Sábado, 14 de junio de 2014 | Hoy
CINE › EL LANZAMIENTO DE LA FUNDACION GERARDO VALLEJO
Con sede en Tucumán y próximamente en Buenos Aires, la iniciativa de un grupo de amigos y la viuda del director busca poner al alcance del público un variado testimonio de su obra, iniciada al calor de los documentalistas del Grupo Cine Liberación.
Por Oscar Ranzani
El director tucumano Gerardo Vallejo fue parte de la esencia del cine militante de los ’60 y ’70, y es recordado por haber dejado una obra políticamente comprometida, desde El camino hacia la muerte del Viejo Reales, película emblemática sobre la explotación de los trabajadores azucareros –de la que también fue guionista y productor–, hasta el film que lo devolvió del exilio, tras el regreso de la democracia, El rigor del destino (1985). Surgido de la Escuela de Cine Documental que dirigía el legendario Fernando Birri, Vallejo integró el histórico Grupo Cine Liberación, junto a Fernando “Pino” Solanas y Octavio Getino, y formó parte del equipo de La hora de los hornos. Identificado fuertemente con el peronismo, entre 1972 y 1974 registró Testimonios de Tucumán, una serie de 24 cortometrajes, producidos por la Universidad Nacional de Tucumán y la Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera (Fotia), que se difundieron por la TV regional. En diciembre de 1974 una bomba estalló en la casa de sus padres en Tucumán y debió afrontar un prolongado exilio. Previo paso por Panamá, donde conoció a Omar Torrijos, Vallejo partió hacia España: allí filmó Reflexiones de un salvaje (1978) y escribió el libro Un camino hacia el cine. Su última película, antes de morir el 6 de febrero de 2007, fue Martín Fierro, el ave solitaria, versión libre del poema de José Hernández. Toda esta información estará narrada en actividades de la flamante Fundación Gerardo Vallejo, presidida por su hermano Eduardo y cuya socia fundadora es su viuda, Eva Piwowarski, productora, realizadora audiovisual y gestora cultural.
La presentación se realizó el jueves en el restaurante El General, donde Piwowarski comentó los objetivos y luego se exhibió un video homenaje a Vallejo. El clima de la velada fue el de una reunión de amigos para recordar al cineasta en toda su dimensión: como profesional, como militante y como amigo. Varios compañeros contaron experiencias junto a Vallejo: desde anécdotas políticas, pasando por confesiones íntimas hasta relatos de su manera de trabajar en equipo, los testimonios fueron elevando las emociones. Porque “emoción” fue la palabra con la que desde Martín García hasta Jorge Rachid sobrevoló los comentarios, casi como si Vallejo estuviera presente.
Piwowarski comentó a Página/12 el motivo de crear la Fundación en Tucumán que, a futuro, también tendrá una sede en la provincia de Buenos Aires. “Luego de la muerte de una persona pública, en general, hay muchos problemas por el tema patrimonial para definir qué se hace”, comenzó. “En este caso hay una gran dispersión porque Gerardo sufrió exilios, hay cosas que dejó en Tucumán y era muy difícil recuperarlas. Además está lo que quedó en manos de la familia y muchas de esas cosas tienen valor público. Para una familia resulta una responsabilidad excesiva. En general, se pierde o se dispersa y yo consideré que debíamos hacer algo para que el patrimonio se convirtiera en algo de acceso público y esté en Tucumán.” Su viuda recuerda que “Gerardo siempre soñó con su regreso a Tucumán y nunca lo consiguió, aunque hizo películas en su provincia. Es una manera de recuperar la identidad del chango y ponerla en valor allá”.
Piwowarski agradeció el apoyo de las autoridades culturales de Tucumán y del gobernador José Alperovich. “Hablamos de crear un museo que, tal vez, no sea sólo un museo del patrimonio audiovisual de Gerardo, sino para el cine tucumano, que hoy es una actividad muy vital. Y algo que sea vivo, un centro de estudios, un lugar donde también se pueda hacer capacitación. Porque uno de los perfiles de Gerardo fue ser docente. Dejó un legado muy importante”, relató su viuda.
La primera actividad oficial de la Fundación será una gran muestra en el 9º Festival Tucumán Cine, en octubre. “Va a ser una muestra que vincule los momentos de su vida con la historia tucumana y la historia nacional y que esa sea la puerta de entrada para que lo que logremos catalogar quede como patrimonio en Tucumán y sea el origen de esta búsqueda que va a llevar años”, admitió Piwowarski. Se exhibirán fotos originales, gigantografías con momentos, personajes y situaciones relevantes, acompañadas de descripciones contextuales. También se podrán ver cartas, escritos, afiches, libros, objetos, cortos, fragmentos de películas, reportajes y se musicalizará la muestra con canciones de las películas de Vallejo, algunas de las cuales se proyectarán con la presencia de actores. Además, se reeditará su libro Un camino hacia el cine y se desarrollarán mesas redondas y debates con destacados artistas e intelectuales. Y no faltará el rincón Cine y Empanadas, donde se contarán anécdotas del realizador: los encargados de relatarlas las acompañarán con una de las comidas más tradicionales de la provincia norteña.
Si bien resulta difícil tomar distancia para hablar de alguien a quien conoció profundamente, Piwowarski analizó a Vallejo como cineasta: “Gerardo fue muy moderno, un tipo comprometido con su pueblo y con una idea muy avanzada sobre el cine. Fue heredero de las mejores tradiciones de Fernando Birri y la Escuela de Cine de Santa Fe, un cine enraizado en el pueblo. Gerardo pensaba el cine desde sus protagonistas. No era un cine antropológico en el sentido clásico ni era una lucubración intelectual. Le prestaba sus ojos, la cámara y todo al protagonista, que siempre era el punto de vista del pueblo. Entonces, era un cine muy generoso”.
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