CINE › “MI NOVIA EMMA”, DEL DIRECTOR FRANCES ERIC LARTIGAU
› Por D. B.
Mi novia Emma (“Dame tu mano” sería la traducción literal del título francés) le debe mucho a las tradiciones de la comedia popular francesa, pero otro tanto a la screwball comedy norteamericana. En otras palabras, la pareja de posibles amantes desparejos terminará sus días juntos, más allá de las mil y una desavenencias con las que pueda toparse en el camino. Si ese destino compartido es evidente y las dificultades pueden anticiparse sin echar mano a la clarividencia, la gracia debe necesariamente descansar en el movimiento mismo, no tanto en el qué sino en el cómo y el cuándo. El tercer largometraje de Eric Lartigau, perfilado ya como director de comedias, dista mucho de ser La adorable revoltosa; tampoco Charlotte Gainsbourg es Katharine Hepburn ni Alain Chabat hace recordar a Cary Grant. A pesar de ello, y de una situación conceptual que se hace más insostenible con cada minuto transcurrido, Mi novia Emma ofrece en su desarrollo un par de placeres no tan ocultos.
Luis Costa (Chabat, visto recientemente en Soñando despierto) es un hombre de mediana edad, de profesión creador de perfumes, cuya soltería preocupa al resto de la familia, un clan de mujeres al que todos llaman solemnemente G7, integrado por sus cinco hermanas, su madre y –excepción a la regla– él mismo. El matriarcado decide que su miembro masculino debe casarse lo antes posible para darle un giro radical a su solitaria vida, aunque ningún método de presentación de señoritas parece funcionar. Harto ya de tanta celestina desaforada, el hombre decide cortar por lo sano, preparando un plan a prueba de errores: contratar a una joven que simulará ser su media naranja durante un tiempo, convenciendo a su familia de que se trata de la mujer ideal, para que, luego de meses de noviazgo, la chica decida convenientemente dejarlo de maceta en el altar. Suficiente, piensa Luis, para que dejen de molestarlo con el tema, aunque ello implique una no poco significativa suma de dinero invertido en el cachet de la muchacha (Gainsbourg, la hija de Serge G. y Jane Birkin, casualmente coprotagonista del citado film de Michel Gondry).
Si el plan funcionara, Mi novia Emma no sería una comedia; es en los enredos y complicaciones que afloran a partir de las marchas y contramarchas del “contrato” donde descansa parte del moderado encanto del film. Encanto porque la pareja protagónica dio con un timbre actoral adecuado que no busca la empatía inmediata, particularmente en el caso de la Gainsbourg, un personaje misterioso más allá de las apariencias (el de Chabat es bastante más unidimensional y previsible), ayudados por unos diálogos ingeniosos que se entrecruzan, por momentos, a una velocidad endiablada, ideal para este tipo de historias. Moderado porque, a pesar de lo dicho, al film le falta espíritu pendenciero, y el guión no puede evitar ciertas concesiones al sentimentalismo. El reencuentro hacia el final, cuando el enamoramiento surge luego de tanto intercambio económico, se presenta paradójicamente forzado y contractual. Es que los buenos finales felices, para ser creíbles, requieren de mucho trabajo previo.
6-MI NOVIA EMMA
(Prête-moi ta main, Francia, 2006)
Dirección: Eric Lartigau.
Guión: Philippe Mechelen, Laurent Tirard, Grégoire Vigneron y Laurent Zeitoun.
Intérpretes: Alain Chabat, Charlotte Gainsbourg, Bernadette Lafont.
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