CINE › HIPOTESIS Y PRONOSTICOS A UNA SEMANA DE LOS PREMIOS OSCAR
12 años de esclavitud y Gravedad se disputan el favor de los apostadores de los sitios on line, mientras que las estatuillas al Mejor Actor y Actriz ya parecen tener grabados en oro los nombres de Matthew McConaughey y Cate Blanchett.
› Por Ezequiel Boetti
La bandera a cuadros ya flamea en el horizonte. Se alistan las cámaras, los flashes, el público y, por sobre todo ellos, el selecto grupo de actores, técnicos, guionistas y realizadores en los que el mundo cinéfilo –y el mundo en general, por qué no– posará sus ojos. En siete días, apenas un par de milímetros hacia abajo del almanaque, la carrera por los premios Oscar entrará en su recta final. Y con ella, lo de siempre: el exhibicionismo impúdico de riqueza, los vestidos extra largos, los smokings, el glamour, la alfombra roja, la ceremonia eterna, la sorpresa de los tapados, la decepción de las fijas que al final no eran tanto, el pecho inflado de los otrora desconocidos que ven cotizar en Bolsa su prestigio más allá de sus manos vacías y la alegría de quienes se darán el lujo de tener ni más ni menos que una –u otra– estatuilla dorada en la mesita de luz. Para el resto de los mortales, sólo queda interiorizarse de los vaticinios de los expertos y, quizás, apostar algún pesito por el favorito de cada uno.
A nadie se le moverá un pelo ante una hipótesis con gusto a certeza: desde hace algunos años el Oscar ya no es lo que supo ser. ¿Acaso alguien puede recordar, sin ayuda de Google, al menos dos de las últimas cinco ganadoras del premio a Mejor Película? El olvido presuroso podría interpretarse como un síntoma
inequívoco del consumismo cada día más acelerado y menos reflexivo de productos culturales, o lisa y llanamente como el resultado de la elección de películas descartables (El discurso del rey) y/o efímeras (El artista). Nada parece indicar que cambie la tendencia, ya que la favorita 2014 es, según coinciden el prestigioso sitio Indiewire y una encuesta entre periodistas de goldderby.com, 12 años de esclavitud. Da toda la sensación de que la de Steve McQueen es una de esas películas que corre con el caballo del comisario: tiene el temible imán para académicos que es el rótulo de “basada en hechos reales”, está presente en nueve rubros, ganó el Globo de Oro a Mejor Película Dramática y el Bafta británico. ¿Más? Lamentablemente sí: fue elegida como mejor película por varias asociaciones estadounidenses de críticos y encabeza las nominaciones a los Independent Spirit Awards, que se entregarán el próximo sábado. Quizá por eso pague, al cierre de esta nota, apenas 1,25 en el sitio de apuestas Bwin.
“¿12 años de esclavitud vs. Gravedad?”, se pregunta Indiewire, marcando al film de Alfonso Cuarón como el gran cuco de la favorita. Cuco no sólo porque es uno de los films más nominados (el otro es Escándalo americano, ambos con diez candidaturas), sino porque viene con el envión de un sprint final arrollador. Sin ir más lejos, el último fin de semana fue el gran ganador de los Bafta llevándose seis estatuillas, incluidas la de director y película... británica. ¿Qué tiene de británica una producción filmada en Reino Unido, pero con mayoría de capital norteamericano, con actores ídem, sobre una nave espacial ídem y dirigida por un mexicano? Más o menos lo mismo quiso saber un periodista después de la ceremonia. “Hay una serie de reglas que hacen que una película pueda optar a este premio o no. Y Gravedad cumple con todas ellas”, justificó el director de Niños del hombre antes de recordar que gran parte de los técnicos provenían de la isla. Además, uno de los productores es David Heyman, el mismo detrás de Harry Potter.
Las apuestas demarcan un segundo lote con Escándalo americano y Dallas Buyers Club (estrena el jueves) prácticamente empatadas. Los antecedentes invitan a pensar que alguien la está pifiando. En el primer caso, porque la brecha con la cima debería ser considerablemente menor: Escándalo americano fue la favorita del año de la asociación de críticos de Nueva York, ganó tres Golden Globes, otros tantos Bafta y, Last but not least, el SAG a mejor elenco otorgado por el Sindicato de Actores, uno de los barómetros más fieles del paladar del Oscar. En el segundo, por todo lo contrario, ya que todos los expertos indican que al menos aquí corre muy de atrás. La quinta en discordia irá por el honor. Duele decir esto sobre El lobo del Wall Street, porque es la mejor película de las nueve, pero su salvajismo e incorrección política difícilmente pasen el filtro puritano de los académicos. Por un milagro rezan Nebraska, Capitán Phillips y Her. Ni hablar de Philomena, la producción de Harvey Weinstein de cada año.
Suelen ir de la mano, pero a veces no: en cinco de las últimas quince ediciones, el elegido como Mejor Director no fue el responsable de la Mejor Película. Esto se dio (¿casualmente?) en aquellos años en los que: A) no había una clara favorita entre las candidatas en el rubro principal, lo que provoca una dispersión de los votos o... B) la Mejor Película resultó ser cualquier cosa menos buena (Shakespeare apasionado, Vidas cruzadas, Chicago). A este último grupo se sumaría la edición 2014. Siempre y cuando se cumplan los pronósticos del rubro Mejor Director, ya que el favorito aquí no es el británico Steve McQueen, sino Alfonso Cuarón. Quizá porque esta temporada ya se fue de dos eventos con ese premio bajo el brazo (Globos de Oro y Bafta), quizá también porque la Academia lo tiene entre ceja y ceja desde los guiones de Y tu mamá también y Niños del hombre, acá hay olor a fija.
Otro que podría irse sonriente es David O. Russell, aunque viene de capa caída. Nuevo niño mimado de Hollywood (encadenó su tercera nominación en cuatro años), el hombre detrás de Escándalo americano llegó a la temporada de premios para comerse los chicos crudos, pero con el correr del verano austral empezó a desinflarse, yéndose de todas y cada una de las ceremonias con las manos vacías. Su único consuelo fue el Bafta a mejor guión original. Algo que aquí podría repetir, a no ser que los electores se inclinen por volver a palmearle la cabeza a Alexander Payne (ya lo hicieron con la extraordinaria Entre copas y Los descendientes) por Nebraska. Y hablando de Nebraska... Las bochornosas idas y vueltas respecto de su estreno en cines argentinos (primero sí, después no, otra vez sí, otra vez no y finalmente... ¡sí!) muestran que ni siquiera su distribuidora le tiene demasiada fe. Ni a la película ni a Payne, claro. El rubro dirección, entonces, seguirá como su asignatura pendiente.
¿Y Scorsese? Nunca hay que subestimar a un viejo zorro como el tío Martin (varios lo marcan como el gran tapado), sobre todo si se tiene en cuenta que la academia le tomó un cariño especial en el siglo XXI, poniéndolo ni más ni menos que ¡seis! veces en esta terna, exactamente el doble que en los 30 años anteriores, dándoselo finalmente en 2007 por Los infiltrados. El problema aquí es que El lobo de Wall Street muestra, aun en su superficie festiva y burbujeante, la desolación de un grupo capitalistas socavando su vacío con lujos, cortoplacismos y bienes superficiales. Suena difícil, entonces, que esa Meca de la forma que es el Oscar avale una película que en el fondo dispara sus cañones también contra él.
Matthew McConaughey ya había puesto el champagne en el freezer. El consenso generalizado sobre su favoritismo convertía al rubro Mejor Actor en un trámite burocrático. Hasta que a mediados de la semana pasada la CNN difundió la imagen de una placa dorada con el nombre del supuesto ganador y le puso los pelos de punta a más de uno: allí se leía el nombre de... Leonardo DiCaprio. Urge tranquilizar a los fanáticos del protagonista de Dallas Buyers Club, que los hay y en gran cantidad, ya que se trata de un malentendido. La foto es real, sí, pero no porque el actor predilecto de Martin Scorsese vaya necesariamente a ganar, sino porque la empresa encargada de confeccionar las estatuillas, R. S. Owens, arma, desde 2010, una placa con el nombre de cada uno de los nominados, independientemente de su suerte a la hora del recuento de votos. Aclarado el asunto, es muy probable que tanto el ex galancete juvenil como Christian Bale (Escándalo americano), Bruce Dern (Nebraska) y el afroamericano Chiwetel Ejiofor (12 años de esclavitud) irán a la ceremonia para aplaudir a ese actor a punto caramelo que es McConaughey. Lo mismo que hicieron en los Globos de Oro y en los SAG. Entre los intérpretes de reparto, Bradley Cooper (Escándalo americano), Barkhad Abdi (Capitán Phillips), Michael Fassbender (12 años de esclavitud) y el delicioso Jonah Hill (El lobo de Wall Street) harán lo propio para exhibir sus mejores sonrisas de compromiso ante el discurso de Jared Leto, amplio, amplísimo favorito entre expertos y apuestas por su participación en Dallas Buyers Club.
La cosa tampoco debería ser sorpresiva entre las damas. Aquí, por primera vez en muchos años, esa veterana de las mil ceremonias que es Meryl Streep (va por la 18 nominación) no llegará a la noche-O como favorita. Por el contrario, en Bwin (lugar de apuestas) es el furgón de la cola del quinteto. Ese rótulo recae ahora sobre Cate Blanchett –ya se alzó con el SAG, el Critics Choice y el Globo de Oro– por su trabajo en Blue Jasmine, regreso con gloria de Woody Allen al cine después de su tour de jubilado por Europa. Tres pasitos atrás están Amy Adams y Sandra Bullock, por Escándalo americano y Gravedad. La meteorología dorada no es demasiado venturosa con ellas, pero el amor de la academia (Adams ya tiene media docena de nominaciones; Bullock ganó en su primera participación) obliga a dejar la puertita entreabierta. Por último, Judi Dench hará lo mismo que su personaje en Philomena. Esto es, ir a Estados Unidos para volver al viejo continente con las manos vacías.
Para ver acción entre chicas habrá que focalizarse entre las actrices de reparto. Allí se vivirá un enfrentamiento directo entre Jennifer Lawrence por Escándalo americano y Lupita Nyong’o por 12 años de esclavitud. Será, parafraseando a Indiewire, un Jennifer vs. Lupita. La primera tiene a favor un precoz ascenso a la Meca concretado en una primera nominación a los 21 por Lazos de sangre (2011) y ganándolo el año pasado por El lado luminoso de la vida. Además, tiene esa frescura medio tontuela capaz de imantar pantallas. Tanto, que todos esperan que gane básicamente para ver si repite o no el tropezón rumbo al escenario, tal como ocurrió el año pasado. A favor de la segunda, está la interpretación de un papel a medida del paladar oscarizable, con hectolitros de lágrimas, gritos y una actuación al borde del estallido. Estallido parecido al que genera la italiana La grande bellezza, grandísima favorita entre las producciones extranjeras. Favoritismo que en el rubro Animación está del lado de Frozen, una aventura congelada. Será cuestión de esperar hasta las primeras horas del lunes 3 para que cada quien compruebe la eficacia la timba dorada.
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