CINE › “PUNTOS DE VISTA”, DIRIGIDA POR PETE TRAVIS
› Por Horacio Bernades
PUNTOS DE VISTA
(Vantage Point, EE.UU., 2008)Dirección: Pete Travis.
Guión: Barry Levy.
Intérpretes: Dennis Quaid, Forest Whitaker, Sigourney Weaver, Eduardo Noriega, Matthew Fox y Saïd Taghmaoui.
Nuevo coletazo cinematográfico del 11-S. Si en Cloverfield el equivalente de la caída de las Torres era el descabezamiento de la Estatua de la Libertad, en Puntos de vista se trata del intento de asesinato del presidente de los Estados Unidos, transmitido en vivo para toda la humanidad. Con guionista israelí y director británico, la pretendida modernidad de Puntos de vista (que el fin de semana pasado, cuando se estrenó en Estados Unidos, resultó la más vista) viene dada por su carácter de deconstrucción del magnicidio, a partir de los diversos puntos de vista de varios testigos. Mecanismo de relojería cuyos componentes no son todos de primera, la película funciona mejor como thriller de acción que como rompecabezas alla Pulp Fiction o Amores perros. Para no compararla con Rashomon, que sería lo más obvio.
Todo tiene lugar en la plaza mayor de Salamanca, España, donde se celebra una cumbre mundial contra el terrorismo convocada por Ashton, presidente de los Estados Unidos (William Hurt). Protegido por un grupo de guardaespaldas –entre ellos, Thomas Barnes (Dennis Quaid), que un año atrás le salvó la vida, al mejor estilo sargento Cabral–, basta que Ashton salude para que reciba dos disparos en el pecho. Locura general. Todo indica que los disparos fueron efectuados desde una ventana próxima, con un turista yanqui con cámara de video (un excedido Forest Whitaker, pero no de peso) como testigo fundamental. Hay además un sospechoso local que dice ser policía (Eduardo Noriega), una niña que pierde a la mamá en medio del caos, un tipo de rasgos árabes (el francés, de familia marroquí, Saïd Taghmaoui) y varios participantes de una conspiración, que de a poco se irán develando como tales.
Tras presentar esta situación desde la mesa de control de un noticiero televisivo (dirigido por Sigourney Weaver), el relato vuelve atrás 23 minutos (así lo computa un cartel), con Barnes por protagonista. Luego volverá a retroceder, iniciando un nuevo racconto, con otro protagonista. Y así sucesivamente, hasta completar media docena de relatos. Si los primeros están narrados a partir de lo que cada uno de sus protagonistas sabe, el rigor del guionista parece haberse agotado ahí, ya que los restantes adoptan un punto de vista múltiple, mucho más útil para hacer avanzar el relato. En verdad, la falta de rigor no se reduce a esto, sino que se extiende a una serie de esas oportunas casualidades a las que en otra época se llamaba “de biógrafo”. Así como a la increíble sobrevida del guardaespaldas, capaz de atravesar varios accidentes fatales sin sufrir un rasguño.
Políticamente ladina (el presidente es noble; los españoles, sospechosos; los árabes unos hijos de puta), como mejor funciona en Puntos de vista es como relato de acción, gracias a un transpirado rodaje y al montaje tenso y cortante, que aprovecha la multiplicidad de cámaras. Si en ambos terrenos la película hace pensar en las dos últimas de la serie Bourne, no es casualidad: el director, Pete Travis, es discípulo del director de ambas, Paul Greengrass, que produjo su película anterior.
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