En el circuito de festivales internacionales, el cine oriental sigue mandando, y fuerte. Ultimamente, Corea es la vedette y Tailandia la sorpresa, aunque el cine japonés –fiel a una tradición que tiene en Kurosawa, Ozu y Mizoguchi apenas tres de sus muchos nombres ilustres– sigue siendo hoy una cantera inagotable, en cantidad y calidad. Claro, de esta producción llega poco y nada a la cartelera comercial de Buenos Aires (mas bien nada), por lo cual el ciclo denominado “Nuevo cine japonés + foco Shinobu Yaguchi” que a partir de mañana y hasta el 7 de febrero ocupará la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Avda. Corrientes 1530) viene a paliar esa brecha en la cultura cinéfila.

La muestra –realizada en colaboración con el Centro Cultural e Informativo de la Embajada del Japón– estará integrada por seis films de la más reciente producción nipona, inéditos en Argentina. Se trata de dos nuevos títulos de directores veteranos como Kazuo Kuroki y Yoji Yamada, muy populares en Japón y que recién en los últimos años están consiguiendo un merecido reconocimiento internacional, y del último largometraje del joven realizador Shinobu Yaguchi, de quien además podrán verse tres de sus realizaciones anteriores.

La agenda completa del ciclo es la siguiente: mañana y pasado se verá El rostro de Jizo (2004), de Kazuo Kuroki, protagonizado por la joven superestrella del cine de su país, Tadanobu Asano. El director Kuroki, prominente realizador de la nueva ola japonesa de los años 60, falleció recientemente, en abril de 2006: El rostro de Jizo es su anteúltimo largometraje y se centra en el tema de los hibakusha, nombre con el cual se conoce a los sobrevivientes de la bomba atómica que estalló en la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945. El nombre Jizo en el título del film hace referencia a una divinidad budista que se presenta con la cabeza calva y expresión benigna. Jizo es el dios de los pequeños, pero también el protector de quienes padecen dolor.

El jueves y el viernes va Swing Girls (2004), de Shinobu Yaguchi. Un grupo de adolescentes debe pasar sus vacaciones de verano en la escuela recibiendo clases de matemáticas. Un día se les presenta la oportunidad de escapar un rato del aburrimiento llevándole la comida a la banda de música de la institución, que ha ido a animar al equipo de béisbol. Casi todos los integrantes del grupo terminarán intoxicados, por lo que las chicas deberán reemplazarlos, si es que desean escapar de las clases de matemáticas. Pero para ello deberán practicar y transformarse en verdaderas músicas. ¿Podrán lograrlo sin ningún tipo de ayuda? Luego del enorme éxito de Waterboys, Shinobu Yaguchi vuelve al terreno de la comedia para narrar esta historia de aprendizaje, tanto en la ficción como en la realidad. El realizador optó por un reparto de actrices con escasa o nula experiencia musical, permitiendo que los progresos en esa materia se vieran reflejados en el film a medida que transcurría el rodaje.

El sábado 3 y domingo 4 de febrero están reservados para La espada oculta (2004), de Yoji Yamada, que compitió en la Berlinale de hace dos años, con este film crepuscular, ambientado a mediados del siglo XIX, cuando declinaba la casta guerrera de los samurai. El veterano realizador Yoji Yamada, director de la extensa saga de Tora-san (muy popular en Japón), vuelve al cine de samurais luego del éxito cosechado con su anterior film, El ocaso del samurai. “La última obra de Yoji Yamada podría definirse como una conmovedora historia de amor que transcurre en silencio, con sentimientos que permanecen latentes a lo largo de la narración, sus protagonistas constreñidos por las normas del mundo que les rodea. Hermosa, intimista y humana, La espada oculta presenta pasajes de una inconmensurable belleza”, escribió el crítico español Joaquín R. Fernández.

A partir del lunes 5, se desarrolla el foco Yaguchi, comenzando por Mi jardín secreto (1997). “En su segundo largometraje, el niño mimado del nuevo cine japonés construye una comedia deliciosa y ácida en base a una sucesión de sketches que trabajan sobre la posibilidad de hacer un pastiche de lugares comunes televisivos y cinematográficos. Lo que le da unidad a tantos cuadros y guiños es la protagonista, la modelo Naomi Nishida, en el papel de una mujer cuya vida está absolutamente marcada por la obsesión de obtener dinero. Con una gracia digna de la mejor tradición de la comedia slapstick, Nishida hace que la película brille como parodia y que, a la vez, no traicione la herencia de la comedia japonesa”, apuntó el crítico Marcelo Panozzo,

El martes 6 viene el saque de Adrenaline Drive (1999), tercer opus de Yaguchi. Cuando un escape de gas hace estallar la guarida de un grupo de mafiosos una tímida enfermera y el empleado de una agencia de alquiler de autos se transformarán en el dúo más inesperado de aventureros: casualmente, han conseguido hacerse con un portafolios lleno de dinero. El resto es persecución y escape, mientras los gángsters les pisan los talones a los improvisados héroes. En Adrenaline Drive Yaguchi se anima a mezclar todos los géneros disponibles, logrando una estimulante comedia romántica de ladrones versus ladrones. Uno de los mayores éxitos comerciales del cine nipón de la última década.

El maratón Yaguchi se cierra el miércoles 7 con Waterboys (2001), donde el director vuelve a probar su inusual sentido de la comedia lunática, con la historia de un grupo de alumnos secundarios que forman el primer ballet acuático masculino, desafiando la larga tradición femenina en la materia. Que alguno de esos muchachos ni siquiera sepa nadar es parte del humor de esta comedia pink-pop que desafía las nociones de género. Selección oficial Festival de Toronto.

Para consultar horarios y mayor información, remitirse a www.te

atrosanmartin.com.ar/cine. Precio de las localidades en la Sala Leopoldo Lugones: $ 5 la entrada general y $ 3 para estudiantes y jubilados.