Dom 01.11.2015
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CINE › PETER SOHN Y EL TORTUOSO RECORRIDO DE UN GRAN DINOSAURIO, LO NUEVO DE PIXAR

“Esta fue una película muy desafiante”

El nuevo título del estudio estrella de la animación sufrió un retraso de dieciocho meses, causado por el cambio de director, la reescritura del guión y la salida de sus voces protagonistas. Pero el realizador dice que las dificultades lo hicieron más fuerte.

› Por Tom Teodorczuk *

De a poco se acerca la temporada de los tanques. En la última semana de noviembre, dos días después de la última película de Los juegos del hambre y casi un mes antes del esperadísimo estreno de La fuerza despierta, llegará Un gran dinosaurio, la más reciente producción de ese estudio coloso de la animación llamado Pixar (N. de la R.: en la Argentina se estrenará el 3 de diciembre). La premisa de The good dinosaur es lo que sucedería si el asteroide que borró a los dinosaurios de la faz de la Tierra errara el golpe. Con los gigantes salvados de la extinción, la película narra la relación entre Arlo, un joven Apatosauro huérfano, y un niño de las cavernas llamado Spot.

El estreno de Un gran dinosaurio estaba originalmente planeado para dieciocho meses atrás; nunca estuvo en los planes de Pixar que 2015 fuera el primer año en que se estrenaran dos películas en la misma temporada (Intensa-mente fue uno de los grandes éxitos de este año). El retraso fue causado por un rediseño radical de la película dentro de Pixar, que resultó en el cambio del director y de sus principales protagonistas. Algo que hizo enarcar las cejas en Hollywood, aun teniendo en cuenta los estándares de amplia libertad creativa que imperan desde siempre en la subsidiaria de Disney, originalmente creada como parte del imperio de George Lucas y luego adquirida por Steve Jobs.

Se necesitaría un hombre muy valiente para apostar contra Pixar. Con Toy Story 3 y Monsters Inc. a la cabeza, Pixar ha producido la impactante cantidad de diez de las 100 películas más taquilleras, y ha ganado el Oscar a la Mejor Película Animada siete veces. Los cambios son muy comunes en el campo de la animación (de hecho, Pixar también implementó cambios de director en Ratatouille y Cars 2; Universal descartó a Al Pacino, nada menos, como la voz del icónico Eduardo en Mi villano favorito 2, apenas dos meses antes del estreno). Pero no sucedía desde World War Z, la película de zombies con Brad Pitt, que el fluctuante curso de un tanque de Hollywood fuera escrutado tan de cerca.

Peter Sohn, el realizador de Un gran dinosaurio, está haciendo su debut como director tras trabajar quince años en el departamento de arte, historia y animación de Pixar. Durante una presentación en Toronto, Sohn, que tomó el proyecto de manos del director original Bob Peterson –que había presentado el concepto y lo había desarrollado durante algunos años–, cita el mantra interno de Pixar: “Fallá tan rápido como puedas”. Más tarde, en la suite de un hotel cercano, el exultante Sohn arroja luz sobre la colorida evolución de la película. “Trabajamos en todo, y todo cambió en términos del diseño de personajes y el mundo de la película en sí”, dice. Peterson imaginó Un gran dinosaurio como un estudio esotérico del reptil, inspirado por los dinosaurios en animatronics que vio durante una visita a la Feria Mundial de Nueva York en 1964. Los dinosaurios de la película estaban originalmente modelados en base a los granjeros amish que Peterson vio durante su infancia en Ohio (en Pixar suelen tomarse muy en serio los recuerdos infantiles). La dinámica entre el dinosaurio y el chic era más de una peculiar relación padre-hijo que de la cálida fábula de maduración y superación que terminó siendo.

Sohn, que comenzó Un gran dinosaurio como codirector, explica que la reimaginó como una simple historia de un dinosaurio que, tras la pérdida de su padre, crece para navegar mejor el mundo que lo rodea; en el proceso creó el primer western de Pixar. Se estima que los cambios puestos en marcha llevaron a que 70 empleados se encontraran con un guión completamente reescrito, teniendo que terminarlo en la mitad del tiempo que el estudio habitualmente utiliza. Aun así, Sohn enfatiza que las exigencias de producción fueron necesarias para maximizar las chances de producir una resonancia en los niños (y sus padres). “Fue algo desafiante”, dice sobre la evolución del film. “No sé si fue la más desafiante de Pixar; la mayoría de los películas en las que trabajé pasaron por momentos duros, pero ésta fue especialmente dura porque adoro a Bob y los cambios fueron realmente... porque la prioridad de todos, incluyendo a Bob, era tratar de hacer la mejor película posible”.

Los cambios afectaron a nombre de más alto perfil que Peterson. “Una vez que decidimos que Arlo fuera un personaje más joven, muchas de las voces cambiaron”, dice Sohn. Así quedaron fuera John Lithgow, Neil Patrick Harris y Judy Greer, e ingresaron Sam Elliott y Anna Paquin, además de Raymond Ochoa y Jack Bright como Arlo y Spot. “Encontrar ese sentimiento más juvenil provocó otra clase de acción con todos los personajes que Arlo encuentra”. ¿Y cómo tomaron las noticias las estrellas afectadas? “Es un asunto duro, porque creo que todo lo que hicimos en la versión previa nos ayudó. Tenés que probar cosas que, aun cuando quizás no funcionen, te lleven a otra dirección. Conocer a esos personajes que fueron reemplazados me ayudó a definir otros caminos para explorar”.

Pixar siempre se ha enorgullecido de hacer las cosas de manera diferente a la mayoría en Hollywood. En su cuartel general de California los animadores andan en scooters: Ed Catmull, su presidente, una vez definió la compañía como “la antítesis de las prácticas de agencia libre que prevalecen en la industria del cine... yo creo que la comunidad todavía importa”. Puede asumirse que la enrevesada génesis de Un gran dinosaurio fue todo un test para esa cultura comunitaria; Peterson sigue en Pixar y es el coautor de Finding Dory, la secuela de Buscando a Nemo. “Bob fue un gran mentor para mí”, dice Sohn. “Al mismo tiempo, él sigue allí, sigue siendo amado y sigue usando su talento lo mejor que puede”.

Sohn iguala la realización de Un gran dinosaurio con el propio mensaje de la película: “Es probable que la gente encuentre que el gran tema de la película es ser fuerte, pero va a la simple idea de cómo atravesar el miedo”. Algunos directores de Pixar han abandonado el nido para hacer películas para otros estudios, pero Sohn parece contento con la idea de quedarse allí toda su carrera. “Se ha vuelto una familia para mí”, dice. “Cuando estaba creciendo en New York, todo pasaba por el color de la piel y las minorías que eran separadas y segregadas; los portorriqueños por aquí, los japoneses por allá. Años atrás, cuando estaba en Warner Brothers, cuando terminabas un trabajo todo el mundo era licenciado y tenías que conseguirte otro. Era muy competitivo, un asunto de cortarse la garganta unos a otros. Pixar no trabaja de esa manera. Ellos tratan de crear una comunidad en la que, cuando una película está terminada, podés quedarte y colgarte un poco por ahí”.

Las reacciones a las primeras imágenes de Un gran dinosaurio sugieren que muy probablemente trascienda su turbulencia creativa para proveer momentos icónicos de Pixar, que pueden compartir protagonismo con la escena de los globos en Up y el cambio de dueño de los juguetes al final de Toy Story 3. Ya figura entre algunas de las predicciones de las nominadas al Oscar a la Animación, y además cuenta con el beneficio de que los dinosaurios siguen siendo tanques “calientes”, sobre todo con el éxito de Jurassic World. Recientemente, el estudio reveló su agenda de lanzamientos para los próximos cinco años y algunos observadores de la industria apuntaron que el anuncio de que la secuela de Los Increíbles no está pautada hasta 2019, y que Toy Story 4 fue postergada a junio de 2018 son un indicador de que hay una intención de evitar una repetición de la sinuosa trayectoria de Un gran dinosaurio. Más allá de eso, Sohn insiste conque las dificultades creativas lo han hecho más fuerte. Dialogar con él sobre el proceso de la película recuerda a Picture, el libro de la periodista del New Yorker Lilian Ross sobre los problemas de John Huston con su fallida película de 1951 The red badge of courage (Alma de valiente). Cuando se le menciona a Sohn, dice que tiene especial cariño por ese libro: “Hace una perfecta dupla con las memorias de Katherine Hepburn sobre la realización de La reina africana, que Huston dirigió inmediatamente después. Ese fue todo otro espectro, porque esa película fue exitosa. Siempre hay dos lados de la historia”. Pixar espera que Un gran dinosaurio termine siendo la versión Hepburn.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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