Miami Vice es una de las grandes decepciones del año. No se trata de que la serie en la que se inspira generara mucha expectativa, habida cuenta de que su máximo aporte fue imponer el uso del saco arremangado entre mafiosos y políticos de la época. Lo que alentaba la expectativa eran los antecedentes del director, tanto como el tono exultante con que buena parte de la crítica estadounidense recibió la película. Productor ejecutivo de la serie, director y autor del guión de la versión cinematográfica, Michael Mann es uno de los escasos estilistas de acción con que el cine estadounidense cuenta hoy en día, como lo demostró en Fuego contra fuego o Colateral. En cuanto a las reseñas y para poner un ejemplo, el crítico de The New York Times afirmó, en la edición del 28 de julio pasado, que Miami Vice es “una película de acción para la gente a la que le gusta el cine de arte experimental, y viceversa”. Lo cual suena tentador, claro. Habiendo visto la película, es imposible no pensar que el respetable colega neoyorquino vio más de lo que hay. Infinitamente más.

Lo que hay es una película larga (dos horas y cuarto), grande (costó 133 millones de dólares e insumió como medio año de rodaje) y tan lustrosa como los trajes de seda que lucen los protagonistas. Filmada, como Colateral, en video digital de alta definición, se extrañan aquí personajes como los de aquélla. El problema no es de los actores. Aunque resulta llamativo que, a diferencia de lo que sucedía en Ray y Colateral, lo que más se aprecia esta vez del morocho Jamie Foxx (que hace de Ricardo Tubbs) es la musculatura. En cuanto a Colin Farrell, que encarna al guapetón sureño Sonny Crockett, bastará decir que está a la altura de Don Johnson. Pálido reflejo de Fuego contra fuego, lo que allí eran atravesadas relaciones de los héroes con sus parejas aquí se ve reducido a una escena de sexo (filmada con estética de hotel alojamiento) y otra en la que Farrell y Gong Li bailan salsa muy apretados. Sí, la estrella de Ju Dou y Esposas y concubinas hace de cubana.

De cubana y de mafiosa, ya que todo sucede entre traficantes colombianos y caribeños, agentes del FBI y un grupo de supremacistas blancos. Antes que agarrarse a tiros o generar alguna clase de tensión dramática, todos ellos prefieren enfrascarse en una agotadora serie de gestiones y tramitaciones, en medio de paisajes que evocan a los afiches de las agencias turísticas y registrados con un grano digital que no le sienta del todo bien. Con el handicap de no haber contado con otro guionista que no fuera él mismo, Mann apela a clichés de película de Steven Seagal o Chuck Norris, como el de secuestrar a la novia de uno de los protagonistas. Lo cual hace pensar en Miami Vice como subproducto de acción-high quality. Tal vez sea finalmente ése el subgénero que la película inaugura, antes que el de acción-para-quienes-gustan-del-cine-de-arte-experimental.

5-MIAMI VICE

EE.UU., 2006.

Dirección y guión: Michael Mann.

Fotografía: Dion Beebe.

Intérpretes: Colin Farrell, Jamie Foxx, Gong Li, Naomie Harris, Ciaran Hinds, Justin Theroux, Barry Shabaka Henley y Luis Tosar.