CINE › “MR. BROOKS”, CON KEVIN COSTNER Y DEMI MOORE
› Por H. B.
Es raro, pero viendo la película daría la sensación de que Bruce Evans, el director, no entendió del todo qué es lo que Bruce Evans, uno de los guionistas, quiso hacer con Mr. Brooks, al escribirla a cuatro manos con Raynold Gideon. Lo cual al fin y al cabo no es tan raro, porque lo que la película trata es un caso extremo de doble personalidad, y tal vez sea justamente eso lo que le ocurre a Mr. Evans cuando escribe y dirige. Totalmente descabellado, el guión pide a gritos un director dispuesto a tirarse de cabeza a la pileta del disparate, pero encuentra a alguien que lo encara con la mayor seriedad. Como si Sidney Lumet se hubiera puesto a dirigir Demente, de Brian de Palma. Así, la farsa pseudopsicológica que se toma el pelo a sí misma se convierte en drama psicológico, carente de sentido del humor. Y todo se va al tacho.
Estrenándose en la Argentina un día antes que en Estados Unidos, la propia elección de Kevin Costner como protagonista tal vez sea el primer error de Mr. Brooks. Siendo acertada la intención de poner a un icono de la respetabilidad como tremendo asesino serial, el problema es que Costner personifica a su loco desatado con la misma integridad que puso antes para componer a cowboys bienpensantes o sensatos deportistas. Y eso no le hace bien al hábito de matar al semejante. El tipo es un poderosísimo empresario y hombre de familia de Portland, Oregon, tan respetado por su comunidad que en la primera escena lo nombran Hombre del Año. Pero sucede que por las noches le da por salir a matar, con la única motivación de saciar su adicción. Como sucedía justamente en Demente, Earl Brooks tiene un doble a quien él y el espectador ven, pero no el resto de la gente. La diferencia es que al doble no lo corporiza el propio Costner, sino William Hurt, cuyas risas socarronas indican que él sí entendió a dónde debía ir la película.
Obedeciendo las convenciones del thriller, hay un detective que persigue obsesivamente al asesino, cargando con sus propios demonios interiores. Una detective, para ser precisos: la señora Demi Moore de Kutcher, tratando de levantar sus alicaídas acciones estelares. Y hay una hija adolescente, que tal vez herede de papá algo más que sus empresas. Mr. Brooks abre un nuevo enfoque en el rubro serial killers, potencialmente provechoso, al tratar al asesino como adicto. Pero enseguida lo banaliza, mandando a Earl a un grupo de recuperación e inventando tal vez, sin quererlo, Asesinos Anónimos. No es la única línea que la película desaprovecha: hay por allí un chico como cualquier otro, que lo que más ansía en la vida es aprender a quitarle la vida al prójimo y como tal deviene discípulo de Costner. La idea es revulsiva, pero el hecho de que el principiante sea un petimetre la diluye. Finalmente está la cuestión de la hija, disparate intragable que es de rigor no revelar. Y del cual no habrá que achacarle la responsabilidad al director, sino al guionista, el William Hurt de este otro Mr. Brooks que es Bruce Evans.
5-MR. BROOKS
EE.UU., 2007.
Dirección: Bruce Evans.
Guión: B. Evans y Raynold Gideon.
Intérpretes: Kevin Costner, Demi Moore, Dan Cook, William Hurt, Marg Helgenberger y Danielle Panabaker.
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