Domingo, 25 de febrero de 2007 | Hoy
CINE › 79ª EDICION DE LOS OSCAR DE LA ACADEMIA DE HOLLYWOOD
Babel parece la gran candidata, pero Cartas desde Iwo Jima, de Clint Eastwood, y Los infiltrados, de Martin Scorsese, le pueden dar batalla a la “Banda Latina”. Gustavo Santaolalla va por su segunda estatuilla consecutiva.
Por Luciano Monteagudo
Si algo probó la ceremonia del año pasado es que ya no hay candidatos seguros ni números puestos en la quiniela del Oscar. Cuando todo indicaba –desde las encuestas entre la crítica más informada hasta las casas de apuestas de Las Vegas– que Secreto en la montaña se iba a llevar el premio mayor, a la mejor película, los casi 6000 votantes de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood le dieron finalmente el democrático, sorpresivo triunfo a Vidas cruzadas, una película de la cual, doce meses después, ya casi nadie se acuerda. Entonces, ¿esta noche –transmite TNT a partir de las 22.30– qué puede pasar? ¿La pelea de fondo será entre dos grandes directores, dos figuras ya legendarias de Hollywood, Clint Eastwood y Martin Scorsese? ¿O la denominada “Banda Latina”, con Babel a la cabeza y Penélope Cruz como estandarte, impondrá en los premios el notorio predominio que consolidó en las candidaturas previas? En todo caso, se trata de un año particularmente atípico, donde el castellano e incluso el japonés resuenan de manera inédita en la historia de la Academia.
A priori, la película del mexicano Alejandro González Iñárritu parecería tener todas y cada una de las cualidades que la pueden ungir en ganadora. Como en Vidas cruzadas, Babel –que viene de consagrarse no sólo en el Festival de Cannes sino también en los Globos de Oro, considerados una antesala del Oscar– también presenta una serie de historias paralelas de una docena de personajes, que se terminan relacionando caprichosamente entre sí. Aquí también hay hombres y mujeres que sufren –en México, en Japón, en Marruecos– y a quienes el director, después de hacerlos atravesar un estereotipado purgatorio, con mucho de penitencia religiosa, luego los absuelve, les otorga su piadoso perdón, porque considera que desde el púlpito que ocupa ésa es su misión como predicador. Amén.
La tercera película de González Iñárritu –que ya fatigó la misma fórmula en Amores perros y 21 gramos– es también la que tiene más opciones, siete en total, si se exceptúa Soñadoras-Dreamgirls que opta a ocho estatuillas, pero no figura entre las categorías soberanas de mejor película y mejor director (y suma esa cantidad con tres candidaturas sobre cinco en el rubro mejor canción). Se supone entonces que las dos principales contrincantes de Babel serán Los infiltrados, de Martin Scorsese (con cinco nominaciones), y Cartas desde Iwo Jima, de Clint Eastwood (con cuatro), aunque tampoco hay que olvidar la potestad de La reina, del británico Stephen Frears (que acumula seis). La nueva mirada sobre la mafia de Scorsese figura en varias encuestas como la favorita para alzarse con el premio máximo de la noche, aunque la trágica actualidad de la guerra de Irak podría hacer que los miembros de la Academia de Hollywood respalden el alegato antibélico de Eastwood, el único de los candidatos a mejor director que sabe lo que es recoger un Oscar: en 1992 arrasó con Los imperdonables y hace dos años con Million Dollar Baby.
De hecho, esta casi octogenaria edición de los Oscar (la de hoy será la número 79ª) vuelve a demostrar el respeto que Hollywood tiene por Eastwood, como actor, director y productor: en la actualidad es una de las voces más escuchadas de su comunidad y, como señala John Patterson, del diario británico The Guardian, la fuerza de su díptico sobre Iwo Jima (integrado también por La conquista del honor) radica en que un conservador como él sea capaz de realizar declaraciones “más radicales y maduras que cualquier izquierdoso de Hollywood”. De alzarse con la victoria, Cartas desde Iwo Jima sería la primera producción estadounidense rodada predominantemente en otro idioma que consigue el Oscar a la mejor película. Se trata de una posibilidad más bien remota, pero no imposible en este año en el que Hollywood parece que se hubiera olvidado de sus clásicas fronteras.
El caso de Scorsese es más complicado. Su eterno desencuentro con la Academia se remonta a principios de los ’80, cuando fue candidato al premio al mejor director por Toro salvaje –hoy unánimemente considerada una de las grandes películas de la historia del cine estadounidense– y ya entonces se quedó con las manos vacías. Desde aquel desaire, Scorsese jamás llegó a acariciar la distinción pese a haber sido postulado en otras cuatro ocasiones como director (La última tentación de Cristo, Buenos muchachos, Pandillas de Nueva York y El aviador), y en dos como guionista (Buenos muchachos y La edad de la inocencia). Además, en aportes memorables como Taxi Driver ni siquiera se acordaron de él, por lo que la Academia podría enmendar ahora ese agravio de no haberle otorgado jamás un Oscar. Como antecedente, no se puede dejar de consignar que Los infiltrados ya le reportó el Globo de Oro y el premio del Sindicato de Directores de su país (Director’s Guild), un galardón que en sus 58 años de historia tan sólo en seis ocasiones “ha discrepado” con el Oscar.
En los rubros actor y actriz, todo parece reducirse a una cuestión real. Daría la impresión de que es difícil, sino imposible, encontrar una composición más vibrante y magnética que la de Forest Whitaker en El último rey de Escocia, donde encarna a un Idi Amin casi más temible que el verdadero. Por su parte, en La reina, Helen Mirren hace también un trabajo consagratorio, ese tipo de actuaciones a las que los académicos son tan afectos, un clon del personaje (en este caso la reina Isabel de Inglaterra) casi más verdadero que el auténtico. Su única rival a la vista es Penélope Cruz (por Volver), la primera actriz candidata al Oscar por un trabajo en castellano en la historia de la Academia.
Y hablando de “latinos”, como se los conoce en Hollywood: ¿qué chances tiene esta noche el crédito local, Gustavo Santaolalla? Se podría pensar que las mejores. El ex Arco Iris le dijo ayer a Página/12 que no creía que los académicos lo fueran a votar por segundo año consecutivo, considerando que ninguno de sus contrincantes de este año (entre quienes está el sobredimensionado Philip Glass) había ganado antes la estatuilla. Pero lo cierto es que ninguna de las otras películas ha resonado en los Estados Unidos como Babel.
El único Oscar que esta noche no viene con sorpresa es la estatuilla a Ennio Morricone. El famoso compositor italiano dejó de creer que ganaría un Oscar hace seis años, cuando con su nominación por Malena, la quinta de su carrera, se fue a casa otra vez con las manos vacías. “Creí que pasaría a encarnar la larga lista de grandes artistas que nunca ganaron uno”, se sinceró hace unos días en Roma. Ahora podrá acceder a un premio a la altura de su vanidad.
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