CINE › “LA JOVEN VIDA DE JUNO”, DE JASON REITMAN
Ellen Page se luce en una película que, en vez de pasarse de ingeniosa, hace una buena pintura de personajes ambiguos.
› Por Horacio Bernades
¿Es La joven vida de Juno la Little Miss Sunshine de este año? Un par de temporadas atrás, la enfermiza pero tan querible familia disfuncional de Little Miss Sunshine se había ganado el corazón del público masivo, convirtiendo esa ópera prima en la-película-indie-que-todos -estábamos-queriendo-ver-para-sentirnos -mejor. Así lo ratificó, a comienzos del año pasado, ese metrónomo del gusto medio que es la Academia de Hollywood, nominándola al Oscar en cuatro categorías y concediéndoselo en dos. Ahora, exactamente un año más tarde, la situación parece repetirse como una fotocopia con Juno (el título original es menos palabrero que el local), película con tema provocativo, recibida con igual entusiasmo por el público y la crítica estadounidense y nominada a... sí, cuatro Oscar, igual que LMS. De esas nominaciones, es difícil que gane la de Mejor Película y Mejor Director, pero es muy posible que lo haga en los dos rubros restantes: el de Guión Original y el de Mejor Actriz.
En términos de recepción puede decirse, entonces, que sí: La joven vida de Juno es la Little Miss Sunshine de este año. ¿Puede afirmarse lo mismo en cuanto a su tema, espíritu y tratamiento? Si la familia de Little Miss Sunshine comprendía a un tío junkie y hermano cuasi autista, la protagonista de La joven vida de Juno es una chica de 16 que acaba de debutar con un compañerito de división. ¿Es eso tan revulsivo? No, lo revulsivo (al menos para la moral, que no para las costumbres, del público estadounidense medio) es que en su debut la chica haya quedado embarazada. En lo primero que piensa Juno es en lo que cualquier chica en su lugar: abortar. Va a una clínica para hacerlo, pero no le simpatizan el lugar ni los pacientes ni la recepcionista, así que da media vuelta y se va. Plan B: dar el bebé en adopción. En la revista PennySaver (equivalente de la Segundamano argentina) encuentra, al lado de la sección “Pájaros”, un aviso publicado por un matrimonio de yuppies treintañeros, que lo vienen intentando por todos los medios y no lo consiguen. Juno se conduele y allá va, a la white mansion donde ambos viven, en las afueras de un arquetípico pueblito estadounidense.
Película engañosa, hasta ese momento da la sensación de que La joven vida... es una de esas que se creen muy piolas. Así lo dan a pensar sus protagonistas (último grito de lo cool, Juno se pasea de aquí para allá con una pipa, importándole tres pitos lo que le pasa y afirmando cosas como que “Dario Argento es lo más”), la banda de sonido (Belle & Sebastian, Ryan Parker, The Kinks) y, sobre todo, unos diálogos llenos de observaciones aceradas, cancheras e ingeniosas. Lo cual no llama la atención, teniendo en cuenta que se trata de la segunda película del canadiense Jason Reitman, cuya anterior Gracias por fumar consistía casi solamente en eso. Pero Mr. Reitman no escribió el guión aquí: lo hizo una chica que se hace llamar Diablo Cody, y que antes de esto fue graduada universitaria, empleada de una agencia de publicidad, stripper, telefonista de hotline y blogger. ¿Nombre del blog? Pussy Ranch. En otras palabras, “Rancho de Conchas”.
Durante la visita a los posibles adoptantes, Juno se comporta por primera vez como una adolescente y no como falsa adulta superada. Frente a una potencial mamá demasiado tensa y compuesta (Jennifer Garner, tan notable como siempre) y un potencial papá extrañamente desafectado (Jason Bateman, inmejorable), Juno (la candidateada Ellen Page, que había hecho de castradora precoz en Hard Candy) mete la pata, habla de más, dice guarradas, califica al bebé de sea monkey. De allí en más la cámara la observará –a ella, a sus padres, al papá de la criatura y a los adoptantes– entre azorada y expectante, sin tomar jamás posición y sin cerrarle ninguna puerta a nada. Si durante las escenas de presentación puede pensarse que los padres de Juno (J. K. Simmons y Allison Janney, que deberían ser proclamados Reyes de la Actuación Secundaria) son unos white trash cerriles, mediocres y embrutecidos, basta presenciar la comprensión y falta de cuestionamientos con que reciben la noticia del embarazo de la hija, para empezar a desconfiar, de allí en más, de cada primera impresión que la película dé.
Así, el matrimonio aparentemente perfecto de Garner y Bateman se resquebrajará sin previo aviso, Garner pasará de burguesita paspada a mujer con los ovarios bien puestos, el papá de la criatura (Michael Cera, chico tímido en la reciente Supercool) crecerá varios años en unas pocas escenas, al guión dejará de importarle pasar por piola y Mr. Reitman se desentenderá de cualquier clase de chiche, para dejarse llevar por la calidez y la emoción que se desprende de unos personajes y situaciones que nunca terminan de develar todas sus caras. Por algo la chica se llama como se llama: la historia de la mitología recuerda a Juno como diosa de la maternidad, pero también como un ser con dos caras. O muchas, como en este caso. Esa orgullosa autonomía de los personajes, esa sensación de que no se trata de meros títeres en manos de un guión sino de seres vivos y nunca aprensibles del todo, permite afirmar, sin temor a equivocarse, que no, La joven vida de Juno no es la Little Miss Sunshine de este año.
8-LA JOVEN VIDA DE JUNO
(Juno) EE.UU., 2007
Dirección: Jason Reitman.
Guión: Diablo Cody.
Fotografía: Eric Steelberg.
Música: Mateo Messina.
Intérpretes: Ellen Page, Michael Cera, Jennifer Garner, Jason Bateman, Allison Janney y J. K. Simmons.
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