CINE › EL FESTIVAL DE SAN SEBASTIAN SE ACERCA A LOS PREMIOS
Mientras se esperan los premios, que se anuncian hoy, el director danés envió una comedia, filmada en Automavision.
› Por HORACIO BERNADES
Desde San Sebastián
“El film más bonito, en opinión de los espectadores, ha sido Copying Beethoven. Pero la experiencia nos dice que sería demasiado obvio que esta película ganara la Concha de Oro.” Lo afirma Mitxel Ezquiaga, experimentado periodista de El Diario Vasco, y lo cierto es que la película que narra un episodio en la vida del compositor de la Novena Sinfonía –convencional a más no poder– aparece no sólo como la más bonita para el público, sino también para la prensa local. Cuando falta consignar aún la última presentada en competencia (la coproducción balcánica Karaula), Copying Beethoven puntea también, con un promedio de 7,5, la tabla de calificaciones que todos los días publica ese periódico local, y que refleja las opiniones de nueve medios españoles. Un poco por debajo de la de Agnieszka Holland figuran varias de las favoritas de Página/12 (la nipona Hana, el documental Forever y las dos indies estadounidenses, Sleeping Dogs Lie y Delirious). Y la mismísima El camino de San Diego, crédito argentino en Donostia. Ahora a hacer sus apuestas, porque las Conchas vienen marchando.
Más allá del cotilleo pregalardones, el acontecimiento de estos días en San Sebastián fue la presentación, en competencia oficial (fuera de concurso) del nuevo film del danés Lars von Trier, que venía de una única función pública, en el Festival de Copenhague. Se trata de El jefe de todo esto (Direktoren for det Hele/The Boss of It All), pequeña comedia con la que el inventor del Dogma intenta reinventarse a sí mismo, tras haber quedado aplastado por el aparato de sus últimas películas. Cada paso que da Von Trier viene necesariamente precedido de una declaración de intenciones y El jefe de todo esto no es la excepción a esta política. En febrero pasado, en la última edición del Festival de Berlín, Von Trier produjo lo que él mismo denominó (faltaba más) “Declaración de revitalización”. “He reorganizado mis actividades profesionales con el objetivo de recuperar mi entusiasmo original por el cine”, decía. “Durante los últimos años he notado el peso creciente de costumbres estériles (mías y de otros) y siento la necesidad urgente de poner orden en todo esto.”
Liberarse de la rutina y de sistemas de escritura repetidos, reducir el tamaño de las películas y consagrarle más tiempo al rodaje, darles una mayor austeridad a producciones y lanzamientos, eran otras de las autopropuestas que el director de Dogville y Manderlay se fijaba allí. En otras palabras, un Dogma versión 2.0. De hecho, Von Trier se planteó filmar su nueva película otra vez de acuerdo con los postulados del Dogma. “Pero al final no tuve paciencia”, confesó ayer aquí, en la conferencia de prensa brindada tras la primera proyección de El jefe de todo esto. “Aquí” es un decir: como es archisabido, entre sus muchas fobias el director de Contra viento y marea cuenta con la de viajar en avión. Por lo cual la que dio en San Sebastián fue en verdad una videoconferencia, vía Internet. Pero ¿de qué va su nueva película, a la que desde el propio afiche se define como “una comedia de Lars von Trier”?
El hombre, que no es ningún zonzo, debe haber percibido que con sus últimos mastodontes fílmicos, la imagen que el público se estaba formando de él era la de un latoso. De allí que ahora proclame (contra viento y marea, si se permite la expresión) que la que acaba de hacer es “una comedia amable, que cualquiera puede entender”. Así anuncia, en off, en el arranque mismo de Direktoren for det Hele. Agregando, por las dudas, que la película “no es ningún sermón”. Quien haya asistido a esas dos largas peroratas llamadas Dogville y Manderlay no podrá dejar de reconocer que autocrítica no le falta al director de Los idiotas. Sarcasmo tampoco, como demostraba plenamente Las cinco obstrucciones, tal vez su mejor película hasta la fecha. Trono que El jefe de todo esto decididamente no le arrebatará. Graciosa es, en algunos momentos más que en otros. Pero también limitada y repetitiva. Hasta el punto de parecer una “jodita para Tinelli” en versión de luxe.
Filmada en un par de interiores, sin música y con el propio Von Trier como narrador ultra-autorreferente, El jefe... es una historia de simulaciones, como lo era Los idiotas. Una reflexión sobre el poder, como Las cinco obstrucciones. Y una comprobación de que los actores no son los seres que el director de Bailarina en la oscuridad más ama en el mundo, como denunció Björk en su momento (aunque en la conferencia de prensa los actores de ésta se manifestaron chochos de contentos con él). Pequeña fabulita, El jefe... gira alrededor de una sustitución de identidad, con el dueño de una compañía contratando a un actor (Jens Albinus, protagonista de Los idiotas) para que se haga pasar por él, porque el tipo no se anima a asumir su rol. Hay situaciones típicas de una comedia de equivocaciones, más diálogo que acción y varias vueltas de tuerca, pero también una sensación general de estiramiento y más de un chiste entre malo y bobo. “Psé, no está mal”, es una posible conclusión para El jefe de todo esto.
Pero como no hay película de Von Trier que no conlleve algún nuevo y revolucionario dispositivo intelectual o tecnológico, Direktoren... resulta ser la primera jamás filmada en Automavision. ¿Qué es el Automavision? Un sistema que evita la presencia de camarógrafo. ¿Cómo funciona? En base a una programación de encuadres hecha por el director de fotografía, que prevé ciertas correcciones necesarias, en base a los posibles movimientos de los actores en el cuadro. ¿Qué resultados concretos arroja? Que de pronto el encuadre queda descompensado, con mucho “aire” arriba o a los costados, o con el rostro de los actores cortado en los bordes. ¿Para qué sirve? Habría que preguntarle a Von Trier. ¿Nadie se lo preguntó durante la conferencia de prensa? Sí, Página/12. ¿Qué contestó Von Trier? Nada, que con este sistema se había sentido más relajado filmando y cosas así. Viendo la película, la impresión que queda es que con Automavision se pierde más de lo que se gana. Pero si El Director de Todo Esto lo dice, así será.
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