que al jefe de Policía de Buenos Aires, Ramón Falcón, quien había cometido uno de los crímenes más cobardes de la historia argentina”. Y relata que hasta los diarios conservadores no eludían el tema. En La Nación del 2 de mayo de 1909, un cronista le preguntó a Ramón Falcón por qué dio orden de descargar a los fusileros de la Policía de la Capital contra la marcha obrera que caminaba hacia el Congreso si no había habido ningún disturbio previo. Y Falcón respondíó: “Porque los obreros, en vez de llevar la bandera azul y blanca, llevaban la bandera roja”. Y aclara Bayer: “La bandera roja no era del Partido Comunista en aquel tiempo sino que era la bandera del gremialismo”.
–¿Cómo fue el trabajo de investigación y cómo lograron reconstruir los hechos?
Julián Troksberg: –Partimos de la base del artículo “¿Mártir o asesino?” que en 1967 publicó Osvaldo en la revista Todo es Historia. Ese fue el germen de la investigación.
Osvaldo Bayer: –El trabajo de investigación mío fue primero con todos los elementos científicamente históricos: los diarios de la época, los testimonios a través de las publicaciones de esos tiempos: por ejemplo, la versión anarquista a través del diario La Protesta. También recurrí al Archivo Policial con los partes policiales. Y accedí a los comunicados de la Federación Obrera Regional Argentina (Fora), que era la central obrera de los sindicatos anarquistas. Usé todo eso más las publicaciones que se hicieron después. Por ejemplo, la de toda la vida de Radowitzky del diario La Protesta que siguió con eso. Por ejemplo, cuando se le hizo el juicio por el que fue condenado a muerte por haber tirado la bomba.
–Pero finalmente no fue condenado a muerte...
O. B.: –No, porque era un menor de 18 años. No le creían, pero de pronto apareció un ser que parecía un personaje de Dostoievski: un pariente de Radowitzky trajo la partida de nacimiento de Simón, certificada por la embajada argentina.
Rolando Goldman: –Sin la investigación de Osvaldo, no sólo la de Radowitzky sino también la de muchos otros, hoy sería imposible conocerla o redescubrirla. En forma paralela, hemos hecho un trabajo de búsqueda de archivos para mostrar cada una de estas cuestiones que investigó Osvaldo. Por ejemplo, tenemos todo el expediente de la causa en el juicio contra Simón. Hemos tenido acceso a los archivos de un periódico llamado El diario y, por otro lado, también aparecen testimonios de descendientes de Radowitzky.
–El hecho de que sea un joven el que investiga en cámara e indaga a los descendientes, en forma paralela al relato de Bayer, ¿tiene que ver con que el documental también fue pensado para las nuevas generaciones?
R. G.: –Sí, pero no sólo eso. Por un lado, así como recién decía Osvaldo que Simón Radowitzky era un ser extraordinario y sensacional, al mismo tiempo era uno más. Era de una humildad increíble, con un profundo convencimiento de sus ideas. Y era un joven. Creemos, entonces, que era una manera de homenajear a la juventud, de mostrar un testimonio de alguien que, por sus ideales, estaba dispuesto a todo. Y no es casual, entonces, que también sea un joven quien va en búsqueda de la historia de la familia de Radowitzky.
O. B.: –Hay que situarse en la época. Los anarquistas siempre sostuvieron que cuando en un país no hay justicia, el pueblo tiene derecho a hacer justicia con sus propias manos. El coronel Falcón había demostrado realmente su falta de sentido de la justicia, metió bala en una huelga pacífica, no dio ningún argumento; los anarquistas no habían matado a nadie ni habían hecho ningún disturbio. Así que merecía la muerte. Y Radowitzky va a llevar a cabo esto. Y sinceramente, en ese sentido, cumplió con su deber de anarquista.
J. T.: –Cien años en tiempos de una persona es mucho, pero en tiempos históricos es muy poquito. Y la idea de que haya un pibe de la edad que tenía Simón en 1909, pero hoy, un pibe que está en tercer o cuarto año del secundario, era ver qué pasa hoy con eso. El acercamiento al anarquismo es completamente distinto porque la situación es distinta. Pero decidimos que el personaje tenga la edad que tenía Radowitzky en 1909.
–Bayer, ¿por qué considera que Radowitzky es un héroe olvidado?
O. B.: –Y bueno, la prensa oficial no va a hacer surgir una figura anarquista. Además, el movimiento anarquista fue perdiendo mucho con el tiempo. Antes, había un diario anarquista, y en un momento hubo dos. Perdió importancia el movimiento obrero anarquista y, entonces, se fue olvidando, porque ninguno de los partidos de izquierda ni sindicatos de izquierda lo tomaron como héroe, porque ni el comunismo ni el socialismo estaban de acuerdo con lo que hizo Radowitzky.
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