CINE › LADRONA DE IDENTIDADES
› Por Horacio Bernades
Una gorda despreciable, que vive de usurpar identidades ajenas, impide a un padre de familia toda-corrección salir de una vez del apretón económico en que se encuentra, arrastrándolo hasta el fondo de una pequeña pesadilla. Esa es la síntesis de Ladrona de identidades, una de las películas más profundamente desagradables que haya habido ocasión de ver últimamente. Desagradable por el modo en que lleva al extremo, sin el menor escrúpulo, varias de las más nefastas lacras ideológicas de medio pelo (la asociación entre el sobrepeso y lo canallesco, la idea de que lo distinto es peligroso, la paranoia de perderlo todo en manos de quien no es como uno, el recurso express a la justicia por mano propia), poniéndolos en escena con una distancia crítica igual a cero.
La película empieza con un sentido inverso, que no hace más que prolongar la anterior de Seth Gordon, realizador de ésta. Cómo asesinar a su jefe canalizaba, con su fábula de venganza, uno de los odios más justificados del homo contemporaneus: el que se experimenta ante superiores injustos, arbitrarios, maltratadores y corruptos. Ladrona de identidades empieza como apéndice de aquélla, con el presidente de una compañía financiera (Jon Favreau, que de tan hinchado parece a punto de reventar) haciendo ostentación de su poder y privilegios, en momentos en que la compañía tiembla y los empleados no reciben un maldito aumento desde hace siglos. Hartos del canallesco jefe, varios de ellos se rebelan y deciden renunciar en masa, poniendo financiera propia. Aunque su corrección y modales hagan pensar que sería incapaz de ello, Sandy Patterson (Jason Bateman, protagonista de la legendaria serie Arrested Development) se pliega a la rebelión, haciéndole un rotundo corte de mangas a la rata de Favreau. Bravo.
No tan bravo. Una sombra nefasta se cierne sobre él y su familia de chica linda (Amanda Peet) y niños cariñosos. Mediante un sencillo pero efectivo subterfugio, una estafadora de 200 kilos (Melissa McCarthy, la que en Damas en guerra se hacía encima) ha logrado “levantar” sus datos personales. Aprovechando que el tipo tiene nombre unisex (Sandy), imprimió a su nombre todas las tarjetas de crédito habidas y por haber, pateándose 2000 dólares en una borrachera masiva, 4000 en un local de deportes acuáticos y así. La policía viene tras él, él zafa, comprende que la policía jamás va a atrapar a su Némesis y entonces opta por aquello que todo ciudadano estadounidense normal haría en su lugar: agarrar la 45 e ir en busca de la maldita gorda. Que, claro, cuando se enfrenten no hará otra cosa que redoblar la apuesta, confirmándose como la clase de psicópata de la que todo espectador quisiera librarse. Como sea. ¿Pero no es ésta una comedia? Se supone que sí. ¿Graciosa? Si un tipo impecable pegándole un guitarrazo por la cabeza a una gorda arreglada como Charlotte Caniggia lo es, entonces ésta es graciosísima, sí.
4-LADRONA DE IDENTIDADES
Identity Thief, EE.UU., 2013
Dirección: Seth Gordon.
Guión: Craig Mazin.
Intérpretes: Jason Bateman, Melissa McCarthy, Jon Favreau, Amanda Peet, T. I., Genesis Rodríguez, Morris Chestnut.
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