Dom 05.01.2014
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CINE › MARION COTILLARD, UNA DE LAS ESTRELLAS MAS COTIZADAS DEL CINE FRANCES

“Actuar me ayudó a saber quién soy”

Desde que su encarnación como Edith Piaf le valió el primer Oscar a una actriz extranjera desde Sophia Loren, su estrella sigue en ascenso. Este año cumplirá un viejo sueño como Lady Macbeth y protagonizará la nueva película de los hermanos Dardenne.

› Por Kaleem Aftab *

“Fue un sueño hecho realidad”, dice Marion Cotillard al describir el trabajo que acaba de completar con los hermanos Dardenne, dos veces ganadores de la Palma de Oro en Cannes. Pero la declaración podría aplicarse tranquilamente a todo lo que ella hace. La actriz aparecerá en breve en Macbeth, donde cumplirá otra ambición juvenil al interpretar a Lady Macbeth en la última adaptación para la gran pantalla de la obra teatral. Y eso aparece al tope de otras dos películas que en breve engalanarán las salas de cine. La intérprete de 38 años encarnará a Pole, una mujer con poca suerte que llega a la Nueva York de 1920 en The Immigrant, de James Gray, y tiene una parte en el ensamble del thriller Blood ties, dirigida por el francés Guillaume Canet, con quien tiene un hijo de dos años.

Pero a Cotillard no solo se la puede apreciar en las pantallas de cine. Allí donde vaya, alguien parece haber pasado horas preparando una alfombra roja para que ella desfile con la última creación de Christian Dior. Ella es la cara promocional de su línea de carteras desde 2008, un contrato que llegó poco después de que se convirtiera en la primera mujer en ganar el Oscar a la mejor actriz por un papel en una película de habla no inglesa desde el de Sophia Loren en 1962. En cualquier habitación que entra, Cotillard parece convertirse en la única persona presente. Esto se cumple aun cuando viste una remera y un jean, como cuando se produce el encuentro para la entrevista en el Festival de Cine de Marrakech. Allí ofició de jurado hombro con hombro con cineastas peso pesado como Martin Scorsese, Paolo Sorrentino y Fatih Akin. Todo lo que hace, hasta vestirse de manera anónima, destila confianza.

Es muy diferente al primer encuentro de este cronista con ella, en 2004. En ese momento estaba recibiendo comentarios por demás entusiastas a causa de su papel en la abstracta fantasía romántica Love me if you dare, de Yann Samuell. Al echar la mirada hacia atrás, esa película es una de esas curiosidades que parece ser un punto de quiebre significativo en su vida y su carrera. Allí era una outsider de ascendencia polaca que, a través de los años, lleva a cabo juegos destructivos de superioridad con su mejor amigo de la infancia... que era interpretado por Canet, en ese momento casado con la actriz alemana Diane Kruger. Uno de los motivos musicales del film era “La vie en rose”, de Edith Piaf, en diferentes interpretaciones; tres años después, Cotillard se convertía en La Môme Piaf que le dio el Oscar.

Pero en aquel 2004 la actriz parecía nerviosa e incómoda. En ese momento dijo de sus años adolescentes que “yo estaba loca, pero no era una salvaje. No era muy sociable, ni tampoco muy feliz. Podía hacer cosas locas, pero en un estilo algo autodestructivo”. Y explicó que “decidí ser actriz quizá por la idea de escapar... pero me di cuenta que era exactamente lo opuesto, que era la única manera de encontrarme a mí misma. Conocer mi verdadero yo y no escapar nunca más... ser alguien diferente me ayudó a encontrar mi verdadera personalidad”. Parece que esa fama, adoración y un Oscar puede traer confianza: ahora es difícil imaginar una persona mejor plantada.

Cotillard define dos grandes momentos que alteraron el curso de su carrera. “El primero fue cuando Jean-Pierre Jeunet me ofreció el más hermoso papel en Un largo domingo de noviazgo, que le puso una luz diferente a mi trabajo.” Cotillard ganó un César –el premio máximo del cine francés– por su rol como asesina en ese drama ambientado en la Primera Guerra Mundial. En perspectiva, fue el momento en el que la estrella principal, Audrey Tatou, entregó el cetro de la más codiciada actriz francesa. De manera más predecible, el otro fue La vie en rose, luego de cuyo éxito “empecé a tener propuestas para buenos personajes en Estados Unidos. Y fueron las películas estadounidenses las que despertaron mi interés en actuar”.

Ahora es una de las actrices mejor cotizadas del mundo, como lo demuestra su reciente cameo en Anchorman 2. Y es además una mitad de la más famosa pareja francesa. Cuando se le pregunta cuán diferente es actuar cuando su marido es el director, hace una pausa, reflexiona y dice: “Bueno... yo me acuesto con el director”. Luego se toma la cabeza con las manos con aspecto avergonzado y agrega: “Es un chiste... pero es verdad”. Solo después uno advierte que no se sabe si Canet y Cotillard están efectivamente casados, y si lo hicieron no hubo anuncio público. Pero ella elige no corregir la versión.

También protagonizó el subvaluado drama familiar de Canet Pequeñas mentiras sin importancia (2010), así como la inminente Blood ties. Vivir con él la ha hecho apreciar mejor el lugar del director: “Ahora sé lo que significa dirigir una película. He tenido que vivir el viaje completo de realizar un film, y sé cuán difícil resultó. Ahora, cuando un director no puede conseguir lo que quiere, la mayoría de las veces a causa del dinero, me rompe el corazón”. Y da un ejemplo con The Immigrant. “Podía sentir que James no era feliz en el set, y le pregunté si se sentía bien. Me dijo ‘sí, solo estaba pensando en lo que quería hacer’, y empezó a explicármelo. Era algo hermoso, pero luego agregó que llevaría el presupuesto al doble de lo que tenía. Sentí que estaba muy triste, y me afectó mucho más de lo que me hubiera afectado antes, porque ahora sé lo que es poner años de tu vida en un proyecto y luego frustrarte.”

Gray solo tiene elogios para Cotillard: “Ella es una actriz que puede ponerse a trabajar sin necesidad de palabras”. Cuando se le comenta esto, la parisina responde: “Sí, él dice eso, y después te escribe veinte páginas de diálogo en polaco y te pide que lo hagas”. Pasó tres meses aprendiendo polaco para interpretar a Ewa Cybulski, una inmigrante que es separada de su hermana en Ellis Island y luego se siente tironeada entre dos hombres, uno volátil (Joaquin Phoenix) y otro muy dulce (Jeremy Renner).

Este año quizá sea el mejor de su carrera. Michael Fassbender interpretará a Macbeth en la adaptación del director Justin Kurzel. “Yo sabía que algún día interpretaría a Lady Macbeth, pero en mi mente iba a ser en un escenario teatral y en francés”, dice. “Nunca pensé que un día diría las líneas de diálogo originales, que me tomó tiempo comprender. Fui muy honesta cuando leí el texto por primera vez: lo llamé al director y le dije: ‘Gracias a Dios que conozco la historia, porque no entendí ni una de las palabras’. Es algo loco pedirle a una actriz francesa hacer eso.” Cotillard dice que le fascinó “lo profundo de la humanidad de Lady Macbeth, que se diluye por el miedo y la desesperación. Me llama la atención cómo podés hacer cosas para tener una mejor vida, pero cuando van contra la humanidad no podés sino fracasar”.

Las decisiones morales también son centrales en su próxima aparición en Two Days, One Night, de los hermanos Darde-nne. El film aterrizará en Cannes en mayo, y Cotillard dice que “la manera en la que ellos hacen cine es exactamente todo lo que amo. Y me empujaron todo lo que pudieron, y yo estaba lista para lo que hubiera que hacer. Es difícil hablar de la película, porque aún la están editando y todavía no la vi”. Aun en ese misterio, con los Dardenne dirigiendo y Cotillard en el protagónico le alcanza para ser una de las películas más esperadas de 2014.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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