CINE › “EN BUSCA DE LA FELICIDAD”, DE GABRIELE MUCCINO, CON WILL SMITH
› Por Horacio Bernades
Que el hombre esté desesperado por mantener a su familia, en plenas reaganomics de comienzos de los ’80, se entiende. Que patee y patee cada día, intentando colocar sus invendibles scanners de hospital en hospital, es comprensible. Que, intentando zafar de una vez para siempre y aprovechando su velocidad mental, lo intente en el campo de los brokers financieros, por qué no, si ése era el momento ideal para hacerlo. Ahora, que los tiburones de Wall Street sean todos unos viejitos encantadores que se enamoren perdidamente de él y lo inviten al VIP en los partidos de béisbol revela, allá por la mitad de la película, que algo huele mal en En busca de la felicidad. Ni qué hablar de cuando los títulos finales anuncian que el protagonista, salido del arroyo, llegó a tener tanto éxito en el mundo de las finanzas que fundó su propia compañía y terminó ganando una de esas cifras inauditas que ganan los ricos yanquis. O sea: sal y persevera en Estados Unidos, que te harás superrecontramillonario, no importa cuán bajo hayas caído. Y de paso: “¡Viva Reagan!”.
Esta épica del capitalista salvaje de bolsillo empieza siendo una comedia dramática, y debe reconocerse que en los tramos iniciales el italiano Gabriele Muccino sabe llevarla con gracia, soltura y seducción. Este es el primer trabajo de Muccino en Hollywood, tras haberse hecho conocido con Come te nessuno mai (1999, vista aquí en el Bafici) y sobre todo El último beso (2001), donde ya mostraba con amplitud aquellas cualidades, a las que habría que sumarles un nervio, un sentido de urgencia, que se manifestaba en frecuentes corridas contra reloj de los personajes. Es gracioso hasta qué punto los ejecutivos de Hollywood encasillan a la gente: aquí, Will Smith (nominado con justicia al Oscar por su actuación) corre y corre, en largas y vibrantes escenas callejeras por cualquier nimiedad. “Basada en una historia real” (ese cartel letal que suele aparecer al comienzo de las películas), esta es la de un tal Chris Gardner, que como en un relato de la Reader’s Digest habría hecho ese recorrido from rags to riches, como le gusta fabular al imaginario estadounidense.
De dos recursos básicos echa mano el guión de The Pursuit of Happyness (esta última palabra, mal escrita, a propósito, en el título original) para identificar al espectador con el personaje. Uno es el consabido relato off, que funciona como apelación directa, y el otro es el propio Will Smith que, como de costumbre, cumple su cometido con creces. Lo mismo que Jaden Smith, que no es otro que su hijo y aquí hace de hijo de Gardner. Mucho más difícil de digerir es el papel de bruja que le ha tocado en suerte a la pobre Thandie Newton, esposa de Gardner, que se la pasa reprochándole que no traiga plata a casa y termina abandonando a él y al chico, sin siquiera molestarse en un ínfimo llamado telefónico para ver si el purrete se engripó o come todos los días. Esa es la primera advertencia sobre lo que le espera al espectador de allí en más. Incluyendo una misa de pobres en una iglesia evangelista, en la que la oración del predicador funciona como portavoz de la película, prometiendo escalar unas altas montañas que no se sabe si son las del Cielo o Wall Street.
5-EN BUSCA DE LA FELICIDAD
(The Pursuit of Happyness) EE.UU., 2006.
Dirección: Gabriele Muccino.
Guión: Steven Conrad.
Fotografía: Phedon Papamichael.
Intérpretes: Will Smith, Thandie Newton y Jaden Smith.
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