CINE › CICLO GRATUITO DE WERNER HERZOG EN EL KINO PALAIS
Desde hoy y hasta el 17 de agosto se podrán volver a ver las películas más conocidas del cineasta alemán, pero también algunos cortos que el director de Aguirre, la ira de Dios realizó en sus inicios y documentales poco difundidos.
› Por Oscar Ranzani
Ocho programas componen el extenso ciclo del gran cineasta alemán Werner Herzog que comienza hoy a las 19 en el Kino Palais (Posadas 1725) y culminará el 17 de agosto, con entrada gratuita. A lo largo del ciclo podrán verse algunos cortos que Herzog realizó en sus inicios, documentales poco conocidos, pero tampoco faltan sus clásicos de ficción. Organizado por el Goethe Institut Buenos Aires y Kino Palais, “En foco: Werner Herzog” mostrará en toda su dimensión a uno de los fundadores del Nuevo Cine Alemán. En total, se exhibirán trece obras cinematográficas, entre cortos y largometrajes. Los curadores de esta muestra son Inge Stache, programadora audiovisual del Goethe, y Tomás Dotto, que tiene el mismo cargo en el Kino Palais. “En la historia del cine alemán es uno de los próceres y una de las cuatro figuras más importantes del Nuevo Cine Alemán. No ha perdido vigencia, sino por el contrario a los 71 años sigue filmando y produciendo grandes películas, profundizando un estilo muy particular”, reconoce Stache en diálogo con Página/12.
–A diferencia de otros cineastas que se ubican en un lado o en otro, ¿se puede decir que Herzog tiene una filmografía destacada tanto en el campo del documental como en la ficción?
–Sí, pero es difícil decir que la ficción es pura ficción y el documental, puro documental, porque Herzog es un documentalista especial. El dice que no hay una sola verdad, sino muchas en la misma historia y que la verdad no son sólo hechos. Y que es difícil llegar a ella. Utiliza recursos poco tradicionales. A los propios protagonistas de sus documentales los hace actuar determinadas escenas, por ejemplo. Y en Fitzcarraldo genera hechos como subir un barco por la montaña, que uno puede llegar a pensar si no es un documento creado por él.
–Herzog también “pone el cuerpo” a la hora de filmar como, por ejemplo, sucedió en La Soufrière, cuando permaneció en la isla caribeña de Guadalupe, pese a que estaba siendo evacuada por una erupción volcánica. ¿Usted lo ve así también?
–Absolutamente. Diría que lo hace en la mayoría de los casos. El filmó Fata Morgana y fue arrestado. Filmó Aguirre, la ira de Dios y todo el equipo contó los peligros que tuvieron que pasar atrás de Herzog, que se adentraba en la selva cruzando ríos, sin temor y sin demasiadas precauciones. El es lo que son sus personajes.
–¿Cuál es la verdadera historia detrás de Fitzcarraldo? Se han dicho muchas cosas: desde que Herzog quiso matar al actor Klaus Kinski hasta que hubo un aprovechamiento de los indígenas.
–Es muy difícil determinarlo. El propio Herzog fomenta un poco los mitos a su alrededor. De hecho, en el momento del estreno en Cannes, antes de ver la película se conocían estos hechos con los indígenas. Y no se sabe si eran estrategias del propio Herzog. Por otro lado, teniendo en cuenta su personalidad tan arriesgada, no me caben dudas de que estas situaciones que se relatan son en gran parte verdaderas.
–Ecos de un reino, sobre el ex dictador africano Jean-Bédel Bokassa, ¿es un ensayo sobre la manipulación del poder?
–Sí. Empieza relatando un sueño de los cangrejos: primero había un cangrejo que salía del agua y al final pudre toda la tierra. Eso es una metáfora clara del poder y toda la historia apunta a eso.
–El tema del poder y la locura también está en Aguirre, la ira de Dios. ¿Esta es una combinación temática que fascina a Herzog?
–La locura se desprende de estos personajes preferidos por él. Y el poder aparece y es central. Muchos de sus personajes son, en realidad, antihéroes que difícilmente tienen un lugar dentro de la sociedad.
–También está su abordaje de lo religioso o lo místico, como sucede en Fe y moneda, y también en Campanas de las profundidades. ¿Cómo observa la posición que tiene Herzog frente a este tema?
–Herzog busca ver lo trascendental de la religión. Para él, la religión, la superstición o cualquier creencia funcionan en un mismo nivel, porque tiene el afán de buscar más allá de la esencia de las cosas.
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