Sábado, 11 de julio de 2015 | Hoy
CINE › OMAR SHARIF (1932-2015), GALAN EGIPCIO DE TALLA INTERNACIONAL
Famoso primero por su participación en Lawrence de Arabia, que le valió su única candidatura al Oscar, y luego por su recordado protagónico en Doctor Zhivago, ambas de David Lean, Sharif también fue leyenda por su afición al juego y las mujeres.
Participó en más de un centenar de películas a lo largo de una carrera que duró más de 60 años, pero es probable que Omar Sharif sea siempre recordado por un único papel, el del pasional y sensible Yuri de Doctor Zhivago, al que prestó la intensidad de una mirada con la que cautivó dentro y fuera de la pantalla. Sus ojos oscuros, su porte elegante y una sonrisa eterna hicieron de Sharif, fallecido ayer los 83 años a raíz de un ataque al corazón, una estrella en el sentido clásico que ha estereotipado Hollywood, con una vida llena de glamour, de romances, de juego y de excesos no siempre contenidos.
Un físico destacable le abrió las puertas del cine en su Egipto natal, donde consiguió un éxito temprano cuando debutó con 22 años en Shaytan alSahra (1954), de Youssef Chahine, tras graduarse en matemáticas y física en la Universidad de El Cairo. Más de una veintena de películas en apenas ocho años le convirtieron en el actor de moda de Egipto hasta que David Lean vio una foto suya cuando buscaba actores árabes para Lawrence de Arabia (1962). El porte de Sharif lo convenció de forma instantánea y aunque en un principio pensaba darle un pequeño papel, el director decidió darle el de uno de los personajes más importantes, el líder árabe Shárif Ali ibn el Kharish. Este papel le valió su única nominación al Oscar y se convirtió en su trampolín internacional. Sin embargo, el actor nunca estuvo satisfecho de su trabajo en la película. En una entrevista por el 50 aniversario de su estreno, Sharif afirmó: “Creo que es un gran filme pero yo no estoy muy bien”.
El éxito de Lawrence de Arabia permitió al director Lean embarcarse en un proyecto ambicioso, la adaptación al cine de la novela de Boris Pasternak, Doctor Zhivago, y desde el primer momento decidió que daría a Sharif el papel protagónico: el doctor Yuri Andreyevich Zhivago. En ese momento Sharif tenía un contrato de exclusividad firmado con Columbia, quien lo “prestó” a la MGM “por tan sólo 15.000 dólares”, como recordó el actor en 1999 en el Festival de Venecia. Yuri tenía una gran lucha interna entre el deber que representaba Tonya (Geraldine Chaplin) y el deseo de Lara (Julie Christie). Sharif logró interpretarlo con delicadeza y la intensidad que siempre ponía en sus personajes. La música compuesta por Maurice Jarre para la película se popularizó atada a los ojos de Sharif y Christie, formando una sociedad que en esos años fue considerada una de las más bellas de la historia del cine.
El papel de Zhivago significó el punto culminante dentro de una carrera que apenas comenzaba, en la que si bien Sharif tuvo actuaciones notables en películas como La caída del imperio romano (1964), La noche de los generales (1967) y La espada y la rosa (1970), nunca volvió a alcanzar el nivel que mostró en Doctor Zhivago. Con 33 años, Sharif se encontró en un punto de inflexión tanto profesional como personal, ya que durante el rodaje de la película se separó del “amor de su vida” –como reconocería años después–, la actriz egipcia Faten Hamama, con la que tuvo un hijo, Tarek. A partir de ese momento Sharif se sintió libre para tener numerosos romances y responder al estereotipo de galán. Entre sus relaciones más famosas estuvieron la que mantuvo durante apenas tres meses con Barbra Streissand, a la que conoció en el rodaje de Funny Girl (1968), y la que lo unió a la francesa Anouk Aimée, con la que trabajó en La cita, (1969), de Sidney Lumet.
“Un mes aquí, otro allá. Cuando estás trabajando en películas, conocés a una mujer y coqueteás con ella para no aburrirte”, dijo Sharif en una de sus últimas entrevistas. “Soy el único actor del mundo que no tiene un centro de vida. Vivo en los hoteles y como en restaurantes. No tengo casa, no tengo hogar y desde 1966 no he vivido con una mujer en una casa. Sólo durante cinco años viví en Hollywood y mi vecino era Elvis Presley. El no pensaba que yo era digno de tenerme por vecino. El sí era una estrella.”
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