Domingo, 7 de septiembre de 2014 | Hoy
CINE › TRES EJERCICIOS DE INTERPRETACION, DEL RUMANO CRISTI PUIU
El ciclo La performance en el cine, de Fundación Proa, permite acercarse a un director que ya ha dado muestras de su talento y que aquí presenta tres pasajes de puro diálogo que reconocen influencias de los Seis cuentos morales, del director francés.
Por Horacio Bernades
En Mi noche con Maud, Jean-Louis Trintignant se pasaba la noche hablándole de la filosofía de Pascal y la contención católica a la increíble Françoise Fabian, que lo escuchaba metida en la cama, mientras él no se movía de su silla. En Tres ejercicios de interpretación, de lo que se habla es de la parábola de los viñateros, pasaje poco conocido de los Evangelios. Pero hay menos sexo latente que en el film de Eric Rohmer. Tres ejercicios de interpretación es la película más reciente del rumano Cristi Puiu, que con su obra maestra La noche del señor Lazarescu echó a rodar el llamado nuevo cine rumano, reforzado más tarde con títulos como 4 meses, 3 semanas, 2 días, Bucarest 12:08 y Aquel martes de navidad. La referencia a la película de Eric Rohmer no es caprichosa: el propio Puiu –de quien en el Bafici 2011 pudo verse su previa Aurora– reconoce que la serie de los Seis cuentos morales fue su mayor inspiración a la hora de plantear su nuevo film.
Presentada en el Festival de Rotterdam 2013, Tres ejercicios de interpretación ocupará desde hoy, a las 18, y durante todos los domingos del mes, la pantalla de ProaCine, como parte del ciclo La performance en el cine, curado por el estadounidense Richard Peña en exclusiva para el centro cultural de la calle Pedro de Mendoza (ver recuadro). “Tres ejercicios de interpretación no es exactamente una película”, afirmó Cristi Puiu en el momento de su presentación en Rotterdam. “Se convirtió en una película.” En 2011, el “fundador” del nuevo cine rumano fue invitado a dictar un taller sobre actuación cinematográfica en la ciudad de Toulouse, Francia. “Yo no sabía exactamente qué iba a hacer”, sigue Puiu, “hasta que me dije a mí mismo: ‘Esta es una buena oportunidad para rehacer Rohmer’”.
No se trataba de una metáfora: el nativo de Bucarest tuvo originalmente la intención de refilmar los Seis cuentos morales, de Rohmer. A mitad de camino cambió de dirección, eligiendo a último momento una fuente disímil: un libro escrito a fines del siglo XIX por el escritor ruso Vladimir Soloviev. Dos libros, en verdad. Uno se llama Tres diálogos; el otro, El relato del Anticristo. De los Tres diálogos, de Soloviev, surgieron los episodios de Tres ejercicios..., con El relato del Anticristo incorporado en el segundo episodio. Con una duración total de 157 minutos (Puiu es de narrar largo), la relación entre los episodios y sus títulos es de difícil discernimiento.
Respetando su fuente literaria, los tres están basados casi enteramente en largos diálogos. En “El ratón está bajo la mesa”, un matrimonio de graduados universitarios invita a almorzar a un viejo amigo y un conocido de éste, soldado de carácter poco amigable, que pasará todo el tiempo amenazando con irse al cine. ¿De qué hablan los otros tres? Primero sobre el estado del mundo, la realidad de la guerra y la posibilidad (o no) de una paz estable. Durante la sobremesa discutirán aquel fragmento de los Evangelios, que cada uno interpreta a su gusto. Lo cual da sentidos múltiples al título de la película, que puede leerse, tanto en relación con la interpretación actoral que le dio origen como con las diversas interpretaciones que pueden hacerse de todo texto, de todo hecho.
En “El gato está sobre la silla”, la charla se da entre una mujer, su hija y una pareja amiga, en el living de la señora. Hablan de temas semejantes a los del episodio previo, con una posición algo más punk aportada por la muchacha (convencida de que la civilización marcha directo hacia el apocalipsis), discutiendo sobre el bien, el mal y el Anticristo. Mientras se aprontan para una sesión de espiritismo –a la que también se hace referencia en el primer episodio– ven una película de Apichatpong Weerasethakul en DVD. Finalmente, en “El mono está en la rama”, cuatro amigas viajan hasta un antiguo depósito de armas, reciclado más tarde como atelier de pintura. Debaten, claro, la parábola de los viñateros, al tiempo que aprontan la sesión de espiritismo que las reunirá con los personajes de los episodios previos.
Filmando con un grupo de actores a los que no conocía de antes, Puiu les dio libertad, pero a partir de consignas fuertes. Los textos del autor ruso podían adaptarse a la actualidad, los diálogos podían improvisarse. Lo que no se podía hacer era cambiar el sentido original de Tres diálogos. El ejercicio al que alude el título es también, claro, de puesta en escena. Puiu filma la primera mitad de “El ratón está bajo la mesa” con un solo plano fijo de unos veinte minutos, que da lugar en el encuadre a los cuatro actores, eligiendo, para la otra mitad, una puesta más clásica, con primeros planos para cada uno de los hablantes. “El gato está sobre la silla” alterna largos planos fijos con travellings de seguimiento, transmitiendo una sensación de inestabilidad que en el episodio previo está ausente. En “El mono está en la rama” el realizador aprovecha la amplitud del decorado, trabajando al límite la profundidad de campo y la escasa luz. Como todo el mundo sabe, una sesión de espiritismo tiene lugar a oscuras, y a esa instancia se dirige el film entero.
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