CINE › UN DIRECTOR PORNO OFRECE CONCRETAR FANTASIAS Y LAS INCLUYE EN SUS FILMS
El cineasta César Jones convocó a gente común para el casting de su última película, Temporada alta, en atípica experiencia de cine servicio, que ayuda a cumplir un deseo sexual postergado “como respuesta a la cáscara deleznable de los reality shows”, según declara.
› Por Julián Gorodischer
El cineasta les propone cumplir sus fantasías más íntimas, esas que imaginaron estando a solas o en pareja sin atreverse, todavía, a convertir en acto. El marketing del sueño sexual realizado es más fuerte que el dinero; aquí no hay pago de honorarios pero sí un buen anzuelo que convocó la última vez a 50 interesados al casting de Temporada alta, la película porno de César Jones que se estrena (en videoclubes y kioscos de revistas) el próximo 31 de enero. Acuden a la cita el propio Jones, un platense que desde su docurreality Pornumental entendió que era más barato y dramáticamente provechoso hacerlo con aficionados que con profesionales, junto con Bibi Rozz y Brandon (nombres de fantasía), dos que cayeron en las redes y asumieron sus deseos postergados: hacerlo con una chica (para ella) y participar de una doble penetración vaginal (para él). César Jones conoce de memoria las reglas de este juego; la clave para seguir atrayendo debutantes. A todo dice que sí.
César Jones no les permitió empezar suavemente; no contempló que Bibi Rozz y Brandon tuvieran su adaptación. La trama de Temporada alta, el film en cuestión, indica: “Es una ucronía –sintetiza Jones–, que plantea la hipótesis de que el incesto, el libertinaje, la prostitución se ejercen sin tabú ni censuras, corrida de los mandatos sexuales que vivimos cotidianamente”. En resumen: la hija (Bibi) y la madre le practican sexo oral al padre a la hora del desayuno. El día en que el director decidió que trabajaría con civiles imaginó una reacción al reality show, más oportuna este verano en plena maratón de Gran Hermano 4. César argumenta: “Era una respuesta a los realities que pretenden documentar la vida de personas y no logran más que una cáscara deleznable. Iba en busca de una sustancia genuina en el encuentro con los entrevistados. Me encontré con un mundo muy variopinto, con tantas fantasías como personas acudieron al casting”.
Y empezaron a llegar solos o en duplas a la novedosa experiencia de César Jones, que logró trazar un mapa de las preferencias sexuales de Capital y conurbano a partir de un muestreo al azar. ¿Qué desea el universo ampliado de varias clases sociales y edades que acudieron al llamado? “Las parejas constituidas pretendían estar con un tercero, sea hombre, mujer o travesti, y no lo vivían tanto como una fantasía cumplida sino como una experiencia atravesada: en ciertas parejas noté una comunión en un grado muy alto que los llevaba a vivirlo con un grado de libertad admirable.” En las fantasías cumplidas de Temporada alta no hay situaciones entre swingers, porque Jones elige “encuentros con mayor libertad e incertidumbre, que muchas veces los swingers no tienen y que me hacen renegar de ese mundo tan codificado y sin posibilidades ciertas de apertura. Se ve en los avisos de contactos: no a esto, no a aquello”. Jones insiste en que el componente de incertidumbre es fundamental. Por ejemplo, en los castings, el primer encuentro suele ser filmado para que la vacilación forme parte del resultado final.
César Jones pretende alentar la inclusión de una diversidad sexual, que incentive fantasías gays y no convencionales. “Una chica me dijo que su fantasía por excelencia estaba relacionada con la zoofilia, y que había tenido relaciones con un pony a los 17. Pero ésa no se concretó. Las que se realizaron fueron de hombres que querían estar con otros hombres sin venir del mundo gay o bisexual, o la de Bibi Rozz que me planteó un amplio abanico como estar con chicas, participar de escenas de sexo grupal o tener una doble penetración.” Bibi tiene una pareja estable y trabaja como escort, lo que no la inhibe de seguir teniendo fantasías. Al conocerla, César quedó asombrado por el desdoblamiento y por eso la incluyó en el set.
César: –En general los escorts muestran hastío con lo que tiene que ver con el sexo, y a mí eso no me sirve. Bibi tiene la cualidad de disociar una experiencia de la otra.
Bibi Rozz: –Todas las chicas en algún momento tenemos ganas de hacer algo fuera de lo común, más extremo, pero no todas se animan. Se siente: lo disfrutás como experiencia y estás a la expectativa de que salga bien el trabajo. Te esmerás, tratás de hacer lo mejor posible. Estar con terceros me excita mucho. ¿Acaso al que le gusta escribir no escribe aunque no le paguen?
César Jones: –Todo el que viene tiene una cuota de exhibicionismo. Si eso no existe ni lo piensan: no cruzan la raya.
Bibi: –La parte más linda que tengo es la cola; me gustó que me tomen de arriba en el sexo oral, o de costado. Hay una pose que sé que queda bien: estoy parada, con una pierna encima de la cama; el chico se me acerca desde atrás, y desde abajo se puede tomar bien la penetración.
Llega Brandon, gasista matriculado que fantaseaba reiteradamente con participar de la llamada doble vaginal. Su tema –dice– era animarse a mostrarse, no ser tímido. Interrogado sobre un talento o capacidad especial, dice: “Besar, los mimos y las caricias”. Llegado este punto queda claro el aporte de los amateurs a las películas de César Jones: si el protocolo dicta que no habrá besos para las actrices –por lo general– más proclives a la penetración que al intercambio salival, los civiles traen el aire nuevo de una calentura postergada. “Tenía todas las fantasías –asume Brandon–: todo lo que sea tríos. Y me atraía la doble vaginal: si había que hacerlo se hacía.” Su límite fue el sexo con otro hombre; al contacto entre penes durante la doble lo define como un acto de camaradería (entonces queda excluido como acto sexual).
“El trío con el que fantaseaba –sigue el aficionado– era siempre heterosexual. Con mujeres, cualquier cosa.” Para César Jones, que se jacta de eludir los tópicos machistas y misóginos del género tradicional, la doble es tolerada sólo en ocasiones. “En los distintos castings, muchos varones me lo pedían. No necesariamente es una práctica machista: sí en casos en los que es excluyente y compulsiva. Pero como una instancia más de los juegos sexuales, bienvenida.”
César Jones les otorga libertades; sabe que el componente extra (darse un gusto) es fundamental para fundar la experiencia atípica. Brandon define al trato que le dispensaron como muy familiero. Improvisando un poco, Bibi se enganchó con la mamá (“con la actriz que hacía de mi mamá”), exagerando elogios, dedicando piropos (qué linda que estás, ¡ma!) en medio de los besos y la masturbación mutua. Brandon piensa en repetirlo en experiencia próxima, a la que invitaría a su pareja si no se hiciera rogar.
“Lo sexual no está nunca guionado”, revela Brandon, formulando una toma de partido sobre el género que otorga decisión y manejo sobre el material filmado al actor de una porno, convirtiéndolo en el protagonista real de toda esta experiencia. El contrato implícito de las fantasías cumplidas de Jones impone el retroceso del autor, para que se exprese el imaginario de una clase media desaforada. Le gusta imaginarse contribuyendo a una causa civil: un destape progresivo que incrementaría, año tras años, las solicitudes a sus castings. Tal vez ése será el tema de una próxima película. Pero ante tamaña herida narcisista, César Jones podría vacilar. No lo hace; prefiere usufructuar el paso al costado para consagrarse como innovador. ¿En qué consiste su aporte fundamental? Lo resume: “Comunicación en el mejor sentido”.
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