CINE › “LOS SUICIDAS”, SEGUNDO LARGO DE JUAN VILLEGAS
› Por Horacio Bernades
Ya en la introducción de Los suicidas, cuando Daniel Hendler parecería estar leyendo su relato en off, se tiene una primera señal de que algo no funciona en este segundo film de Juan Villegas. Aun suponiendo que la apuesta haya consistido en atenuar todo énfasis, desdibujar toda carga dramática y desinteresarse por la mera progresión narrativa, el resultado no deja de percibirse como fallido. Esto, tanto en términos de relato como de puesta en escena, de actuaciones y de atmósferas, de interés dramático o tensión narrativa. Raro, viniendo de un realizador, guionista y crítico cinematográfico que con Sábado había dejado la sensación de saber perfectamente qué se proponía lograr y cómo alcanzarlo.
Mientras que en Sábado los cruces azarosos y diálogos desencontrados transmitían con certeza una idea de absurdo, jugada en clave de comedia, en esta ocasión –sobre la base de un relato de Antonio Di Benedetto– se impone un tono grave y reconcentrado, en sintonía con su tema. Tema que el propio título deja bien claro, quedando por ver a quiénes alude el plural. “Mi padre se suicidó el día de mi cumpleaños, cuando yo tenía cinco”, dice Daniel (Hendler, actor fetiche de Villegas) en el comienzo mismo de la película. Consumidor en cadena de cafés y cigarrillos –como lo dictamina el lugar común, tratándose de un periodista–, Daniel cuenta con una larga docena de suicidios en su familia. Teniendo en cuenta que el padre lo hizo a los 30, se entiende que la inminencia del trigésimo cumpleaños cobre, para Daniel, un carácter francamente ominoso.
La obsesión del protagonista con un posible gen familiar del suicidio no hará más que acrecentarse cuando el jefe de redacción le encargue la investigación de un caso de muerte por mano propia. Caso que por alguna razón difícil de comprender parecería ser, para el medio en el que trabaja Daniel, de esos que justifican parar las máquinas. Esa investigación, y lo que ella despierta en el protagonista, constituye uno de los ejes del relato. El otro, que corre en paralelo, es el estudio del mundo afectivo de Daniel, dividido entre una novia con quien las cosas no andan bien (Camila Toker, también presente en Sábado y protagonista de Ana y los otros) y una fotógrafa a la que dice no soportar, aunque es evidente que lo atrae (Leonora Balcarce, la chica de El amor, primera parte).
Ninguna de ambas líneas llega a funcionar. La del posible thriller, porque está claro que a Villegas no le interesa desarrollarla (pero sin embargo no termina de descartarla del todo). La otra, porque con personajes como el terceto protagónico de Los suicidas –que oscilan del hastío convivencial al desgano erótico y de allí a la indiferencia, el recelo o la agresividad solapada– se hace difícil construir algo parecido a un discurso amoroso. Pero si Los suicidas hace agua, no es sólo en el plano narrativo o de definición de personajes. Aun haciendo la vista gorda ante elementales insuficiencias técnicas (en todas las escenas entre Camila Toker y Hendler, a ella se hace casi imposible oírla), sorprende la pobre dimensión visual del opus dos de Villegas. Sobre todo, teniendo en cuenta la sistemática utilización de planos-secuencia y planos americanos, que le daban a Sábado una homogeneidad estética que Los suicidas no tiene.
5-LOS SUICIDAS
Argentina, 2005.
Dirección y guión: Juan Villegas.
Intérpretes: Daniel Hendler, Leonora Balcarce, Camila Toker.
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