CINE › MUSEUM HOURS, CON DIRECCIóN Y GUIóN DE JEM COHEN
El viaje de una mujer canadiense a Viena y su posterior amistad con el celador de un museo son las excusas que disparan múltiples líneas reflexivas y emocionales. En este film de Cohen, la ficción y el documental se entreveran y confunden, borroneando sus límites.
› Por Diego Brodersen
Jem Cohen no es el típico director norteamericano, como bien saben los habitués del Bafici (el festival porteño le dedicó una retrospectiva hace algunos años y sus cortos y largometrajes suelen exhibirse en cada nueva edición). Para aquellos que desconozcan por completo su nombre, baste decir que su obra audiovisual bascula alrededor de lo que suele llamarse –a falta de un término más preciso– ensayo cinematográfico, pero también incluye documentales de observación y videoclips de reconocidas bandas. Si Cohen es una suerte de francotirador fílmico, su última obra (con la cual obtuvo un grado de exposición internacional inédito hasta este momento) pertenece con honores a un territorio felizmente contaminado en el cine contemporáneo, donde la ficción y el documental se entreveran y confunden, borroneando sus límites por completo. Aunque, en este caso, no se trata de un cine donde la realidad encontrada por la cámara y la fantasía del guionista se enfrentan en una suerte de dialéctica, sino todo lo contrario: en Museum Hours todos los materiales cinematográficos poseen el mismo valor y pueden cumplir funciones similares, intercambiables.
La excusa narrativa pergeñada por Cohen es el viaje de una mujer canadiense a Viena. Lejos del turismo lúdico, Anne, una mujer que andará por los sesenta años, visita la capital austríaca al recibir la noticia de que una prima sin familiares cercanos está internada en estado comatoso. El otro personaje de ficción del film es Johann, un celador del Kunsthistorisches Museum, el legendario Museo de Historia del Arte vienés, depositario de obras de, entre otros, Durero, Arcimboldo, Velázquez, Rubens y un pabellón entero dedicado a pinturas de Brueghel el Viejo. Entre ambos comienza a desarrollarse una relación de amistad a partir de la cual el realizador dispara múltiples líneas reflexivas y emocionales, planteando interrogantes sobre el arte, la vida cotidiana, la relación entre ambos, la ciudad como hábitat, las relaciones humanas.
Museum Hours es una película de una amabilidad infrecuente, libre de ataduras, despreocupada de usos y costumbres, que logra poner al Arte con mayúsculas a la misma altura del eventual visitante de un museo. No es menor en el listado de logros del film la elección del casting. Tanto la cantautora y actriz canadiense Mary Margaret O’Hara como Bobby Sommer, actor no profesional que hace aquí su debut (dicho sea de paso, Sommer es un veterano colaborador de la Viennale, el Festival de Cine de Viena), logran darle al relato una porción considerable de su tono tristón pero siempre optimista. Más allá de las escenas de diálogos entre ambos personajes –una novedad en el cine del realizador– que tienen como trasfondo las calles, los bares y lugares famosos (y no tanto) de Viena, el film nunca abandona las obras pictóricas y escultóricas del museo como centro de irradiación de ideas y sensaciones. Pero, lejos del documental tradicional, lo hace de una manera poco ortodoxa, alejada de saberes canónicos y didactismos de manual.
Un segmento de la película presenta una visita guiada a la colección de Brueghel, en la cual la guía conversa y discute con algunos de los miembros del grupo las posibles intenciones del artista, su estilo, sus ideas. En esa secuencia de poco más de quince minutos, Cohen consigue con creces lo que el film del polaco Lech Majewski, El molino y la cruz, no lograba alcanzar en su hora y media de metraje: plantear la enorme o escasa importancia de la obra de arte en el momento de su creación y/o a la distancia de los siglos transcurridos, bajar a tierra la creación artística, un logro de la inteligencia y el espíritu humanos. Pero se trata de dos films muy disímiles en intenciones y alcances; el de Cohen es un ensayo expansivo, que busca similitudes y contrastes en los lugares más insospechados; el de Majewski, una lección donde el didactismo no hace más que encerrarse sobre sí mismo. En el fondo, Museum Hours es un poco como esas grandes pinturas de Brueghel donde el centro nunca está donde se supone o, mejor aún, donde nada es periférico y todo es central. Ninguna cosa es más importante que otra y central es la melancolía de esos personajes, el paso del otoño al invierno en las calles de Viena, las pinturas colgadas en el Museo, la inminente muerte de la prima de Anne, las canciones del grupo de inmigrantes en el bar, la palpable soledad de Johann y el nacimiento de esa nueva amistad.
8-MUSEUM HOURS
Austria/Estados Unidos,
2012.
Dirección y guión: Jem Cohen.
Fotografía: Jem Cohen y Peter Roehsler.
Montaje: Jem Cohen y Marc Vives.
Duración: 107 minutos.
Con Mary Margaret O’Hara, Bobby Sommer, Ela Piplits.
Estreno exclusivo en el Malba, viernes a las 22 y domingos a las 18.
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