Viernes, 23 de febrero de 2007 | Hoy
CINE › “PLAYA MARISCO”, DE OLIVIER DUCASTEL Y JACQUES MARTINEAU
Lo que en principio parece una simple postal veraniega irá convirtiéndose en un vodevil moderno en el que lo sexual lleva el pulso, para lucimiento de Valeria Bruni-Tedeschi.
Por Horacio Bernades
PLAYA MARISCO
(Crustacés et coquillages)
Francia, 2005.
Dirección y guión: Olivier Ducastel y Jacques Martineau.
Intérpretes: Valeria Bruni-Tedeschi, Gilbert Melki, Jean-Marc Barr, Jacques Bonnaffé, Edouard Collin, Romain Torres y Sabrina Seyvecou.
Un matrimonio de cuarenta y pico, su hijo e hija adolescentes, una linda casa cerca del mar, la luz plena del verano: parecería una postal de lo más tradicional. Sin embargo, de a poquito la postal se irá corroyendo y ellos y algunos allegados bailarán el baile de los deseos, sin tener en cuenta reglas sexuales o maritales. Si la comedia sexual es un género netamente veraniego (tanto en la ficción como en la cartelera), el baile es aquí tan metafórico como literal. Bailan los cuerpos, viajando de uno a otro durante la película, y canta y baila todo el elenco al final, despidiéndose del espectador y recordando algunos films de François Ozon (Gotas que caen sobre rocas calientes, 8 mujeres), por la manera en que las canciones irrumpen en la trama, con insolencia.
“El ramillete hembra se eleva con prestancia y dignidad; el ramillete macho es blando y poco lucido”, le lee Béatrix (Valeria Bruni-Tedeschi) a Marc (Gilbert Melki) en la cama, a la noche. No era necesario subrayarlo. Desde el primer plano de la película está a la vista que ella es flexible, desprejuiciada y sexuada, mientras a él suele vérselo tenso y molesto, sin lucirse demasiado a la hora de ir a la cama. Así como es capaz de reírse hasta cuando el marido la deja con las ganas, Béatrix no se hace mucho problema con que un motoquero treintañero venga a buscar a su hija para llevarla a Portugal o cuando le cae la ficha de que el amigo que su hijo invitó a las vacaciones es gay. “Tus hijos tienen relaciones sexuales”, lo despabila a Marc, que se resiste a aceptarlo.
Sin embargo, nada será como parece. Que Béatrix tenga un amante es previsible, teniendo en cuenta que parece gozar hasta cuando toma sol o anda en bici. Más inesperada será la relación entre su hijo Charly y el amigo, y ni qué hablar de cuando haga su aparición cierto plomero gay, que trae revulsivas revelaciones del pasado (Jean-Marc Barr). En cuanto a la hija... nada. Por algún motivo el guión la deja desaparecer para siempre, o se la olvida a bordo de la moto. Oscilando entre la comedia y el drama (viajando de una a otra, más precisamente), Playa Marisco no pretende escandalizar, porque a esta altura del partido ya no hay cómo hacerlo. A la hora de los símiles sexuales, la película escrita y dirigida por Olivier Ducastel y Jacques Martineau reitera asociaciones con crustáceos y moluscos, duchas y masturbaciones. Comedia suave, amablemente libertina y de alcance mediano, el juego de equívocos sexuales, así como las puertas que se abren y se cierran, prueban que de lo que se trata aquí es de ensayar una suerte de vodevil moderno, al que no le falte un dejo levemente amargo. Pero al final es happy end para todos.
Una vez más, la rubia Valeria Bruni-Tedeschi (Vida en pareja, Una pareja perfecta) resulta más grande que la película que la contiene. Más grande en términos físicos (su cuerpo pesa en cada plano) pero, sobre todo, en términos dramáticos y humanos. Hay que verla pasar de la risueña levedad del comienzo, pura sexualidad despreocupada, al momento en que toma conciencia de que lo de su amante no va en broma, para que no queden dudas de que hay aquí una actriz fuera de lo común, en una película común.
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