Jueves, 8 de enero de 2009 | Hoy
PLASTICA › SE PRESENTA UNA EXPOSICIóN DEDICADA AL GéNERO “GORE”
Magalí Pallero, curadora de la muestra que se presenta en Appetite, convocó a artistas de distintas filiaciones para homenajear con sus obras la violencia explícita y sin metáforas que cierto cine convirtió en objeto de culto.
Por Facundo García
Un loco que se cree músico y confunde su hoja de afeitar con una armónica. La cabeza de un decapitado que alcanza a guiñar el ojo justo antes de rodar por el suelo. Las mutilaciones de los bombardeos, retaceadas por noticieros que disimulan la barbarie del sistema. Basta enumerar un par de ideas sangrientas para comprobar que ya sea desde el humor, el morbo o la política, lo cruel mantiene un innegable magnetismo. La muestra Gore –que estará en Appetite (Chacabuco 551) hasta fines de febrero– aborda esa y otras tensiones: algo se retuerce en la intimidad del espectador al pasear entre las obras que aportó el heterogéneo grupo de artistas convocados.
Una vez adentro de ese reino escarlata, el contacto con la violencia se convierte en aventura introspectiva. “¿Por qué me gusta esta grabación casera con leones comiéndose a un turista como si fuera un bife a la plancha?”, se preguntará quizás el visitante. En el rato que pase ahí, la voz de su conciencia será el principal perseguidor. Y el espacio a recorrer colaborará con esa cacería, ya que en el lugar donde está actualmente Appetite funcionó hace décadas un frigorífico con reses colgando y toda la mampostería que los amantes de las achuras –o sus detractores– quieran imaginar.
Tras mencionar ese antecedente, Magalí Pallero –la curadora de la exhibición– presenta los diferentes sectores, empezando por la entrada. “En los viejos tiempos, la mayoría de los fanáticos del género Gore conseguían las películas en VHS de calidad espantosa. Por ende lo primero que pusimos fue una tele y un montón de casettes, para recuperar aquella experiencia.” En cine se llama “gore” a un film o secuencia que recrea con detalle mutilaciones y muertes extremadamente violentas: “Son relatos explícitos, fuera de la metáfora. En consecuencia, fue muy interesante investigar cómo cada uno encontraba –o no– poesía dentro de este campo”, desarrolla Pallero. El proyecto forma parte de un conjunto de muestras temáticas que se desarrollarán durante 2009, en las que se invitará a creadores a elaborar temas que no provengan del repertorio usual de la plástica.
La primera asociación que vino a la mente del plástico Lux Lindner, por ejemplo, se vinculó con la historia argentina. El niño proletario, de Osvaldo Lamborghini, apareció como fuente de inspiración de un dibujo que brilla en la oscuridad de la primera sala gracias a una tinta fosforescente. La convocatoria catapultó la mente de los artistas hacia rumbos sumamente dispares. Hay pinturas, murales, muñecos, videoinstalaciones. El llamado entusiasmó incluso al célebre ilustrador Gary Baseman, que se comprometió desde el arranque y contribuyó con una serie. Paralelamente, hubo apuestas experimentales. Una de las más osadas la diseñó el colectivo Oligatega, que está investigando materiales que cambian de forma de acuerdo con los sonidos que vibren en el aire. Y hubo recurrencias. El matadero. Las vacas. Los carniceros. Todo indica que detrás de muchos rincones cotidianos de la Argentina se ocultan enormes depósitos de agresividad. Fue esa dimensión siniestra de lo corriente la que supo plasmar el graffitero Gualicho, al ubicar en primer plano a dos ovinos devorados por “un amor pasional”. Otros de los artistas convocados fueron Ruy Krygier, Mauro Guzmán, Martín Legón, Cinthia de Levie, Amelia Eguía, Grothesque y Farsa Producciones. La muestra pude verse en el reducto de San Telmo que dirige Daniela Luna, de lunes a sábados y de 14 a 19, con entrada gratuita.
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