Jueves, 27 de agosto de 2015 | Hoy
CINE › EL AGENTE DE C.I.P.O.L., DE GUY RITCHIE, CON HENRY CAVILL Y ARMIE HAMMER
Por Ezequiel Boetti
En Hollywood hay directores que tienden a invisibilizarse detrás de sus películas poniendo todos los elementos que las componen al servicio del nobilísimo objetivo de contar una historia. También están los que son capaces de incluir sus obsesiones temáticas y formales sin resentir ni forzar los mecanismos narrativos, conformando con sus trabajos no tanto una filmografía como una obra. Y están aquellos cuya máxima preocupación es imponer sus marcas cueste lo que cueste, más allá de su pertinencia y su necesidad. A este último grupo pertenece el británico Guy Ritchie. Egresado con honores de la escuela del autoconvencimiento de la propia genialidad, el ex de Madonna vuelve a anteponer sus preferencias estéticas endosándoles una pátina cool, jueguitos visuales y una predisposición constante para el guiño tan canchero como gratuito a una materia prima que pedía a gritos un tratamiento más acorde con su espíritu old fashioned y autoconsciente.
Adaptación de la serie homónima de mediados de los ’60, El agente de C.I.P.O.L. es el contraejemplo perfecto de Misión Imposible: Nación secreta, en la que Christopher McQuarrie exprimió la premisa de espías y contraespías hasta convertirla en una de las mejores películas del año. Ritchie, en cambio, elige ubicarse por sobre el relato haciendo de él una excusa para el “lucimiento” de toda su imaginería audiovisual. Su talento, entonces, pasa por replicar un modelo cómodamente asentado en un tonito cool, trucos de montaje, zooms y paneos digitales, independientemente de que se hable de un grupo de lúmpenes dispuestos a robar un jugoso botín de piedras preciosas (Snatch: Cerdos y diamantes), del ingreso de un jugador compulsivo a los bajofondos de las apuestas (Revolver) o de un icono de la deducción y la lógica detectivescas en pleno siglo XIX (las dos Sherlock Holmes).
Esa batería de artilugios recae sobre la historia de dos agentes secretos, uno soviético (Armie Hammer) y otro estadounidense (Henry “Superman” Cavill), unidos contra su voluntad con el objetivo de encontrar al padre científico de una joven mecánica residente en Alemania oriental, el único capaz de desbaratar los planes nucleares de un malvado millonario italiano. Ese universo socioeconómico, compuesto por partes iguales de glamour, ostentación, mujeres hermosas y tilinguería, y la apelación a una atmósfera por momentos paródica convierten a El agente de C.I.P.O.L. en hija putativa de las primeras James Bond. El problema es que el 11-S obligó a la criatura de Ian Fleming a mutar sofisticación y galantería por pragmatismo físico y dilemas morales, empujando sus films al terreno de los thrillers realistas y sucios de la línea encabezada por Jason Bourne. Consciente de ese cambio de paradigma, el esteta Ritchie esfuma rápidamente la vertiente más lúdica y efímera del relato para adoptar otra mucho más seria y convencional, marcando que el estilo por el estilo mismo servirá para entretener un rato, pero difícilmente alcance para hacer una buena película.
The Man From U.N.C.L.E.;
EE.UU, 2015
Dirección: Guy Ritchie.
Guión: Scott Z. Burns y David C. Wilson, sobre la serie homónima escrita por Sam Rolfe.
Duración: 116 minutos.
Intérpretes: Henry Cavill, Armie Hammer, Alicia Vikander, Elizabeth Debicki, Hugh Grant y Jared Harris.
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