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Viernes, 22 de abril de 2016

CINE › RELATOS DE INICIACION EN COMPETENCIA

Sueños románticos

Tanto en la portuguesa John From como en la australiana Girl Asleep las desventuras de sus quinceañeras van mucho más allá del cliché. Y en la peruana Rosa Chumbe hay algo de “hacerse grande”.

 Por Diego Brodersen

Girl Asleep o el miedo de Greta a dejar de ser lo que todavía cree ser, una niña.

A falta de uno, el Bafici sumó dos coming-of-age a su programación competitiva internacional. Es decir, dos relatos de iniciación, de paso de la infancia a la adolescencia o de ésta a la adultez. De “hacerse grande”, como reza el nombre de otra sección del festival dedicada íntegramente a esa raza de films. Pero si bien este género cinematográfico por derecho propio es conocido por los espectadores de todo el mundo, se hace necesario aclarar que estos dos exponentes puntuales distan mucho de la simple aplicación de una fórmula. En ambos casos, tanto en la portuguesa John From, de Joao Nicolau, como en la australiana Girl Asleep, dirigida por Rosemary Myers, las cavilaciones y desventuras de sus protagonistas quinceañeras son la excusa para darse una vuelta por el lado más romántico y salvaje de los sueños. El tercer largometraje en concurso presentado al público porteño fue el drama peruano Rosa Chumbe, del director Jonatan Relayze Chiang, cuya protagonista es bastante mayor que las chicas de los otros films, aunque la problemática relación con su hija tiene –y mucho– que ver con su historia.

Rita es muy despierta e inteligente, aunque eso no es de mucha ayuda durante los meses de verano sin escuela. Su mejor amiga, una pelirroja furiosa que vive en el mismo edificio, es el único apoyo en esos días apáticos y largos. Ella y el órgano que duerme el sueño de los justos en una habitación del centro social –que suele tocar durante un rato para saciar el berretín–, donde además hay una muestra sobre arte y fotografía de esa lejana región conocida como Melanesia. La cosa cambia (y mucho) cuando un nuevo vecino llama la atención de Rita. Pero no se trata de un muchacho de su edad, sino de un hombre que duplica sus años, un fotógrafo que vive con su pequeña hija. Rodada en un fílmico que hace que cada color se transforme en una explosión visual (gran recordatorio de las bondades de la imagen analógica), John From da sus primeros pasos como un descendiente indirecto del cine de Eric Rohmer, su poco enfática puesta en escena diseñada para apreciar los bordes y superficies de cada diálogo y movimiento de los personajes.

De a poco, el film, que transcurre en una zona mucho más tranquila que la ajetreada Lisboa –en una clase media confortable que en Portugal parece siempre al borde de la extinción–, comienza a hacer visibles los poros del artificio con esa niebla rotundamente artificial como estandarte. De allí en más, John From se entrega a una fantasía romántica (a veces animada) nutrida de las dos obsesiones de Rita: la vida en esas regiones de Oceanía que se le antojan el colmo de lo exótico y la visión de su vecino, el fotógrafo, como futuro novio/esposo/pareja. El film de Nicolau es indudablemente uno de los más placenteros de ver en esta Competencia Internacional, y un buen recordatorio de que el cine puede conmover sin una pizca de violencia o crueldad, y con trazos tan simples como esos que Rita se pinta en la cara imitando a sus amados melanesios.

El de Girl Asleep es, en principio, un universo bien distinto. Ya desde sus primeras escenas, Rosemary Myers deja en claro que la reconstrucción de los años 70 de su film no intenta caer en el casillero del naturalismo. Como si fuera un Wes Anderson en anfetaminas, el cuadro se llena de pantalones Oxford, cuellos tan anchos como el torso de quien los lleva puestos, vasos de acrílico y todo aquello que el diseñador de arte pudo encontrar en su paseo por los locales de cosas usadas. Pero, atención. Una vez agotada la novedad, se hace evidente que el juego de la realizadora no pasa por el qualité irónico o el diseño visual hueco, aunque sí utilice esas herramientas –y varios clichés del cine teen de ayer y de hoy– como trampolín para lo que realmente le interesa: el miedo de Greta a dejar de ser lo que todavía cree ser, una niña. Como la Rita de John From, Greta también es despierta e inteligente, aunque sus miedos y timideces –y su rebeldía interior ante la homogeneización de actitudes y formas de ser de los que la rodean– no lo dejen traslucir.

Girl Asleep toma nuevo envión luego de que la fiesta de quince en su casa se transforma en un pequeño desastre. No sin antes ofrecerle al espectador una breve y simpática coreografía al intenso ritmo del “Mighty Real” de Sylvester. De allí en más, como una Alicia cruzando el espejo o una Dorothy entrando en Oz (o como Caperucita metiéndose en la boca del bosque), los sueños y pesadillas se apoderan de la película, que se transforma de esa manera en un literal relato iniciático, con pruebas a superar, enemigos a vencer y territorios a conquistar. Tal vez no tenga la sutileza o el vuelo formal de su compañera portuguesa en la competencia, pero hay en Girl Asleep –donde el ingenio supera con creces cualquier deficiencia de su ínfimo presupuesto– muchas más ideas que en varios tanques multimillonarios.

El debut del limeño Jonatan Relayze Chiang presenta algunas jornadas en la vida de Rosa Chumbe, una mujer policía que durante el día deja pasar las horas delante de su escritorio y, por las noches, malgasta sus soles en las maquinitas del casino y en la botella de ron diaria, que será aniquilada antes de la llegada del nuevo amanecer. La relación con su joven hija, quien vive bajo el mismo techo junto a su bebé de poco más de un año, es lo suficientemente tensa como para que la comunicación sea siempre a los gritos, casi sin escucharse. Rosa Chumbe, la película, es escueta y directa, pero más allá de los méritos (que los tiene) de su retrato de una Lima abigarrada y de un personaje apático, devorado por el resentimiento, reutiliza algunos de los leitmotiv del miserabilismo tan común y corriente en cierto cine latinoamericano, en particular durante la última media hora. El final del film puede ser justificado por la corriente subterránea de religiosidad o misticismo que la atraviesa desde un primer momento, aunque es bueno recordar que, como demostrara Johannes en Ordet, el reino de los cielos siempre será de los locos y los niños, nunca de los pecadores arrepentidos.

* John From se exhibe mañana a la 0.10 en Village Caballito 8.

* Girl Asleep va hoy a las 17.30 en Village Recoleta 3 y el domingo a las 20 en el Gaumont.

* Rosa Chumbe se exhibe hoy a las 19.45 en Villa Recoleta 4 y el domingo a las 22.40 en Village Caballito 8.

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