Martes, 1 de marzo de 2016 | Hoy
CINE › TERMINó EL 19ª FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE PUNTA DEL ESTE
La muestra transcurrió sin sorpresas desde lo artístico y con una destacada participación del cine argentino. El galardón a la Mejor Película fue para La luz incidente, de Ariel Rotter. Y el voto del público fue para La patota, de Santiago Mitre.
Por Juan Pablo Cinelli
La jornada final de la decimonovena edición del tradicional Festival Internacional de Cine de Punta del Este (FIC Punta) transcurrió sin sorpresas desde lo artístico y con una destacada participación del cine argentino. Por un lado, el honor de la proyección de clausura le correspondió al último trabajo de Ana Katz, Mi amiga del parque, sin dudas uno de los mejores, sino el mejor film argentino de la temporada 2014, cuyo rol protagónico estuvo a cargo de Julieta Zylberberg, interpretando a una joven madre primeriza que se ve envuelta en una extraña red de situaciones en torno a un grupo de mujeres que se reúnen en la placita del barrio. Debe destacarse que Mi amiga del parque es una coproducción con Uruguay, lo que aportó un condimento extra a su lugar de película de cierre. Asimismo, la designación de los premios Mauricio Litman respondió a criterios de selección que, se puede decir, coinciden de manera amplia con el consenso general y que también ubicaron al cine argentino en un lugar destacado.
Que el gran premio a la Mejor Película haya sido para La luz incidente, de Ariel Rotter, resulta una decisión difícil de discutir. Y una buena noticia para el cine nacional: está claro que el tercer largometraje del director argentino ya se perfila como uno de los grandes títulos del año, habiendo ganado también el premio de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (Fipresci) en la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Tal como ocurrió en el encuentro marplatense, en Punta del Este su protagonista, la actriz Erica Rivas, también fue distinguida con el premio a la Mejor Actuación Femenina. Un reconocimiento que tampoco puede sorprender a nadie, en tanto Rivas viene dando desde hace años sobradas muestras de su talento, tanto en cine como en teatro y televisión, respondiendo con idéntica solvencia tanto al drama como a la comedia. Una versatilidad que La luz incidente expone en su justa magnitud. Rivas interpreta a una joven viuda, madre de dos bebas gemelas, que en los todavía no tan liberados años 60 intenta reconstruir su vida sentimental, pero a quien la trágica ausencia de su marido parece pesarle demasiado. Drama sutil pero con pincelazos muy precisos de comedia que atraviesan la historia con un humor ácido e incómodo, cuenta con el guión de Rotter que es un vehículo inmejorable para que el capacidad de Rivas se ponga de manifiesto de la manera más amplia. Dichos méritos, combinados con los estupendos trabajos de fotografía, arte y vestuario, hacen que los premios recibidos parezcan una cuestión de destino manifiesto. Por el momento La luz incidente tiene previsto su estreno en la Argentina para el mes de junio. Hasta entonces continuará con un itinerario a través de algunos de los festivales más prestigiosos del mundo, entre ellos el de Rotterdam.
Además de los premios a la película de Rotter, el jurado integrado por el actor y la directora argentinos Jean Pierre Noher y Paula de Luque; el actor y director brasileño Nelson Diniz; el escritor uruguayo Hugo Burel y el español Juan María Villar Betancort, decidió entregar el correspondiente a la categoría Mejor Director al portugués radicado en Brasil Ruy Guerra, quien participó del festival con su último trabajo, Casi memoria. Este drama construido a partir de elementos fantásticos, propone un recorrido por la vida de Carlos a través de su propia memoria, que va siendo expuesta a partir del encuentro del protagonista, ya grande, consigo mismo pero cuando aún era joven. De esa improbable reunión y merced un paquete de cartas de su propio padre, Carlos va reencontrando aquellos recuerdos que los caprichos de la memoria se empecinaron en ir desvaneciendo. Más allá de los méritos de la película, la lógica de este galardón parece sostenerse en la carrera de Guerra como cineasta, quien en su juventud formó parte de la generación que dio vida al llamado Cinema Novo, que encabezado por Glauber Rocha sacudió las estructuras del cine brasileño y latinoamericano en la década de 1960. Casi memoria también fue distinguida con una mención a la mejor fotografía. Por su parte, el mexicano Damián Alcázar obtuvo el premio al Mejor Actor de la competencia por su labor protagónica en La delgada línea amarilla, dirigida por su compatriota Celso García. También recibió una mención especial la producción uruguaya Clever, de Federico Borgia y Guillermo Madeiro (Uruguay), destacada como Mejor Opera Prima, en tanto que el voto popular ungió al film argentino La patota, de Santiago Mitre, con el Premio del Público.
FIC Punta cierra así una edición con altibajos. Desde lo estrictamente cinematográfico, el festival presentó una programación acotada pero potente en apariencia, a cargo del crítico uruguayo Jorge Jellinek, en la que además de la competencia también se incluyeron breves pero interesantes secciones especiales. Entre ellas se destaca la que se dedicó a la música, dentro de la cual pudo verse el documental Samba & Jazz, del brasileño Jefferson Melo. Con inteligencia, Melo se encarga de trazar las líneas que vinculan a ambos ritmos de raíces afroamericanas, poniendo relevancia en las evidentes pero poco mencionadas coincidencias culturales entre las comunidades negras de Río de Janeiro y Nueva Orleans, que tanto incluyen lo musical como la tradición del carnaval. También resultó positiva la incorporación de una sección nocturna de cine fantástico que intentó capturar la atención del público más joven y aportó bienvenida variedad a la programación.
Sin embargo, el 19 FIC Punta también padeció dificultades extra cinematográficas. En primer lugar las de orden técnico, sobre todo durante las tres primeras jornadas, todas ellas evitables y que causaron no pocos contratiempos en algunas proyecciones. Esta edición también ofreció a la prensa un marco de trabajo parcial, acotado sólo a algunas jornadas, que impidió realizar una evaluación más orgánica y justa del encuentro. Ambas objeciones tienen origen en un déficit de presupuesto que los organizadores se encargaron de subrayar desde la jornada inaugural, bajo las máscaras de la austeridad y la falta de tiempo. Tiempo y dinero: dos elementos insustituibles a la hora de organizar no sólo un festival de cine con la historia y la tradición del de Punta del Este, sino cualquier evento cultural. Ahora hay todo un año por delante para que la vigésima edición tenga la calidad artística y el nivel de producción que FIC Punta se merece.
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