CINE › 17ª EDICIóN DEL BUENOS AIRES FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE INDEPENDIENTE
Por culpa de las PASO habrá un día menos de proyecciones, pero eso no significa que haya menos material: entre cortos, medios y largos, entre ficciones, documentales, experimentales e híbridos, el Bafici de este año ofrece un menú de más de 400 títulos.
› Por Ezequiel Boetti
Abril en Buenos Aires, una coordenada de tiempo y espacio sin relevancia particular en el inconsciente del común de los mortales, pero que para la grey cinéfila cifra la posibilidad de subirse a una montaña rusa que durante diez días recorre aquellos recovecos generalmente menos alumbrados de la producción audiovisual mundial. Mundial en el sentido más literal del término: con producciones provenientes desde todos los puntos cardinales del Globo, el Bafici, cuya 17ª edición arranca hoy a las 20 con una función libre y gratuita de The Tale of the Princess Kaguya en el Parque Centenario, ofrecerá su habitual menú compuesto por más de 400 películas, entre cortos, medios y largos, entre ficciones, documentales, experimentales e híbridos, entre nombres consagradísimos y otros ilustres desconocidos que buscarán dejar de serlo. La mala es que el menú deberá deglutirse más rápido que siempre, ya que este año habrá un día menos de proyecciones (serán hasta el 25 de abril), debido a que el que debería ser el domingo de cierre coincide con las PASO porteñas.
Una inmersión en las profundidades del catálogo muestra que la de 2015 no se presenta como una edición con grandes cambios respecto de las anteriores. El tercer festival al mando de Marcelo Panozzo replicará la estructura del último trienio, con las competencias (Internacional, Nacional y Vanguardia y Género) y los jugosos apartados de secciones paralelas, focos y retros como vértebras de la columna artística. También se mantiene el Village Recoleta como punto neurálgico de las proyecciones, el Centro Cultural Recoleta como base operativa y sede de las actividades especiales y un parque de salas orbitándolos: el Cultural San Martín, el Malba, el Planetario, la Fundación Proa, el Artemultiplex Belgrano, el Village Caballito, el auditorio de la Alianza Francesa, el anfiteatro del Parque Centenario y el regreso de la Sala Leopoldo Lugones, parada ineludible del festival desde sus comienzos y ausente en 2014 debido a las extensas refacciones dadas por concluidas hace casi un mes. ¿Entradas? Treinta pesos las generales y veinticinco para estudiantes y jubilados, y todas las funciones de Baficito, retrospectivas y focos.
Si en los últimos años el Festival de Mar del Plata apostó más a amalgamar varios de los títulos más relevantes de la fauna festivalera de la temporada, haciendo gala de su carácter internacional y con especial hincapié en la producción latinoamericana, el Bafici hizo un camino diferente, afianzándose como la principal plataforma de despegue y visibilidad del cine autóctono. Así lo demuestran los más 120 films nacionales de este año. No es casual, entonces, que los films apertura (El cielo del Centauro, regreso de Hugo Santiago a Buenos Aires cuarenta y cinco años después de Invasión, también con proyección esta noche solo para invitados) y clausura (La calle de los pianistas, de Mariano Nante) tengan aquí una pata de su producción. Tampoco la importancia adquirida por el apartado competitivo local a lo largo del último lustro. Integrado por dieciséis contendientes, el de la edición ’15 ofrecerá un balance justo entre directores ya conocidos por los habitués –Daniel Rosenfeld (Al centro de la tierra), Luis Ortega (Lulú), Dominga Sotomayor (Mar), Matías Piñeiro (La princesa de Francia), Rosendo Ruiz (Todo el tiempo del mundo), Juan Villegas (Victoria) y José Celestino Campusano (Placer y martirio)– y otros operaprimistas de los que hasta ahora se sabe poco y nada. “Es un balance que vimos después. En un momento te van entusiasmando las películas más allá de los nombres, que a priori no tienen ningún sentido. Recién cuando se apaga la luz ves si la obra se corresponde con ellos”, dice Panozzo a Página/12.
Otra confirmación es la dètente definitiva en la Guerra Fría entre Bafici y el Festival de Mar del Plata después de años de agarrase de las mechas por tal o cual película. “No nos gustaba cerrarles las puertas a todas las producciones argentinas que habían pasado por allá, muchas a nuestro juicio muy valiosas, y entre ambos festivales nos planteamos que cada uno haga una sección que refleje en el otro la vitalidad del cine argentino. Son los dos festivales más grandes del país y dialogan entre sí”, explica Panozzo. Gracias a esa tregua volverán a incluirse un puñado de títulos nacionales avalados en el catálogo con el sello Mar del Plata, entre ellos La vida de alguien, opus cuatro de un hijo dilecto del Bafici como Ezequiel Acuña.
¿Y la Competencia Internacional? Dieciocho títulos en total, cuatro de ellos nacionales. O tres, si se tiene en cuenta que dos, Días extraños, del colombiano J. S. Quebrada, y La obra del siglo, de Carlos Quintela, suman la mitad ya que se trata de coproducciones con Colombia y Cuba, respectivamente. La esperada El incendio, primera ficción en solitario de Juan Schnitman (El amor (primera parte)), y La mujer de los perros, de Laura Citarella (Ostende) y Verónica Llinás, conforman el dúo ciento por ciento local. Vanguardia y Género, que desde 2013 reemplaza a Cine del Futuro, convirtiéndose así en el cambio más notorio de la era Panozzo, tendrá veintidós películas, entre medios y largometrajes, y a 35 y soltera, de Paula Schargorodsky, como única argentina. Por fuera de la competencias se destacan Ragazzi, del hiperkinético Raúl Perrone; UPA 2! El regreso, dirigida a seis manos por Santiago Giralt, Tamae Garateguy y Camila Toker; y No somos animales, aquella película filmada un par de años atrás por Alejandro Agresti con protagónico de John Cusack. Y hablando de Agresti, también se anuncia una función de El acto en cuestión, en flamante copia restaurada.
En un país que produce más de 75 documentales anuales, es lógico que ellos también ocupen un espacio considerable. Esparcidos por toda la grilla, la oferta es variadísima: desde lo último de Carmen Guarini (Walsh entre nosotros), Tomás Lipgot (Vergüenza y respeto) y Jonathan Perel (Toponimia), pasando por uno centrado en un auténtico personaje del negocio cinematográfico nacional como Pascual Condito (Tras la pantalla), otros dos dedicados a Narcisa Hirsch (Reflejo Narcisa y Narcisa) y los habituales rockumentales del apartado Música. Se recomienda que cada quien desglose la grilla de programación y arme su propio recorrido nac & pop. Oferta, queda claro, no falta.
Este año volverá a repetirse la figura del país invitado, honor que en 2013 recayó en Chile, en 2014 en Israel y ahora en Francia. Podría pensarse que, a diferencia de las ediciones anteriores, aquí el eje no estará tanto en iluminar aquellas zonas más cinematográficamente ajenas al ojo argentino; más bien en “honrar una tradición artística” presente todos y cada uno de los 17 años baficianos, tal como reconoce el director artístico. “Empezamos por Latinoamérica, después Asia y en algún momento teníamos que llegar a Europa. Y uno de los países que más aportó y aporta al Bafici es Francia. Igual, todas las películas de ese país que están en las competencias no son de los grandes nombres, sino que vienen de un lugar de creadores emergentes que nos gusta defender”, aclara. La banderita tricolor atraviesa todas las secciones, desde la función inaugural (El cielo del Centauro es una coproducción) hasta un foco dedicado a la aquí desconocida Pascale Ferran, catalogada por muchos como uno de los talentos más silenciados del país galo. De allí también proviene LA gran invitada del festival, Isabelle Huppert.
La presencia de la protagonista de varios films fundamentales de las últimas tres décadas, trece de los cuales componen la retro dedicada a su obra, es una suerte de redención del Bafici después de la falta de artistas de renombre en las últimas ediciones, hasta ahora el gran punto negro de la gestión del crítico, periodista y editor literario. Y una de las pocas veces –el antecedente más próximo es Maggie Cheung en 2001– que el invitado estelar será una figura conocida por sus trabajos delante de cámara y no detrás. Habla Panozzo: “Huppert es un tipo de figura que no traiciona a un festival que ha tenido a varias de sus películas a lo largo de los años. No estamos empujando por tener un famoso; es una de las mejores actrices de su generación. Filmó con Pialat, Chabrol, Godard, Fererri, Denis, Hong Sang-soo y ahora con Paul Verhoeven, así que es una artista que explora muchos lugares que otras no se animan. Tiene un espíritu acorde con el festival, y el plus de ser una estrella capta mucho la atención y sirve también para que haya más películas para que más público se incorpore al festival por la puerta que más le guste. El foco sigue estando en los directores, pero tener cada tanto la posibilidad de charlar con actores y actrices hace a la diversidad del cine y a la multiplicidad de voces de una disciplina que, a diferencia de la escritura, no se hace en solitario”.
Desde su creación en 2009, el apartado Baficito creció en volumen y calidad, ofreciendo año tras año más y mejores películas. Aquí estarán The Tale of the Princess Kaguya, de Isao Takahata, hijo dilecto de los Estudios Ghibli timoneados durante años por Hayao Miyazaki; Asterix y la residencia de los dioses, primera aventura en 3D del personaje francés; y una retrospectiva de Chuck Jones, figura emblemática de los estudios Warner durante los ’40 y los ’50 y padre de El coyote y el correcaminos, entre otras criaturas fundamentales del mundo del lápiz y el papel. Fundamentales son varios de los clásicos restaurados. Clásicos de aquí y allá: La tregua, Terciopelo azul, Pacto de amor, Rescate en el Barrio Chino, El ansia (¡Tony Scott llegó al Bafici!), La comezón del séptimo año, La dama de Shanghai y, la cerecita, Hechizo del tiempo, notable forma de recordar a su director, Harold Ramis, a poco más de un año de su fallecimiento.
Definitivamente menos conocidas son las películas del granadino José Val del Omar, catalogado por Panozzo durante la presentación de festival como “el genio loco más grande del cine” y objeto de un foco con un puñado de sus trabajos y dos documentales centrados en su figura. La República de Weimar se extendió por sólo quince años durante el período de entreguerras, pero legó un caudal de películas que, aunadas en una sección alusiva y con El doctor Mabuse a la cabeza, avalan una nueva puesta en abismo de las formas con las que el cine inmortaliza su tiempo. Registro del pasado pero también del presente es la sección Perú: Radiografía fílmica de un país, que propone un mapeo audiovisual del país andino. Los focos y retros se completan con un homenaje a Mario Monicelli a cien años de su nacimiento, compuesto por una porción de sus trabajos más reconocidos y una videoinstalación en el Centro Cultural Recoleta curada por Chiara Rapaccini, y otros sobre Luke Fowler y los estudios Heavenly Films.
Habrá también mucho cineasta homenajeando a sus mentores y/o referentes: Altman; Cine del pueblo, una historia itinerante, con José Martínez Suárez; Fassbinder - To love without demands; Filmer Obstinément, rencontre avec Patricio Guzmán; Jia Zhang-ke, un homem de Fenyang (dirige Walter Salles) y Merello x Carreras, todas ellas programadas en Panorama, apartado que no casualmente se guardó para el final. Eliminadas casi todas las subcategorías (Música y Nocturna mantiene su autonomía) un par de años atrás, se trata ahora del área más robusta, ecléctica e inconmensurable de toda la programación, casi un festival dentro del festival. Como es costumbre, aquí suelen encontrarse aquellos nombres propios cuya sola enunciación genera la salivación descontrolada de más de uno. Colocados los baberos, ahora puede decirse que estarán los últimos trabajos de Pedro Costa (Cavalo Dinheiro), Sergei Loznitsa (Maidan), Bruno Dumont (P’tit Quinquin), Frederick Wiseman (National Gallery), Hong Sang-soo (Hill of Freedom), Jafar Panahi (Taxi, ganadora del Oso de Oro en la última Berlinale), Peter Greenaway (Eisenstein en Guanajuato), Lars von Trier (Nymphomaniac), Harun Farocki (Sauerbruch Hutton Architects) y Manoel de Oliveira. Fallecido a comienzos de este mes a los 106 años, el portugués legó un corto de 20 minutos titulado O Velho do restelo que aquí funcionará como involuntario homenaje. A él y también al cine. Lo mismo que, aun con sus rugosidades y polémicas, hace el Bafici todo.
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