Domingo, 27 de mayo de 2007 | Hoy
CINE › LOS DIRECTORES DEL PORNO ARGENTINO DEBATEN SOBRE UN GENERO QUE RESISTE A TRAVES DE LOS AÑOS
Los principales cineastas del sexo explícito local discuten sobre el repentino auge del incesto, el estado de la industria, las técnicas para optimizar un rodaje y la vigencia de una concepción machista en el género de las condicionadas, una industria que en Argentina trabaja a destajo para abastecer el mercado interno y vender al exterior.
Por Julián Gorodischer
Hay una mitología sobre sus diferencias irreconciliables, que –en presencia– cuestionan con el trato amable y el debate a voz pausada. El patriarca Víctor Maytland ocupa la cabecera, hacedor de un sinfín de películas populares, muchas veces versiones de programas de TV como Expedición sex o el más reciente Gozando por un sueño. Al platense César Jones (Los desviados, Temporada alta) le importa romper un statu quo de mujeres objeto y sementales sin lugar para la ternura. “Con la cosificación que reina en el género, el beso directamente desaparece; estoy hablando de los intentos más mainstream”, ejemplifica. Junto a otros dos popes del porno criollo, Martín Lukas (Despedida de soltera) y el autodenominado “cineasta gonzo” Marco Torino (de una vertiente hardcore), aquí discuten el estado actual del sexo explícito, que consagra curiosamente la temática del incesto entre las más buscadas por el público: mujeres que dejan de ser objetos para el semental, técnicas para iniciar novatos, secretos para que un rodaje no naufrague y una industria que se consolida a ritmo lento pero constante son algunos de los temas que los involucran. Pocas cosas no cambian con el tiempo; directores y actores (el debutante Benjamín, la más experimentada Martina) coinciden en que la demanda del público y las productoras es ir directo al grano.
Martín Lukas: –El amor es sólo una variable a considerar cuando uno guiona una película porno, pero también se puede dejarlo afuera.
César Jones: –De hecho, el tratamiento del sentimiento está presente desde que el porno se inicia a nivel industrial a fines de los sesenta, a veces para destacarlo, a veces para destruirlo. En muchos casos el amor potencia lo erótico.
M. L.: –Depende de lo que cada uno tenga que hacer. En el canal Venus te piden argumento. Cada nicho tiene su público. Yo creo que hay público para todo y el sexo es muy amplio. Hay gente a la que le gusta ver las películas de un sexo soft, y otra gente quiere historias más extremas. No hay que juzgar: el sexo es algo que no se juzga.
Marco Torino: –Lo “extremo” es muy subjetivo. En mis películas pasa todo lo que una chica esté interesada en que pase, si los actores lo pueden hacer. En Argentina, “extremo” puede ser una doble penetración. Pero en Europa extremo es ver a una chica con cuarenta tipos que la orinan, se la refriegan. Y por ahí hay tipos que son mas extremos todavía. Tiene que ver con el grado de sofisticación del cine porno.
–¿Cómo encaran un rodaje? ¿Qué técnicas utilizan para garantizar el rendimiento sexual?
Nissim Mbaz Mbaz (actor): –En todas las películas trato de hacer una previa con la chica como si fuera mi novia; entonces ahí puedo actuar y me caliento mucho. Hago esto porque me gusta mucho el sexo. La mayoría va, la pone y bombea. A mí me gusta actuar.
–¿Cómo se manejan cuando el actor se inhibe? ¿Hay recursos para ayudarlo a concretar?
Martina (actriz): –Hay soluciones para todo; a mí, en Fútbol XXX, me tocó un debutante, estábamos con mi amiga ayudando. Pero llega un punto en que me cansaba. Siempre tendría que haber una asistente de erecciones.
Víctor Maytland: –En mis películas no es muy común que exista la asistente. Pero en la ocasión de ayer (rodaje de Casting Sex Latino II), el debutante estaba apabullado por otro actor, veterano, que la tenía clara.
–¿El Viagra modificó el sistema de producción?
N. M. M.: –Yo, antes, no lo necesitaba pero ahora llevo uno por las dudas; ayuda cuando a veces tenés que cambiar de escenas o hacer la doble penetración. Lo que noto, usándolo, es que se mantiene dura un montón de tiempo pero parece que no fuera tuya, que fuera de otro. Aun cuando esté pensando en otra cosa, en mis problemas o lo que sea.
V. M.: –De todas formas, la sociedad incorporó el Viagra, no sólo el porno. Hoy un chico se va a bailar y se toma uno.
–Los dos agregados que podrían haber modificado el porno, desde los años ’90, son el Viagra y el preservativo, ¿ustedes coinciden?
V. M.: –Creo que más que el preservativo, lo que cambió el panorama es el HIV. Si uno pudiese prescindir del preservativo, lo haría con gusto. Porque a la mujer le molesta más, al tipo le cuesta alcanzar la erección. No podés pasar de penetración a sexo oral. Le resta fluidez a la continuidad de las escenas. Sobre todo, ahora que está muy de moda filmar escenas de pasaje del pene del culo a la boca.
–¿Cómo se manejan en esas escenas de un contenido sexual tan explícito?
C. J.: –Si el actor lo quiere hacer que lo haga. A mí lo que me molesta es que en el porno haya códigos. Creo que quebrar con los códigos es importante.
–¿Arman coreografías o los dejan improvisar?
M. L.: –Si yo no cumplo con determinado tiempo del acabado o la acción no me pagan la película, o no llega a difundirse. Yo laburo para diferentes clientes; si te piden beso cariñoso, hay que hacerlo. Y lo tenés que hacer en tiempo y forma.
–¿Todavía sienten una condena social/ cultural sobre lo que hacen?
M. T.: –La pornografía, de alguna manera, remite a algo obsceno, diabólico. Y lo que hacemos no es para nada así. Son chicos y chicas haciendo lo que les gusta; son buenos para eso y cobran su plata por eso. Además... no obligamos a nadie a que lo vea.
V. M.: –Lo que pasa es que hay mitos con respecto a nosotros. Creen que es una orgía en la que estamos cogiendo todos con todos. En todos estos años me conseguís un técnico con una erección, y te doy un premio. O piensan que los actores y directores porno están de última y por eso lo hacen como el peor grado de la prostitución.
–¿Por qué el espectador promedio sigue siendo un hombre?
V. M.: -Es un hombre porque es el que compra. Pero una mujer liberal en serio no cree que el porno sea sólo para hombres. ¿Por qué tendría que ser una ofensa que el hombre le eyacule en la cara? Si le gusta....
M. L.:–De diez personas que compran ocho son hombres, y las otras dos son parejas.
C. J.: –Me parece que hay una mirada machista que domina en el género. No hay que asociar la misoginia con la mirada masculina, que es tan legítima como la mirada femenina. Me molesta la reducción de los personajes que aparecen en la pantalla. La cosificación a veces no atañe sólo a las mujeres, sino también a los hombres, recortados de todo vestigio de humanidad que pueda tener ese personaje.
–¿Cómo se manejan con un debutante?
V. M.: –Es difícil descubrir un debutante que sea bueno. El problema es que no todos los hombres sirven a los patrones de conductas que te marcan los productores. Si tiene pancita no sirve, si es pelado tampoco. A mí hoy me dicen que incluyo sólo a los gorditos, pero no siempre es así. Es lo que podés conseguir. En Estados Unidos, por ejemplo, hay un patrón que se tiene que cumplir, te lo marcan y yo trato de respetarlo. No es fácil encontrar chicos para hacerlo. Después está el gusto de las actrices, que no quieren ni al que se le para mucho ni al que no se le para.
Martina: –Yo conozco a uno (Andrés) con el que no filmaría por razones personales.
V. M.: –Andrés tiene una particularidad: el orgasmo lo quiere tener teniendo sexo. Entonces se masturba con la vagina, y eso a las minas las mata. A algunas les gusta, a otras no.
N. M. M.: –Yo tengo que amoldarme al deseo de las chicas. Por ahí no lo sufro tanto porque en el caso nuestro somos actores que somos amigos, entonces no pasan ese tipo de situaciones.
Benjamín (debutante): –A veces pasa que un debutante es aire fresco que no tiene los vicios del género.
Martina: –Mirá, tenés de todo, yo he visto debutantes que me funcionaron mucho como actriz, y me he sentido muy incómoda con los expertos. Todo depende.
B.: –Hay mujeres que colaboran más con el debutante y hay otras que no.
V. M.: –El (señala a Benjamín) hizo cosas que otro debutante no las hace, como tener sexo oral al lado del compañero que está practicándole sexo anal a la mujer. Muchos lo hacen recién a la quinta película porque tenés tu pene cerca de la boca del tipo y, si se zafa, termina en la boca del otro.
–¿Por qué tantas tramas recientes se ocupan de narrar relaciones incestuosas?
V. M.: –Porque paga muy bien. Las películas que lideraron las ventas del año fueron sobre el incesto. Yo mismo hice una película de incesto que se estrena este año, y que se llama La puta de mi hermana. Hay gente que lo consume y me parece bárbaro. Pero no hay que hacer eso solamente.
–¿Y se formulan preguntas acerca de por qué vende?
V. M.: –Eso se lo preguntarán los sexólogos.
M. L.: –Igual está fundamentado por investigaciones de mercado. No es que uno va probando.
–¿Por qué piensan ustedes que ocurre?
C. J.: –La concepción de tabú es un gancho imbatible en toda película.
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