CINE › “INVISIBLE”, DE DAVID GOYER, CON JUSTIN CHATWIN
› Por Juan Cinelli
Nick parece perfecto: inteligente, buen amigo, mejor estudiante; apenas se le puede echar en cara cierto aire de superioridad y el puñado de dólares que les cobra a sus compañeros por hacerles los trabajos prácticos (un negocio por el que ha pasado casi todo buen alumno), dinero que ahorra para irse a estudiar literatura a Londres. Annie, en cambio, es una chica problemática que se entretiene intimidando compañeros junto a su pandilla y robando autos con su novio ex convicto. Aunque han compartido la escuela desde chicos, nada une a Nick y Annie y la presentación resulta alentadora: tras una disputa a golpes de puño (y es Annie la que mejor los usa), algo del amor y del odio comienza a salir a la luz. Pero al ser detenida por robo, ella cree que fue Nick quien la delató y en una emboscada lo golpea hasta que cree haberlo matado.
Esta no es la primera película en que su protagonista se descubre él mismo un fantasma que debe enfrentar su propia muerte como un hecho ajeno, desde afuera. Con diferentes recursos estéticos y méritos dispares, las exitosas Ghost, la sombra del amor, de Jerry Zucker, y Sexto sentido, de Shyamalan, han contado historias por el estilo. Si bien Invisible repite elementos de aquéllas, su director, David Goyer, ha intentado insuflarle un espíritu propio. Utiliza algo de la intimidad oscura de Sexto sentido (habilidad que le viene de su trabajo como guionista de Batman inicia y de la saga de Blade), pero adecuadamente suavizada para esta historia en la que se conjugan frustraciones adolescentes, conflictos entre padres e hijos y también una love story que nada tiene que envidiarle al melodrama homónimo. Nick descubre que no está muerto pero, víctima por partida doble, comprende que no tiene forma de revelar en dónde se encuentra su cuerpo agonizante y que necesita de sus victimarios para salvar la vida. Espectador incomunicado, a la manera de Patrick Swayze en Ghost, en el camino irá desentramando los detalles de la historia: entenderá que él no es la única víctima, que el amor gusta de los caminos extraños y que resolver el complejo de Edipo es, a veces, un acontecimiento demasiado cercano a la muerte.
Invisible tiene argumentos para ser considerada una película entretenida: una narración solvente, lograda tensión ambiental y una agradable aunque (muy) tupida banda sonora, con canciones de A Perfect Circle, Death Cab for Cutie y 30 Seconds to Mars, muy afín a la cultura Emo, palabra de moda en el rock para adolescentes. Sobran la pretensión poética, que se queda en el recitado de algunos textos sin llegar a traducirse en elementos cinematográficos; cierto empeño discursivo, sobre todo en Nick, quien desde su limbo dicta sentencias con impunidad; y un subrayado de música incidental demasiado evidente (el espectador sabe llorar y reír sin necesidad de que el musicalizador le avise cuando). Gracias a dios, en ésta no está Whoopi.
6-INVISIBLE
(The Invisible) EE.UU., 2007.
Director: David Goyer.
Guión: Mick Davis y Christine Roum, basado en la novela Den Osynlige, de Mats Wahl y en la película sueca homónima.
Intérpretes: Justin Chatwin, Margarita Levieva, Marcia Gay Harden.
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