CINE › “TENGO LIBERTAD ILIMITADA PARA EL JUEGO DE LA CREACIóN”
El flamante director está culminando la filmación de una película que demandó diez años de preparación, y en la cual formula preguntas sobre las formas de trabajo que recuperan, en la actualidad, “resabios de la esclavitud del siglo XIX”.
› Por Emanuel Respighi
Del otro lado de la línea, el cansancio por el rodaje se expresa en la voz de Boy Olmi, cada vez más apagada a medida que la concreción de la entrevista se iba postergando por diferentes motivos, y a medida que la filmación de su ópera prima como director y autor iba avanzando. “Hay momentos en los que estoy como en estado de coma”, admite el actor y conductor televisivo en la entrevista con Página/12, más como descripción de su estado que como queja. Y el tono de la voz que se oye desde San Luis no parece contradecir el espíritu de la exageración. Es que el actor, conductor y ahora director de cine no carga sólo con las cinco semanas que lleva de rodaje Sangre del Pacífico, sino que tiene sobre sus espaldas los diez años de sueños, complicaciones, esperanzas y tensiones que duró todo el proceso de realización del film, desde la idea inicial hasta este momento. “No diría que estoy dejando la vida en la película, más bien estoy aplicando mi vida a Sangre del Pacífico”, aclara, sin levantar el tono.
Luego de participar como actor en más de 30 películas y otros tantos ciclos televisivos, a la vez de dirigir un puñado de obras en video, Olmi parece estar cumpliendo el sueño de toda su vida con Sangre del Pacífico. De inquietudes variadas (además de actuar fue conductor de TV y hasta se animó a bailar en ShowMatch), Olmi –pareja de la actriz Carola Reyna– es uno de esos cinéfilos a los que no les basta cumplir con el rol de actor, mucho menos con el de espectador. El salto hacia el detrás de las cámaras siempre fue un anhelo, que de tan deseado se convertía en obsesión. “Estoy haciendo algo que construí durante toda mi vida –analiza–. Fue complicado poner el transatlántico en marcha, pero ahora que está en medio del océano sería torpe si no disfruto del paisaje”.
La historia de Sangre del Pacífico narra el encuentro pasional de un viejo artista al borde de la muerte con una joven peruana que viene a Buenos Aires desde la selva amazónica a trabajar como empleada doméstica. En esa relación, ambos descubrirán una revelación sobre la vida que cambiará su manera de ver el mundo y las relaciones humanas, todo bajo la atenta mirada de la hija del artista, una antropóloga que investiga sobre la libertad, y la de un soldado que le da clases de esgrima al artista con el delirio de recuperar la Independencia Latinoamericana.
“Sangre del Pacífico es una película tremendamente masculina y felizmente femenina. Tiene una anécdota central muy clara: un cineasta quiere filmar una película sobre las guerras de las independencias latinoamericanas antes de morir –comenta Olmi–. En ese camino, el personaje se encuentra con una joven bellísima que viene de la selva peruana amazónica, con quien lo unirá un lazo pasional que le hará ver las cosas de otra manera. Y también está la hija del cineasta, que con una mirada más lejana se pregunta constante el gran interrogante que sobrevuela a la película: ¿cómo es posible que en estos tiempos una mujer deba dejar su lugar y a sus hijos para irse a trabajar como empleada doméstica a otro país para poder sobrevivir? ¿No es esta nueva forma de trabajo un resabio de la esclavitud del Siglo XIX?” El film está protagonizado por la uruguaya Delfi Galbiati, Emilia Paino, Ana Celentano, Ezequiel Díaz y China Zorrilla.
–¿Cómo le sienta la silla de director?
–Con mucha intensidad y atravesando momentos de una emoción inmensa. Por primera vez en mi vida, tengo una libertad ilimitada para jugar al juego de la creación, que es para mí la realización de un film o de cualquier expresión artística. Lo lúdico ocupa un lugar muy importante en mi vida, porque para mí el juego es una forma de desacralizar muchas cosas y de abordar seriamente otras.
–Pero, de alguna manera, sin tratarse de un film autobiográfico, en Sangre del Pacífico están representadas sus sensaciones, miedos, pensamientos...
–Durante diez años trabajé el guión, que habla de cosas que convivieron conmigo durante toda la vida. En el film está muy presente el inconsciente, que ocupa un lugar protagónico en la historia. Y no es casual: se trata de un una parte del cerebro humano que seguramente lo tengo más desarrollado que cualquier otra persona porque mi mamá es psicoanalista. ¡Supe antes de Sigmund Freud que de las canciones de María Elena Walsh! Para mí, los sueños, los actos fallidos, el deseo latente y los símbolos son partes de la vida, de mi realidad cotidiana. Esta película tiene componentes surrealistas, pero como parte de mi propia lógica: se trata de algo que forma parte de la vida.
–¿O sea que se trata de una película introspectiva?
–Yo no aparezco físicamennte en la película porque estoy representado todo el tiempo. La película me expresa enormemente por los mundos en los que suelo transitar, que no sólo son mundanos sino también fantasiosos. Es difícil clasificarme en un solo casillero: además de actuar, pinto, me gusta la fotografía, adoro la conducción. Me siento un privilegiado de trabajar en una película en donde está puesto mi propio deseo. Me emociona ver que haya un equipo de gente trabajando en mi propio delirio, que es bastante extenso. Me motiva saber que todos corren para contar una fantasía nacida de mi propia mente.
–¿Cómo clasificaría a Sangre del Pacífico, que parecería jugar constantemente entre dos mundos, el consciente y el inconsciente?
–Con cierto pudor tengo que decir que es una película de autor. No es clasificable: no es una comedia, ni un drama, mucho menos un thriller... Es una película que nació en mi inconsciente. Pero Sangre... no es un recuento de mi vida, no es un anecdotario de mi transcurrir en este mundo. Aunque ninguno me representa en su plenitud, todos los personajes hablan de mí. Fue una película dictada por mi inconsciente. Cuando me senté a escribir sabía el comienzo pero no por dónde ir; me dejé llevar por mis sensaciones. La película tiene vida propia. Tiene un tono y una forma particular. Por un lado, tiene una trama muy clásica y concreta que es la historia entre el viejo cineasta y la empleada doméstica, pero por otro lado es un film dictado al ritmo de los inconscientes de los personajes. Todos tienen alucinaciones y fantasías.
–En Sangre... trabajan, con excepción de China Zorrilla, actores no del todo reconocibles por el gran público. ¿Fue una búsqueda deliberada la de trabajar con actores de perfil bajo o aún no consagrados?
–Se me fue revelando como lo mejor para transmitir la esencia del film, el mundo que quería contar. Para la búsqueda del equipo con el cual trabajaría en el film realicé un casting muy largo, en el que terminé descubriendo que trabajar con actores no viciados de modismos ni demasiado visibles podía ayudar a que el público encuentre caras nuevas, que significa almas nuevas, sensaciones nuevas para transmitirle al espectador. Necesitaba actores y rostros que no perturbaran la historia, sino que transmitieran las sensaciones y colores que tiene la trama. Si eran otros actores muy conocidos, probablemente el público viera en ellos cosas que ya haya visto en otras películas y que podían molestar a la creación y desarrollo de un clima.
–Estuvo durante diez años trabajando en el guión, buscando financiación, pensando las locaciones e imaginando el casting. Hoy, a mitad de rodaje, ¿siente que fue más complicado de atravesar la previa al film o el rodaje?
–La escritura de un guión siempre es un proceso traumático. Hacer convivir el mundo del inconsciente con el racional en una película aumenta el grado de complejidad. Los meses previos al rodaje, durante la preproducción, fueron tal vez lo más complicados, porque sentía que la película estaba haciéndose y yo todavía no contaba con las herramientas necesarias. Hoy estoy disfrutando mucho del rodaje. Hay una frase muy linda que dice el protagonista de Sangre... acerca del proceso creativo. Dice algo así como que “la naturaleza es lo que es; el arte es lo que nosotros podemos hacer con lo que es”. Por eso tiene algo de divino el camino creativo. Nos pone en el lugar de creadores, que no es fácil, pero es bellísimo.
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