Jue 19.02.2015
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CINE › SELMA: EL PODER DE UN SUEñO, OTRA BIOGRAFíA PARA COMPETIR EN LOS OSCAR

Más golpe al corazón que reflexión

Como en otros films sobre personajes históricos, el tercer opus de Ava DuVernay, acerca de Martin Luther King Jr., casi nunca abandona la construcción estatuaria, hagiográfica: la idea carcome la forma, el homenaje devora el retrato.

› Por Diego Brodersen

El simple pero relevante hecho de que Selma: El poder de un sueño haya sido dirigida por una mujer “afroamericana” (¡ay, ese eufemismo!) y no haya recibido una nominación en ese rubro –aunque sí como Mejor Película– ha generado en Estados Unidos una buena cantidad de polémicas. Que, por otra parte, en nada se relacionan con los valores o deméritos del film, producido entre otros por Brad Pitt y la presentadora estrella Oprah Winfrey, quien además participa en un pequeño pero simbólico rol. Parece haber incluso algo culposo en las prominentes loas de la crítica norteamericana en su conjunto (en su grandísima mayoría, blanca). Lo cierto es que el tercer largometraje (primero de alto perfil) de Ava DuVernay, que cierra el ciclo local de películas biográficas oscarizadas de esta temporada, está más cerca del video motivacional que del ensayo histórico-biográfico. O al menos del telefilm lineal con futuro de material didáctico para las high schools norteamericanas.

Selma se concentra en un período puntual en la vida de Martin Luther King Jr., con epicentro en las marchas pacíficas sobre el puente Edmund Pettus de la ciudad de Selma, Dallas, en 1965, y la violenta represión de las fuerzas de seguridad locales. El guión de Paul Webb despega con una escena íntima, justo antes de que el gran luchador por los derechos civiles reciba el Premio Nobel de la Paz. Lo que ocurre a continuación anticipa la tonalidad que la película perseguirá hasta las últimas consecuencias: la muerte –en cámara lenta– de cuatro niñas negras en una escuela bautista de Alabama, como consecuencia de un acto terrorista. Que más de un año separe un acontecimiento del otro debería entenderse y disculparse como licencia poética. Inspirador: algo que inspira, que “infunde o hace nacer en el ánimo o la mente afectos, ideas, designios”, según el diccionario de la RAE. Como tantos films basados en vidas célebres, ése es el camino elegido por Selma, en detrimento del más arriesgado y pedregoso derrotero de la reflexión. El golpe al corazón (a los ojos y los oídos, en realidad) es siempre más directo. En particular, cuando los temas que le competen –el racismo y sus terribles consecuencias, la lucha por las libertades individuales y colectivas– son tan duros y amargos.

Como si no hubieran transcurrido más de ochenta años desde aquel Disraeli (1929) con George Arliss, la primera biopic de la era sonora, Selma vuelve a congelar historia, contexto, política y pasiones en una serie de escenas/reservorios de sentido que, por momentos, se acercan al viejo concepto del tableau vivant. Más allá de ciertos detalles que se deslizan aquí y allá en un intento por humanizar la semblanza –como la referencia a las infidelidades amorosas de King–, la película casi nunca abandona la construcción estatuaria, hagiográfica: la idea carcome la forma, el homenaje devora el retrato. Personajes históricos como Malcolm X, J. Edgar Hoover o el presidente Lyndon B. Johnson (el reparto de secundarios incluye a Tom Wilkinson, Martin Sheen y Cuba Gooding Jr., entre muchos otros talentos) desfilan por pantalla y dicen sus parlamentos con convicción e impronta realista. Los encuadres y el montaje, serviciales, acompañan y refuerzan. En el centro, la actuación mimética y precisa (acento, postura, semblante) del británico David Oyelowo como King. Todo muy verosímil, profesional. Y tremendamente apagado, chato, a pesar de las estridencias visuales y sonoras. El triunfo del mensaje por sobre la forma cinematográfica.

5-SELMA: EL PODER DE SUEÑO

Selma; Estados Unidos/Reino Unido, 2014.

Dirección: Ava DuVernay.

Guión: Paul Webb.

Fotografía: Bradford Young.

Montaje: Spencer Averick.

Música: Jason Moran.

Duración: 128 minutos.

Intérpretes: David Oyelowo, Tom Wilkinson, Cuba Gooding Jr., Alessandro Nivola, Giovanni Ribisi, Common, Carmen Ejogo, Tim Roth.

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