CINE › “SUNSHINE, ALERTA SOLAR”
› Por Horacio Bernades
SUNSHINE, ALERTA SOLAR
(Sunshine) EEUU/Gran Bretaña, 2007.
Dirección: Danny Boyle.
Guión: Alex Garland.
Intérpretes: Cillian Murphy, Michelle Yeoh, Chris Evans.
Como consecuencia de un congelamiento extremo, un astronauta queda convertido en una suerte de estalactita humana, en medio de la estratosfera. Instantáneamente seccionado su brazo al chocar contra un objeto, la sangre brota en forma de polvillo y el polvillo se disuelve en el espacio. En Sunshine, alerta solar, una nave es enviada desde la Tierra con la misión de “recargar” el sol, que agoniza. Agoniza la propia película en el curso del metraje, por falta de una idea fuerte que anime el guión, y de ideas en general a la hora de ponerla en escena. Hasta el punto de que aquella imagen del hombre-estalactita termina siendo la única cosa interesante de la película.
Director de Tumba al ras de la tierra, Trainspotting y Exterminio, todas esas películas anteriores del escocés Danny Boyle podían discutirse, pero tenían algo. Estrenada hace pocos días en Estados Unidos, Sunshine, alerta solar deberá adscribirse a la lista de pasos en falso de Boyle, inaugurada por cosas tan indefendibles como Vidas sin reglas y The Beach. Teniendo en cuenta que el realizador convocó al autor de esta última, Alex Garland, para escribir el guión de Sunshine, podrá acusárselo de tropezar dos veces contra la misma piedra. Pero lo cierto es que Garland había escrito también Exterminio, que, salvo el final, no estaba nada mal. Y aquí desde el comienzo se percibe que lo único que tiene un objetivo claro en la película es la nave. Integrada por un puñado de científicos (y otros tripulantes cuya función nunca llega a quedar del todo clara), la Icaro II porta una bomba destinada a hacer estallar un mini-big bang sobre la superficie del sol, de tal manera de “generar una segunda estrella dentro de esa estrella” y volver a darle vida a un universo que agoniza.
La premisa no está mal; la cuestión es ver qué se hace con ella. Aquí, lo que se hace es narrar una serie de episodios dispersos, como quien patea la pelota espacial para adelante. Hay un episodio consistente en salir al exterior para reparar la nave, visto y revisto en montones de películas sobre viajes al espacio. Hay otro, que es el del ingreso de una gigantesca masa ígnea, que terminará produciendo un incendio a gran escala. Y está el del pedido de rescate de la expedición anterior (la Icaro I) que nuestros héroes atienden, seguramente por no haber visto Alien.
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