CINE › MALIK BADER, DIRECTOR DE “STREET THIEF”
El cineasta de Chicago habla de la extraña y cautivante película que se podrá ver hoy en el festival. ¿Ficción? ¿Documental? En cualquier caso, un film que tiene destino de culto.
› Por Mariano Blejman
Estimado lector: si usted es de esos que prefieren ir a ver una película por recomendación de un amigo, sin saber nada de ella, deje de leer aquí y vaya a sacar entradas para Street Thief, que todavía tiene dos pasadas. Y después vuelva a leer esta nota. A partir de ahora, no hay retorno: éste es uno de esos casos en los que conocer información de antemano sobre el espíritu del film puede tanto arruinar la visualización como mejorar la capacidad de interpretación y disfrute; entender los detalles hasta dejarse llevar por la movida cámara de este cineasta de Chicago. El director Malik Bader estiró la soga de la confusión en su ópera prima sobre el género (¿es un documental, o una ficción? ¿Qué tipo de ficción, en tal caso?) hasta el límite, cuando presentó la película en el Festival de Tribbeca, y luego de la proyección el público todavía se preguntaba cómo había hecho el propio Bader para filmar tan de cerca al ladrón profesional Kaspar Carr, durante la preparación de dos o tres golpes maestros a lugares de gran recaudación y bajo riesgo: un supermercado, un multicine (¿alguien lo intentará en el Abasto, después de ver Street Thief (Ladrón callejero)?). El sitio imdb.com no duda en catalogarlo: se trata de un trabajo cuyo género es “crime/thriller”. Y si lo dice la biblia on line, entonces ya no quedan más misterios. En conversación telefónica con Página/12 desde Chicago, Malik –con esa voz conocida para quien ya ha visto la película– cuenta cómo hizo para acercarse tanto a Carr.
–¿A qué género pertenece Street Thief?
–Pienso que una parte es un cinéma verité, otra parte documental. Cuando lo hicimos, no queríamos seguir ninguna regla. Nuestra meta es que el espectador pueda creer en lo que va a ver. Lo que le mostramos es real, todo lo que hicimos está basado en ladrones reales, el asunto es la manera de mostrarlo. El hombre es un ladrón callejero real, pero que no entra a un banco para robarse cinco millones de dólares, sino que usa sus propias herramientas para hacerlo, para tomar objetivos más realizables.
–¿Era difícil encontrar otra manera de hacerlo?
–Además de difícil, era aburrido. Antes de decidir esto, fui a entrevistar a ladrones reales que hablaban de lo que habían hecho, y entonces les preguntaba cómo lo hacían. Pero cuando ves a un hombre sentado hablándole a cámara no te importa qué dice, pero si ves a alguien baleando a otro es lo que quieres ver. Me preguntaba: ¿cómo hago para que la gente lo sienta? Y entonces encontramos estos ladrones, con historias que no podíamos creer.
–Durante la presentación mundial se debatió sobre el rol del documentalista, si era ético filmar la vida de un ladrón.
–Es una de las cosas que me interesan, cuando pasamos el film en Tribbeca la primera vez, mucha gente comenzó a aplaudir cuando yo aparecí en la sala. Se habían identificado con el personaje, estaban contentos con mi presencia, hasta que supieron que era el director. Kaspar Carr es un hombre que hace cosas pero nadie es dañado, trata de justificar sus acciones diciendo “éstos tienen seguro”.
–¿Cómo trabajó la verosimilitud?
–Cuando uno pone la cámara en situación, la gente cambia, trata de olvidar que es real. Este ladrón es un hombre solitario, que no tiene muchos amigos. Es cool. En un momento aparece con su amigo en una situación muy inusual para el film, porque no es el hombre que solíamos ver, hay un mundo atrás del mundo, que no lo vemos. Al verlo, uno hace una elección: uno puede decir “no me gusta lo que hace”, “es divertido”, “es interesante”, “no da miedo”. Pero él es un hombre sucio, fuma, es honesto a su manera. Lo disfrutan: cuando terminó la presentación me decían “estoy contenta de que estés vivo”. No les importaba saber que no era real. Apenas terminó, un periodista del New York Times preguntó: “¿Cómo lo hizo? ¿Por qué lo hizo? ¿Dónde lo encontraron?”. Mucha gente se rió, yo no quiero molestar a la gente, pero sí mostrar lo real.
–¿Hay que mentir para llegar a la verdad?
–Puedes poner ladrones, he visto documentales muy educativos que no son divertidos. Yo quiero verlos trabajar. Además, no quería hacerla en video, sino que prefería tener una buena calidad; está filmada en super 16 mm. Pensé que si lo hacía en video no tendría la textura que tiene el film.
–¿Es difícil hacer este tipo de cine desde Estados Unidos?
–Es difícil y también trastornante. Los distribuidores estaban confundidos: ¿es documental o ficción? En Tribbeca se acercó Michael Shaffer y compró el film. Me dijo “es mi film favorito del festival, quiero trabajar contigo. Quiero saber si tienes otro guión”. Yo no conocía a nadie en Hollywood, y ahora las grandes agencias me están llamando. Todos me preguntan por mi futuro, ¡pero no por este film! En los festivales, la gente quiere saber más. En Chicago, que tiene un festival bastante comercial, hubo tres pasadas y todas “sold out”. Yo gasté mucho dinero, pero todos esperan mi segunda película.
–Pareciera que les gusta su trabajo, pero los estudios de Hollywood prefieren empezar otra cosa de cero...
–Pero si usted escribió un artículo y todos le dicen “qué lindo”, Squire, Vanity Fair y New York Times, y lo llaman por el trabajo hacia el futuro, uno puede decir: “¿Pero por qué no me publicás ahora lo que acabo de escribir?”.
–¿Es más bien una cuestión industrial?
–La máquina es para hacer plata. Hay grandes films que hacen millones de dólares. Es una lástima, pero el sistema está construido para películas de 40 millones o films que no hacen plata. Pero financiar algo de manera independiente es imposible. El primer film tiene que correr a riesgo del director. A mí me gustaría ignorar a todos estos ejecutivos, pero la pregunta es cómo hacer dinero sin ellos. Con dos millones de dólares se puede hacer un buen film. Street Thief se hizo casi sin plata, la ha visto mucha gente, pero para cada director que tiene éxito en el mundo independiente hay otros cien de los que ni tienes noticias. Yo quiero hacer films por mi cuenta, pero quiero que los vea mucha gente. Hay que ser inteligente y hacer un balance. Tengo la atención de los ejecutivos, estoy siendo aceptado. Creo que el objetivo ahora es poder hacer lo que yo quiero bajo su sistema, creo que es posible hacerlo.
–¿Y tiene un guión nuevo?
–Yo podría hacer plata, moverme a Hollywood y ser director. Pero nadie sabe el nombre del director de un film de Hollywood: el negocio es entre los guionistas y los estudios. Tengo muchos meetings, pero debo cuidar mi propio material, porque finalmente se empiezan a meter y al final no queda nada de lo que uno planteó inicialmente.
Street Thief se da hoy a las 17.30 en la Alianza Francesa, Av. Córdoba 946.
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