La sola mención de un detalle que atisbe el desenlace de un film raya la falta de respeto, pero la curiosidad del dato amerita una mención. Es que no es muy habitual que una película estrenada en una festival Clase A cambie su escena final para su lanzamiento comercial, mucho menos si ésta modifica el sentido de todo lo anterior, pero eso ocurrió con El premio. Así lo explica Markovitch: “Fuimos a Berlín apenas cuatro meses después de terminar el rodaje y siempre supe que no estaba la película terminada. Entonces volvimos a editar y sentí que la última imagen que tiene la película ahora no sólo concluía sino que resumía”.