Mar 20.09.2016
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CINE › CICLO SHOHEI IMAMURA EN LA SALA LEOPOLDO LUGONES EXTRAMUROS

La irresistible ley del deseo

La muestra dedicada al gran maestro japonés, impulsor de la Nueva Ola del cine de su país, estará integrada por ocho films enviados especialmente desde Tokio por The Japan Foundation en copias 35mm y que dan cuenta de la obra de Imamura desconocida en Argentina.

El profundo deseo de los dioses (1968) es una de las obras maestras de Imamura.

Fue dos veces ganador de la Palma de Oro del Festival de Cannes y, sin duda, uno de los grandes directores de la historia del cine mundial. Sin embargo, el japonés Shohei Imamura (1926-2006) es un autor casi desconocido en la Argentina de hoy. Para reparar esa falta y a modo de homenaje –a 90 años de su nacimiento y diez de su muerte– el Complejo Teatral de Buenos Aires y la Fundación Cinemateca Argentina, en colaboración con el Centro Cultural e Informativo de la Embajada de Japón, han organizado un ciclo denominado Shohei Imamura: la ley del deseo, que se llevará a cabo desde hoy y hasta el domingo 2 de octubre en la Sala Leopoldo Lugones, en el marco de su actividad extramuros en el Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551, CABA).

La muestra estará integrada por ocho films –enviados especialmente desde Tokio por The Japan Foundation en copias 35mm– de uno de los realizadores más relevantes de la Nueva Ola japonesa, la generación que cambió radicalmente el rostro del cine nipón a comienzos de los años 60. El ciclo incluye material muy poco difundido y en muchos casos inédito en Argentina. A lo largo de una carrera que conjugó el cine de ficción con el documental, Imamura desarrolló una investigación iconoclasta acerca de “la relación entre la parte baja del cuerpo humano y la parte baja de la estructura social”, según una de sus más famosas declaraciones. Luego de asistir a Yasujiro Ozu en los estudios Shochiku, comenzó su carrera como director en 1958 en la compañía rival Nikkatsu, logrando su primer gran éxito de público y crítica tres años más tarde, con Cerdos y acorazados. Como Ozu, Imamura también hizo films sobre la familia japonesa, aunque rechazando por completo la amabilidad del sensei: sus familias se caracterizan por la violencia, la sexualidad más desembozada y las estructuras de poder opresivas. “Muestro cosas reales utilizando técnicas ficcionales, pero manteniendo la veracidad, es allí donde mi enfoque difiere del de Ozu. El quería que los films tuvieran una estética más evidente, yo deseo que sean más reales”, escribió alguna vez el realizador, a pesar de lo cual su estilo resulta absolutamente inconfundible. El ciclo presenta algunos de sus films más celebrados (aunque nunca estrenados localmente) y otros muy poco vistos, como Mi segundo hermano y Eijanaika, que se presentarán por primera vez en pantalla grande en la Argentina. El ciclo se inicia hoy con Lluvia negra (1989), un título que alude a las partículas radiactivas procedentes de la explosión de las bombas que Estados Unidos lanzó sobre Hiroshima y Nagasaki. Y mañana continúa con Mi segundo hermano (1959), uno de los films menos vistos del gran realizador nipón, basado en el diario personal de una niña zainichi (coreano-japonesa) de diez años, discriminada por su origen.

El jueves se exhibe una de las cumbres de Imamura, Cerdos y acorazados (1961), retrato caótico y crudo del Japón de posguerra, que con un clímax narrativo inolvidable se convirtió en una de las piedras basales de la nueva ola japonesa. El viernes le sigue otro film clave, La mujer insecto (1963): “Mis heroínas son fieles a la realidad. Miren a las mujeres japonesas: son fuertes y sobreviven a los hombres”, declaró alguna vez Imamura. Es el caso de Tomé, nacida en una pequeña villa rural en 1918 y sobreviviente a décadas de conmociones sociales, como también de servidumbres y abusos a manos de varios hombres. Pero el realizador no hace de ella una víctima, creando en Tomé una criatura pragmática del Japón del siglo XX.

El sábado 24 va Intenciones de asesinato (1964) y el domingo 25 El profundo deseo de los dioses (1968), dos títulos también insoslayables, sobre los cuales el historiador del cine japonés James Quandt ha expresado: “Imamura retrata al Japón como un mundo tumultuoso, donde el voyeurismo, la violencia, el fetichismo y el incesto son tan anodinos como recurrentes y en el cual mujeres ‘amorales’, movidas por la sexualidad, luchan por sobrevivir, rechazando los intentos de hombres débiles y dependientes por controlarlas”.

* La agenda completa y los horarios del ciclo pueden consultarse en http://complejoteatral.gob.ar/ver/cine

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