CINE › MURIó AYER, A LOS 69 AñOS, EL DIRECTOR, GUIONISTA Y ACTOR HAROLD RAMIS
Influyó en la llamada Nueva Comedia Americana, escribió el guión de Saturday Night Live y dirigió Analízame, entre otras. Pero será recordado como el realizador de Hechizo del tiempo, ese hitazo de los ’90 que todavía conmueve y hace reír.
› Por Ezequiel Boetti
Es una triste paradoja que aquel que durante décadas se dedicó al complejísimo oficio de robar carcajadas hoy genere tristeza y desconsuelo, marcando que incluso a aquellos que eligen no tomarse la vida demasiado en serio riéndose de ella les llega su hora. La del guionista, director y actor Harold Ramis llegó ayer por la tarde. Lo encontró en su casa de Chicago, con 69 años y convaleciente de una enfermedad que lo aquejaba desde hacía cuatro años llamada vasculitis, cuyo principal síntoma es la inflamación de los vasos sanguíneos. Lo lloran especialmente aquellos memoriosos que en la última parte de los setenta veían, seguramente sin saberlo, el futuro de la comedia corporizado en sus guiones escritos para Saturday Night Live y películas como Animal House, Stripes y Caddyshack, esta última además dirigida por él (dicho sea de paso, no hay exponente de la Nueva Comedia Americana que no encuentre, más o menos tangencialmente, su filiación directa con los films de aquellos años). También lo lloran aquellos que recuerdan esa cara alargada como el rostro del doctor Egon en Los cazafantasmas I y II. Y muchos no lo lloran, pero deberían, ya que el que se fue es el hombre detrás de la alegría melancólica y reflexiva de ese must de la rotación del cable que fue, es y será Hechizo del tiempo.
Nacido en 1944, Harold Ramis tuvo uno de sus primeros trabajos en el rubro editando la sección cómica de la revista Playboy durante fines de los ’60. Allí empezó a darle forma a una de las claves de su humor y, por qué no, el de gran parte de las generaciones que hoy campean en el estilo. Al fin y al cabo, la operatoria desplegada tanto por él como por sus coetáneos David Zucker, Jim Abrahams y Jerry Zucker consistía en tomar la cotidianidad y magnificarle sus detalles en apariencia insignificantes hasta volverla prácticamente irreconocible, exhibiendo en primer plano el absurdo circundante. Recordar si no el particularísimo club de golf de Caddyshack o la experiencia veraniega de Chevy Chase en Vacaciones, guionada por otro grande, John Hughes. A medida que el vanguardismo de Saturday Night Live devenía en presente continuo y los actores pasaban a la pantalla grande, Ramis formó un tándem de lujo con Ivan Reitman. Con el primero como guionista y el segundo como director figuran Meatballs, El pelotón chiflado y el díptico de Los cazafantasmas. Es cierto que este último está más cerca de la comedia familiar lavadita que del habitual estilo más salvaje de SNL, pero también debe reconocérsele que le sirvió a Ramis para convertirse en una figura conocida.
Tal como ocurre hoy con Will Ferrell, Seth Rogen, Michael Cera, Paul Rudd, Jonah Hill y Jason Segel en las películas de Adam McKay, Judd Apatow, Nicholas Stoller, Ben Stiller y David Wain, por nombrar sólo a los directores más representativos de la NCA, en los ’80 también era habitual ver los mismos rostros tanto en los proyectos de Ramis como en los de Reitman, los Zucker y Abrahams: Chevy Chase, Ricky Morains y por sobre todo él, Bill Murray. Quizá porque se conocían al dedillo (fueron compañeros en el Second City Improvisational Theater Troupe de Chicago) o por la amistad que los unió (con los años se distanciarían), Murray encontró en los textos de Ramis el vehículo ideal para explotar su capacidad para su comicidad introspectiva. La alquimia fue perfecta y el resultado fue Hechizo del tiempo.
Estrenada a comienzos de marzo de 1993, se convertiría en la primera muestra de la falta de sagacidad del público argentino para entrever el carácter extraordinario de aquellas comedias destinadas a convertirse en imperecederas (la segunda sería Zoolander, en febrero de 2002). A ésta no la vio nadie y duró en cartelera menos que un lirio. Pero el VHS ya era una realidad, el cable empezaba a masificarse y fue justamente allí, en la posibilidad de reiteración crónica que la mismísima película planteaba, que Groundhog Day encontró su status de clásico. El asunto es conocido: un periodista malhumorado y desganado viaja a un pueblo para cubrir las predicciones meteorológicas del animal del título y queda atrapado. Atrapado geográficamente (una tormenta de nieve le impide volver a la ruta), pero también cronológicamente, ya que de allí todos sus despertares serán el mismo: 2 de febrero.
Ramis utilizó la reiteración situacional para desplegar una galería de gags tan geniales como sutiles, con el protagonista sacándole el jugo a la situación aprovechándose de su capacidad previsora, hasta que termina enamorándose de su compañera de trabajo interpretada por Andie MacDowell. “Lo lindo de Hechizo del tiempo es la forma en la que el personaje de Murray parece contrariar la naturaleza afásica del comediante. Para romper el círculo de la repetición debe salirse de las casillas, reinventarse todos los días improvisándose como gangster, héroe, amante, sabiendo que los desbordes están permitidos porque cada personaje está obligado a caer cada mañana”, analizan Patrice Blouin y Jean-Marc Lalanne en el número especial sobre la Nueva Comedia Americana publicado este mes por Los Inrockuptibles.
Más tarde vendrían Stuart Saves His Family, spin off con uno de los personajes centrales de Saturday Night Live, y el posterior vuelco definitivo a la comedia masiva y familiar con Analízame, con Robert De Niro en el papel de un mafioso con problemas emocionales y Billy Crystal como su particular analista; Al diablo con el diablo, con Brendan Fraser y Elizabeth Hurley, y la secuela de la primera, Analízate. Después sería el turno de la mucho más oscura The ice harvest y la que sería su última película, Año uno, con un Jack Black particularmente insoportable. Su trabajo final fue un capítulo de la extraordinaria serie The Office. Ramis, quizá loopeado en el almanaque, sabía que su carrera merecía un cierre a la altura de las circunstancias.
Hollywood no tardó en reaccionar a la muerte de Harold Ramis. “Se ganó su lugar en este plantea. Que Dios lo bendiga”, manifestó Bill Murray. Otro ex cazafantasma que habló fue Dan Aykroyd, quien dijo estar “profundamente triste por la muerte de su brillante y gracioso amigo, coescritor y maestro”. A su vez, Ivan Reitman, socio creativo de Ramis en varios films, afirmó: “El mundo ha perdido a un comediante maravilloso y verdaderamente original. El tenía la mente más ágil que jamás vi”. Por último, Judd Apatow, quien dirigió a Ramis en Ligeramente embarazada, reconoció que “fue el autor de casi todas las películas que le hicieron querer convertirse en un director de comedias”.
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