Jueves, 13 de marzo de 2014 | Hoy
CINE › ELLA, DE SPIKE JONZE, CON JOAQUIN PHOENIX Y LA VOZ DE SCARLETT JOHANSSON
Samantha sería la mujer perfecta... si no fuera que no es mujer. Graciosa, amable y siempre bien dispuesta, acompaña al triste héroe de la nueva película del director de ¿Quieres ser John Malkovich? a todas partes, en forma de adminículo portable.
Por Horacio Bernades
“No me interesa lo que sé cómo resolver de antemano”, aseguraba Spike Jonze en la entrevista publicada ayer en Página/12. Nominada a cinco Oscars –de los cuales ganó el de Mejor Guión Original– y rankeada entre las mejores del 2013 por casi todas las asociaciones de críticos estadounidenses, Ella es la mejor prueba de que el realizador de ¿Quieres ser John Malkovich? y El ladrón de orquídeas no miente ni exagera. En los papeles, una historia imposible: la love story entre un señor y un sistema operativo con voz de mujer. Imposible no tanto de creer (cualquier cosa puede creerse, si el ilusionista sabe cómo practicar su ilusión) como de representar (uno de sus polos es un smartphone, o minitablet, o algo así) y, tal vez, imaginar: ¿cómo se concreta, qué forma tiene ese amor entre hombre e inteligencia artificial? Spike Jonze ha dado la batalla y aunque no es seguro que la haya ganado del todo, las armas puestas en juego son genuinas y coherentes. Productivas, en el sentido de que producen cosas en el espectador.
En términos de diseño de producción, el opus 4 del videoartista favorito de Björk y los Beastie Boys se parece a Shame, del Steve McQueen que no es Steve McQueen. Los Angeles parece aquí una superproducción minimal: un paisaje de edificios y plazas secas con mucho vidrio, ventanales y neón, donde todo son líneas rectas y grandes espacios, en los que la gente circula como mónadas, cada cual en lo suyo. Escritor dedicado a la redacción de bellas cartas a pedido, en un sitio de Internet ad hoc, Theodore Twombly (Joaquin Phoenix, actuando de adentro hacia afuera) es un hombre gentil, solitario y tristón. Camina, attaché en mano, con los hombros algo caídos. Llega a su casa y juega con unos hologramas o practica sexo telefónico, con el paradójico resultado de que la que goza parecería ser la operadora sexual, no él. Tras divorciarse de Catherine, su amor de toda la vida (Rooney Mara), Theodore está en un típico estado de desolación post separación. Hasta que da con Samantha.
Samantha (la voz ronroneante de Scarlet Johansson) sería la mujer perfecta... si no fuera que no es mujer, sino sistema operativo. Es graciosa, amable, siempre bien dispuesta. De un nivel de erudición obviamente fuera de toda comparación, acompaña a Theo a todas partes, en forma de adminículo portable, con el que él habla por la calle (como habla la gente hoy en día, por celu sin manos). Y, claro, detallecito importante, Twombly (apellido que suena a “desplomarse”) se conecta y desconecta cuando se le canta. Se podría pensar que Samantha es la mujer ideal del tipo que no quiere tener problemas con las mujeres, como en una envenenada discusión Catherine le echa en cara. Sin embargo, el que más se enamora, y se pone celoso, y sufre, es él. ¿El operativista operado, acaso?
No parece que la fábula vaya por ese lado, ya que toda la puesta está armada en función de la empatía con el protagonista, que es lo más bueno que hay. Retomando la comparación con Shame, en términos de punto de vista Ella es el opuesto por el vértice a la película de McQueen. Quien curiosamente viene, como Jonze, de las artes visuales. Pero éste no sólo no tiene, como su colega, la menor intención de “hacer pagar los pecados” a su héroe, sino que la película, al contrario de la del latiguero McQueen, más que una posición prefijada parece ir desarrollándose a medida que organiza su puesta en escena (modo de trabajo que Jonze asume como propio en la entrevista mencionada). ¿Peca Ella, por el contrario, de exceso de naïveté, al hacer de Twombly una suerte de Bambi del inmediato futuro? (No hay precisiones temporales, pero el mundo que la película muestra es como éste, dentro de unos añitos.) Puede ser, pero conviene tener en cuenta que en el momento en que la película lo aborda, Theodore le suma, a un trabajo degradado (es un escritor que escribe cartas de amor), una reciente ruptura, que lo dejó devastado. De allí la tristeza y vulnerabilidad que transmite. Que es inmensa, tanto por la extraordinaria actuación de Phoenix como por la muy sensorial puesta en escena.
¿Que es un mundo muy de diseño el de Ella? Bueno, sí, ése es el recorte social y ambiental que Jonze decidió practicar. Sería un defecto (gravísimo) si la película transcurriera en un ambiente pobre o miserable. No es el caso. ¿Que la película recula ante la posibilidad de que el hombre y la máquina sean felices for ever after? No recula. Simplemente no cree que, a la larga, eso sea posible. ¿Por qué pedirle a Jonze que sea Cronenberg? Jonze cree, por lo que la película deja ver, que durante cierto tiempo un hombre solitario puede tener la ilusión de haberse enamorado de su compu. Pero que ese “amor” tiene límites. Por eso, si algo queda son dos personas solas y abrazadas, en medio de una suerte de nada. Por muy tecnos que nos hayamos puesto, tal vez sigamos necesitando, for ever after, esa fuente de calorcito que está en el otro.
8-ELLA
(Her, EE.UU., 2013)
Dirección y guión: Spike Jonze.
Fotografía: Hoyte Van Hoytema.
Música: Arcade Fire.
Duración: 126 minutos.
Intérpretes: Joaquin Phoenix, Amy Adams, Rooney Mara, Olivia Wilde, Chris Pratt y Scarlet Johansson.
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