CINE › EL CORTOMETRAJE MAYORIA OPRIMIDA ES UN FENOMENO VIRAL EN LA RED
En menos de diez minutos, el pequeño gran film dirigido por Eléonore Pourriat desarticula situaciones atávicamente naturalizadas para dar cuenta de la discriminación y la violencia cotidiana que sufre la mujer, por el solo hecho de serlo.
› Por María Daniela Yaccar
De ahora en más, las mujeres –al menos las que tengan acceso a Internet– podrán gastar menos tiempo y energías en explicar lo obvio: qué es, en este mundo, ser mujer. Qué es, qué se siente cuando se sale a la calle y se reciben barbaridades (no piropos), tales como “te chupo la conchita”, o miradas invasivas. Qué se siente al ser potencial víctima de una violencia que se produce, lisa y llanamente, por el hecho de haber nacido bajo el signo de un género. Todo esto –las atrocidades mínimas y máximas que sufre una mujer– es narrado a la perfección por un corto realista de origen francés, en menos de diez minutos. Se trata de Majorité Opprimée (Mayoría oprimida), de la actriz, guionista y directora Eléonore Pourriat, que en los últimos días se hizo famoso a través de YouTube.
Es una suerte que un relato del contenido de Mayoría oprimida se haya viralizado, para utilizar una terminología de estos tiempos, con más de seis millones y medio de espectadores en el globo. El recurso que utiliza Pourriat es altamente eficaz: en el mundo que la directora diseña los roles están invertidos. Los hombres viven como mujeres y las mujeres como hombres. Son ellos los que pasean a sus bebés en cochecitos, los que realizan las tareas domésticas, los que son agredidos en la calle. Ellas, en cambio, andan en tetas por la vida, gritan “dejame chuparte la pija”, orinan a la intemperie, ocupan espacios de poder y hacen cosas horrendas. En la mitad del corto está la escena más delicada: en manos de un grupo de féminas enfermas, el protagonista, Pierre, es víctima de un abuso. Y de ahí en más todo empeora.
“No quiero ser maleducado, pero... ¿no te sentís cada vez más atrapado?”, alecciona el protagonista al sonriente niñero de su hijo que, en un día de calor, lleva un traje hasta la cabeza, a pedido (o por orden) de su esposa. Sin dudas, un guiño a las creencias musulmanas. Es ingeniosa Pourriat porque recopila situaciones naturalizadas. Allí el poder de su arte, su logro político. Su propósito parece haber sido desarticular esas situaciones para decir: “Esto es lo que pasa. Y pasa porque somos mujeres y nada más que por eso”. La incomprensión de Marion, la mujer de Pierre, respecto del abuso, es una decisión argumental brillante. Para ella la causa de ese episodio no es el sexismo reinante, sino la vestimenta “provocativa” que él llevaba ese día.
El film produjo catarsis en el mundo. Aquí, en la Argentina, Mayoría oprimida también generó revuelo. Los editores de OHLALA! la pifiaron feo con un título: “¿Y si fuera al revés? Un viral muestra un mundo feminista” se llama la nota que conduce al corto francés, en la edición digital de la revista. La directora teatral Mariela Asensio expresó, con mucha claridad, algo que aparece en varios de los comentarios que se pueden leer debajo de la nota. En su Facebook escribió: “Feminismo y machismo no son la misma cosa pero al revés. Son cosas diametralmente distintas. El machismo es ‘actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres’ y feminismo es ‘un movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres’. Ergo, el corto no intenta mostrar cómo sería un mundo feminista, sino que expone lo horrible que es el mundo machista”.
Para aclarar más el panorama, un contraste: hay una diferencia abismal entre la narración de Pourriat y la tesis que, por ejemplo, recorre El país de las mujeres, de Gioconda Belli. En este caso sí se puede hablar de una visión feminista del mundo, porque las mujeres gobiernan y entonces reparan fallas históricas y conceden derechos que mejoran la calidad de vida del sexo femenino. Ahí, sí. Acá, no. En Mayoría oprimida, la lectura correcta, obligada, es: cómo sería el mundo si las mujeres se comportaran del mismo modo que los hombres.
Esta confusión recuerda a la que desató, a principios de 2012, una publicidad de Quilmes: esa que proponía al machismo y al feminismo en el mismo nivel. Es una diferencia tan básica como importante que todavía no se comprende. No hay un revés del machismo, porque en ningún país del mundo los hombres ganan menos que las mujeres. Tampoco parece posible que un 35 por ciento de los hombres del mundo padezca violencia física y/o sexual. Como apuntó la coreógrafa, militante y cineasta Carolina de Luca también en Facebook: no se puede hacer de esto una teoría de los dos demonios.
Filmado hace cuatro años, Mayoría oprimida ganó un festival en Kiev pero, en líneas generales, pasó inadvertido. La popularidad le llegó recién la semana pasada, cuando apareció en YouTube con subtítulos en inglés (se puede ver, también, en castellano. Basta poner en la página el título en español). El film se le ocurrió a la cineasta a partir de una experiencia personal: le costaba explicarle a su esposo que padecía violencia en la calle. “Su sorpresa –le contó a The Guardian– fue el inicio de la idea. A veces los hombres no imaginan que las mujeres son acosadas, incluso con palabras, todos los días. No lo imaginan porque no se confrontan a sí mismos.”
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