Miércoles, 8 de julio de 2015 | Hoy
CINE › ALBERTINA CARRI PRESENTA EL FESTIVAL ASTERISCO
La directora de la muestra de cine lésbico, gay, bisexual, trans, intersexual y queer afirma que “generamos ruptura con el cine comercial, con el cine independiente festivalero y también con los discursos oficiales de aceptación e igualdad”.
Por Oscar Ranzani
Después de un debut exitoso, con una importante concurrencia de público, la segunda edición del Festival Internacional de Cine Lgbtiq Asterisco se realizará este año entre el 14 y el 19 de julio en distintas salas de la ciudad (ver recuadro). Producida por la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, la muestra sobre cine lésbico, gay, bisexual, trans, intersexual y queer ha logrado consolidar un prestigio no sólo por la calidad de las obras sino también por el equipo encargado de seleccionarlas: la cineasta Albertina Carri es la directora artística del festival y también comparte el rol de programadora junto a Fernando Martín Peña y Diego Trerotola. Asterisco le permitirá conocer al público 135 películas de 35 países, que se han pensado para formar parte de las competencias de largometrajes, cortos y Work in Progress, ocho secciones paralelas y cuatro focos. “El concepto que describe a todo el festival es lo disruptivo”, explica Carri, en diálogo con Página/12. Y lo argumenta de la siguiente manera: “No sólo genera ruptura con el cine comercial y con el cine independiente que se muestra en festivales, sino también con los discursos oficiales de aceptación e igualdad. Creo que el gesto de apropiarse del insulto (como las secciones Atrapadas y Vampiras Lesbianas y Otros Monstruos Homoeróticos) genera una ruptura con lo discriminatorio, pero también con lo políticamente correcto y hasta, a veces, solemne de ciertas descripciones del movimiento lgbtiq”.
–Que un festival de estas características esté producido por el Estado da cuenta de un fortalecimiento de las políticas vinculadas a este tipo de temáticas, a diferencia de lo que sucedía antes cuando el cine LGBT era prácticamente un grito de resistencia en la Argentina. ¿Cómo analiza ese cambio?
–Es un hito que el Estado produzca un festival como Asterisco por diversas razones. Por un lado, por la temática y, por otro, por la impronta que tiene el festival. En su primera edición demostró que es un festival anclado profundamente en lo cinematográfico y su preocupación es encontrar otras narrativas, traer otras pantallas, visibilizar un cine que no está habitualmente visbilizado en nuestro país. Y la verdad, que sea una iniciativa del poder público es muy importante porque marca claramente la idea de seguir profundizando las políticas que el Estado mismo ha estado apoyando, como la Ley de Matrimonio Igualitario, la Ley de Fertilización Asistida, la Ley de Identidad de Género. Sin ir más lejos, este año es muy importante para la Ley de Identidad de Género porque finalmente se reglamentó el artículo 11 sobre el acceso a la salud para las personas trans, que es una problemática muy importante para una población históricamente vulnerada, como la población trans. Desde el Estado, es una profundización de políticas que se vienen llevando adelante. Y Asterisco es un festival de cine, pero tiene un montón de actividades paralelas con charlas, muestras de fotos, performances y distintas situaciones que van a suceder en paralelo al festival. Y esto es profundizar el cambio cultural.
–En general, ¿cómo nota que se vio reflejado todo este cambio político en el cine LGBT?
–Es muy difícil hablar de una identidad del cine LGBT argentino porque es muy poco lo que hay. Creo que una referente de ese cine es, sin dudas, Liliana Paolinelli. Goyo Anchou también y, de hecho, tiene una película en competencia este año en el festival: Heterofobia. Yo creo que hubo un cambio muy interesante en los últimos años en el cine. Y, sin dudas, es un reflejo de lo que vino pasando en la sociedad, en general. No por nada después de cinco años de nuestra Ley de Matrimonio Igualitario, Estados Unidos llega (y no por consenso democrático) a la ley de matrimonio igualitario. Quiero decir que hubo un momento de narraciones de resistencia muy solemnes y necesarias denuncias. El año pasado tuvimos la sección El Huevo de la Serpiente, donde denunciábamos políticas estatales criminales contra la población LGBT. Hay países donde todavía se condena la homosexualidad. En ese sentido, el cine fue creciendo y moviéndose dentro de eso. Algo que descubrí viendo cine LGBT sin parar durante estos dos años fue que es un cine muy fresco; por otro lado, muy independiente y muy radical, con una búsqueda muy contundente en términos del “cómo”: cómo plantarnos, cómo contar este ser y estar en el mundo que es lo LGBT. Y más allá de ese cine del presente, hay algo interesante que pasa con el festival: cierto humor; es decir, el salirse de una cuestión netamente solemne.
–¿Por ejemplo?
–Reivindicamos cierto cine que, en realidad, nos presentaba como monstruosas o perversas, como es el cine de terror en la sección Vampiras Lesbianas y Otros Monstruos Homoeróticos. Y este año profundizamos eso con Atrapadas, que es una sección sobre cárceles de mujeres, donde siempre las lesbianas fueron “crueles, abyectas y malditas”. Y había que encerrarlas. Nosotros nos apropiamos de esos discursos, en lugar de hororrizarnos frente a eso. Y lo disfrutamos también, de otro modo.
–Y llega de otra manera, ¿no?
–Claro, exactamente. Y es una invitación a la reflexión porque el festival es una invitación a la discusión, a la charla y al encuentro. ¿Qué sentido tiene hoy hacer un festival de cine cuando el cine circula mucho por Internet? Por un lado, es una curaduría y encontrarte con un cierto criterio, un cierto punto de vista y un cierto cuerpo de obra. Y es la posibilidad de encontrarnos, charlar, discutir, vernos, repensarnos.
–¿Cómo analiza la receptividad que tuvo la primera edición y qué objetivos se propuso para la segunda?
–Para nosotros, la primera edición fue muy sorprendente, por un lado. Y no, también. Somos un equipo de personas ambiciosas, así que pretendíamos llegar a eso. Y sucedió. Nos dios mucha alegría porque hubo 12 mil espectadores que para una primera edición es realmente muy llamativo y sobre todo porque es un festival temático. Rompimos con dos mitos, con dos imposibles. En ese sentido, la segunda edición tiene esa carga: la memoria. Hay que estar a la altura de las circunstancias y, de ser posible, mejorarla. Así que pretendemos que vaya más gente al cine, a pesar del frío.
–¿Hay una diferencia entre lo local y lo internacional en cuanto al cine LGBT o depende más que nada del criterio, la mirada y el punto de vista de cada cineasta?
–Yo creo que depende bastante del punto de vista de cada cineasta. Igual, sin duda, siempre hay movimientos sociales que influyen. En sí mismo, el cine argentino LGBT es todavía un movimiento pequeño, con dos o tres referentes y algunas películas. Por eso, nosotros, en estas operaciones que hacemos con Fernando Martín Peña y Diego Trerotola en la programación, para este año pensamos otra sección que es Bromance Criollo. El bromance es un género que viene del skate: lo inventaron los norteamericanos a partir del “brother”. Y es eso: esos hermanos medio pareja. No me refiero a hermanos de sangre, sino al par, al amigo, digamos. Por ejemplo, tenemos una película de Leonardo Favio: nosotros reinterpretamos Soñar, soñar. También están Rapado, de Martín Rejtman, y los cortos de Acuña. No quiero dejar de mencionar por supuesto a Marco Berger, que es un gran referente; Santiago Giralt, que es otra de las personas que viene haciendo este tipo de cine. Pero todavía el cine LGBT es muy joven para entender si es un movimiento o no.
–Pero en cuanto a las temáticas, ¿difiere la producción argentina de la de otros países? ¿El contexto influye a la hora de crear una obra de este tipo?
–Yo creo que sí. De algún modo, ese joven cine argentino LGBT es un cine muy celebratorio de las identidades y del modo de vida. En ese sentido, pienso que, sin duda, debe tener que ver con el contexto. Igual, a la ley se llegó porque hubo una cantidad de contexto detrás: social, histórico, de organizaciones luchando para que eso sucediera, llegara al Congreso y se discutiera esa ley tan genial.
–En cuanto a los criterios para seleccionar el material, ¿cuánto influye la mirada ideológica y política que tiene una película y cuánto pesa lo artístico o estético?
–Lo que pasa es que lo artístico y lo estético es político. En ese punto, diría que todo es político. Uno de los criterios de selección es que no priorizamos lo temático, sino la calidad cinematográfica, la calidad de la obra en sí misma. La única razón para priorizar lo temático es donde hay personas amenazadas, cuando se trata de muerte; o sea, de políticas estatales criminales. Pero para el resto es lo que mencionaba. Y eso es lo que acercó a la gente al cine: se encontraba realmente con películas.
–¿Por qué pensaron en el Foco Holanda? ¿Tiene que ver con que es un país que fue vanguardia en cuanto al cine LGBT?
–Sí, Holanda tiene un festival LGBT histórico y muy importante. Viene su director, Werner Brokes, a presentar este foco y como jurado de la competencia de cortos. Nos parece que en la continuidad de Asterisco está la posibilidad de presentar también obras de otros momentos y no solamente lo actual. El festival se divide entre las retrospectivas –donde hay cine del ’60, ’70 y ’80, y quizás algo del ’90– y las películas de los últimos años. Pero siempre hay un bache en los festivales en cuanto a qué pasó hace seis o siete años. Y nosotros hace seis o siete años no existíamos. Al no haber memoria, se nos ocurrió poder contar qué pasó en los últimos diez años a través de los focos por países. Y, además, le damos lugar a un festival que ha recorrido mucho, como el LGBT de Holanda.
–¿Cómo definiría el perfil de la sección La piel que habito?
–Es nuestra sección Panorama: el cine del mundo. Es más grande que la competencia. Hay también películas de los últimos tiempos, donde se hacen focos específicos. Este año se hace un foco sobre el director austríaco Hans Scheugl, que también participará como jurado de la competencia de cortos. También se hace un foco sobre Jenni Olson, una directora norteamericana súper interesante. Algunas de sus película se han pasado en el Bafici, pero en esta oportunidad presentará sus cortos y su obra de manera más completa.
Para conocer fechas y horarios de programación: www.festivalasterisco.gob.ar
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