Lun 09.04.2007
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CINE › LA HISTORIA DETRAS DE “PULQUI, UN INSTANTE EN LA PATRIA DE LA FELICIDAD”

Pulqui, objeto volador justicialista

El documental de Alejandro Fernández Mouján sobre una obra de Daniel Santoro rescata aquel avión que encarnó el sueño peronista del progreso tecnológico. Una metáfora que, según el artista plástico, expresa el afán de que la Argentina “levante vuelo definitivamente”.

› Por Oscar Ranzani

El esplendor del peronismo se vio reflejado no sólo en el plano social durante las dos primeras presidencias de Juan Domingo Perón sino también en el aspecto tecnológico que caracterizó a los gobiernos del general: el avance de la modernidad impuso también su propia lógica durante aquella época en nuestro territorio y así como hubo proyectos truncos que fueron un verdadero fiasco (como el Proyecto Huemul, del enigmático científico austríaco Ronald Ritcher, que convenció a Perón de que era capaz de desarrollar la reacción de fusión nuclear controlada) hubo otros que hicieron historia. A mitad de camino entre ambos polos se ubica el Pulqui, el primer avión a reacción diseñado y construido íntegramente en Argentina, desde 1951. El Pulqui encarnaba el sueño peronista del progreso materializado. Pero el golpe del ‘55, autoproclamado Revolución Libertadora, acabó con el gobierno constitucional y con el proceso de fabricación del objeto volador justicialista, como lo define el artista plástico Daniel Santoro. Precisamente Santoro construyó un Pulqui en cinco meses. Claro que no se trató de un producto de ingeniería sino de una obra artística en tamaño reducido a escala 1:2. “Yo tenía la idea de trabajar con el Pulqui, aunque no estaba muy claro. Iba a ser una acción artística”, relata Santoro en la entrevista con Página/12. Hasta que el productor Marcelo Céspedes –fundador de la productora Cine Ojo– le propuso que lo hiciera de tal manera que pudiera volar y que todo quedara registrado en una película: Pulqui, un instante en la patria de la felicidad es un documental de Alejandro Fernández Mouján –quien ya había filmado en Espejo para cuando me pruebe el smoking el proceso creativo de una obra del artista Ricardo Longhini–, en el que queda registrado cómo fue el proceso de construcción del avión, pensado para que pudiera volar en la República de los Niños. El film se estrena hoy a las 21 en el Hoyts Abasto y forma parte de la Competencia Oficial Argentina del Bafici.

Pulqui... permite observar que el trabajo de Santoro fue colectivo. El artista plástico ejerció el rol de diseñador –en el film queda claro que además de conocimientos artísticos evidencia un aprendizaje técnico– y el equipo que puso sus manos y creatividad para la construcción del Pulqui estuvo encabezado por Miguel y Gustavo Biancuzzo y Raúl García. A medida que avanza la construcción del pequeño Pulqui, se va incrementando el suspenso de la película, que está directamente relacionado con la probabilidad del vuelo. A la vez, el clima de Pulqui... posee una mística combinada entre arte y peronismo. De hecho, la marcha creada por Hugo del Carril e interpretada en piano sobrevuela la película en numerosas ocasiones.

–¿Existía la necesidad de expresar artísticamente un momento del peronismo?

Daniel Santoro: –Sí, desde el punto de vista de lo que fui desarrollando con los años en torno a la iconografía sobre todo del peronismo, y la creación de una especie de mitología que nunca terminó de expresarse en los hechos. La idea mía es inventar una mitología en torno a algunos hechos fundantes del peronismo. Uno de ellos es el mito tecnológico del peronismo que, a esta altura, de hecho fue una realidad a partir de la implementación de los planes quinquenales. Entonces, todo eso que fue un territorio olvidado, un poco lo quise resumir en esta acción de Pulqui. El Pulqui como un objeto emblemático, como una especie de talismán tecnológico que nunca fue valorado realmente. Entonces, mezclé todo eso y salió esta acción artística. La película hace de vehículo para expresarla.

–¿En qué se diferencia el Pulqui como obra artística respecto del Pulqui como obra de ingeniería?

D.S.: –Desde mi punto de vista, el Pulqui como obra artística es ese afán de querer despegar, de que la Argentina vuelva o sea definitivamente una nación que nos pueda representar, que pueda cumplir nuestros sueños. Por eso, siempre está ligado al tema de la felicidad. Un poco todo evoca a esa vieja patria de la felicidad que el peronismo encarnó en su momento. Y el Pulqui sería eso, levantar vuelo definitivamente. Y en la película se ve cuáles son los resultados de todas estas cosas y cuáles son los límites que impone la realidad. Un poco ésa es la metáfora de la película.

–¿Qué diferencia existe entre filmar el proceso creativo de la obra respecto de reconstruirlo cinematográficamente?

Alejandro Fernández Mouján: –Tiene de interesante lo imprevisto, lo contingente, las cosas que uno no sabe que van a pasar, te sorprenden y que tratás de incorporar a este relato que se va armando a medida que yo voy filmando. En este caso, no partí de un guión ni una cosa previa sino que lo único previo que había era que Daniel Santoro iba a construir ese avión. Y la idea en la película era hacer eje en la construcción del avión más que nada, para hablar de Daniel y su obra. Ese fue el punto de partida. Cuando nos conocimos prácticamente empezamos a hacer la película. Fue así y para mí lo interesante es la riqueza que tiene. Es muy difícil que puedas repetir o ficcionar de alguna manera sobre todo con respecto a ese proceso. Después, hay otras cosas que por ahí se pueden. De hecho, en la película hay ciertas cosas que tienen que ver con lo fantasioso, que están armadas pero que surgieron después.

–La trama del documental no solo hace hincapié en el proceso de construcción sino también en la relación entre el artista y el técnico. Muchas situaciones se alimentan de esa relación.

A.F.M.: –Sí. Hay una parte muy interesante en la película que es como una aparente disputa de Miguel queriendo reconocerse también, valorando su trabajo y, de alguna manera, apropiándose de ese plan que le propone Daniel. A la vez, Daniel llevando ese plan de construir, de cómo va a ser. Ahí hay una puja. Además, hay como un encuentro de dos situaciones distintas del peronismo: el origen visceral de Miguel, de haber nacido y ver al peronismo viviéndolo de chico, de joven trabajando como obrero metalúrgico. Por otro lado, el peronismo de Daniel, que es de otra generación. El nace durante el peronismo pero no tiene la vivencia concreta. Y ahí se juntan dos cosas. Creo que coinciden y eso posibilita que puedan construir este objeto entre los dos con esas historias distintas pero que se unen en el rescate de lo que es el Pulqui.

–¿Qué diferencias notan entre el arte plástico y el cine como expresividad del peronismo?

D.S.: –En el arte el peronismo, en general, nunca se expresó demasiado, salvo en casos muy aislados como Carlos Gorriarena, que tiene una cantidad de obras referidas al peronismo, o Nicolás García Uriburu. Pero después, en general nadie lo tocó. Es un tema que más bien rechazaba el mundo artístico. El peronismo no era estetizable, ésa era la idea. En cambio, en el cine, sobre todo con Leonardo Favio, que produjo una huella enorme, es mucho más aceptado. El peronismo parece que para el mundo cinematográfico cabe bien. En cambio, para el mundo artístico, para el mundo de la pintura que pretende ser un mundo más sofisticado, es como que le queda mal. Es como “cosa de negros” y la pintura “es una cosa más de blancos”.

–Se reproduce la discriminación que existe en la sociedad.

D.S.: –Exactamente, porque el mundo del arte, en general, está captado por esa clase social alta, que es la que puede tener acceso a las obras de arte.

Pulqui, un instante en la patria de la felicidad se verá hoy a las 21, repite mañana a las 14.15 en el Hoyts Abasto y el jueves a las 20 en la Alianza Francesa.

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