PLASTICA › A PROPóSITO DE LA 7ª BIENAL DEL MERCOSUR, QUE CERRó ANTEAYER
El principal objetivo de la Bienal consistió en revalorizar el papel y la función de los artistas, que fueron quienes enriquecieron su sentido y contenidos. La curadora explica aquí el giro metodológico y detalla las muestras.
› Por Victoria Noorthoorn *
Las exposiciones de la 7ª Bienal del Mercosur respondieron al objetivo principal del proyecto: revalorar al artista como un actor social y productor de sentido crítico. Los artistas organizaron las exposiciones, desarrollaron los programas, lideraron la comunicación mediática y el sistema de publicaciones. En su conjunto, la 7ª Bienal propuso un giro metodológico, porque el énfasis estuvo puesto sobre los procesos de creación y a partir de allí se articuló la Bienal en su totalidad.
En sintonía con estas ideas, la exposición Desenho das Ideias (El dibujo de las ideas) propuso al dibujo como la disciplina que con mayor transparencia revela el pensamiento del artista durante su proceso creativo, y como vehículo portador de ideas, enfatizando su carácter de proyecto y el modo en que el dibujo propone un cambio a futuro. A lo largo de sus siete salas, las obras de 35 artistas articularon tres órdenes de conversaciones. En primer lugar, entre artistas del presente y del pasado –que van desde el belga James Ensor, de fines del siglo XIX, al joven Tomás Espina–, sin pretensión historicista, pero sí con el ánimo de ampliar la mirada sobre la densidad de los procesos artísticos contemporáneos. Por otra parte, los artistas de cada sala dialogaron entre sí y la exposición dialogó con las otras exposiciones de la Bienal.
El conjunto de las siete exposiciones de la 7ª Bienal se desarrolló a lo largo de dos ejes: exposiciones que exploran la situación del artista y exposiciones que focalizaron sobre aspectos puntuales del proceso artístico contemporáneo. Juntas, las exposiciones incluyeron, en términos generales, obras y acciones de una cantidad de artistas que no han transitado antes las sendas de las grandes exposiciones internacionales, y no por falta de talento. Varias tomaron formas inesperadas: un escenario de teatro, un desierto de arena, un sitio virtual, una estación de radio. Sin obras de enorme espectacularidad, la 7ª Bienal arriesgó por un proceso de reflexión construido de exposición en exposición y de exposición en programa (educativo, editorial o radiofónico). En su conjunto, exploró los caminos de la inestabilidad, el cruce de límites y la movilidad propia del Arte con mayúsculas –siempre en ebullición, siempre cuestionando lo establecido, siempre preguntándose por nuevas maneras de mirar el mundo y la vida en sociedad, siempre buscando nuevas maneras de repensar una dupla que creemos elocuente: el grito y la escucha–.
Entre las exposiciones que indagaron sobre la figura del artista, Biografías Colectivas, curada por Camilo Yáñez, reflexionó sobre el artista como sujeto social que trabaja con comunidades e interpeló las condiciones culturales y las políticas de contextos específicos. Entre ellos, se encontraba la referencia histórica del chileno Juan Downey, pionero en la utilización de la cámara de video en Latinoamérica, que la utilizó para registrar sus vivencias junto a los indios yanomami en los años 1976 y 1977, y el grupo contemporáneo Hoffman’s House –cuya obra, realizada en colaboración con el músico Carlos Cabezas, reunió material musical de una cantidad de grupos alternativos de Porto Alegre–.
Ficciones de lo Invisible, curada por quien escribe, indagó sobre el artista como sujeto individual que despoja su lenguaje y expone crudamente aquellos aspectos de la producción artística que habitualmente quedan borrados o sublimados en la obra terminada: la economía de medios, la indagación interna, la relación entre obra y vida privada, las vicisitudes a que debe someterse el artista en tanto sujeto social atravesado por determinaciones de edad, género, raza, religión, tradiciones, lenguajes... La exposición, a modo de un gran teatro, se articuló a través de enormes cortinas negras que otorgaban la privacidad requerida por cada una de sus obras, las cuales, en términos generales, cuestionaron los sistemas de poder que gobiernan nuestra vida cotidiana: la regulación del tiempo y del espacio, la reglamentación de las relaciones sociales, la regulación propia de los sistemas artísticos, también del lenguaje. Incluyó una puesta de la obra de teatro Breath (Aliento), de Samuel Beckett, por Daniela Thomas (Brasil), un gran desfile inaugural del argentino Sergio De Loof, las obras coreográficas de Jérôme Bel (Francia) y de Luiz de Abreu (Brasil) en el Teatro San Pedro, así como los proyectos de los argentinos Ana Gallardo y Fabio Kacero, entre otros trabajos.
La exposición Absurdo, curada por Laura Lima, focalizó sobre el artista como sujeto artístico, y en el absurdo como estrategia que permite cruzar límites establecidos. La exposición tomó la forma de un gran desierto, cuyas arenas movedizas permitirían que, en palabras de su curadora, que “la exposición opere sobre el extrañamiento y la idea de inestabilidad. Cada artista invitado a la exposición aceptó pensar la inestabilidad como un hecho y como una metáfora. Absurdo ofrece al visitante la oportunidad de entregarse a una nueva perspectiva, y propone alterar el espacio reconocible de exposición, creando una metáfora que atraerá al público a pensar sobre los límites formales de las exhibiciones de arte”. En la exposición, el espectador tuvo la oportunidad de visualizar impactantes videos como los de Marcellvs (Brasil) y Marcia X. (Brasil), así como la animación de Niles Atallah, Joaquín Cociña y Cristóbal Léon (Chile), y el gran Cabaret de Pintura, de la argentina Alejandra Seeber, que parece proponer un cuestionamiento sobre la validez del espacio museístico en pleno siglo XXI, entre otros artistas.
Entre las exposiciones que focalizan sobre aspectos puntuales del proceso artístico contemporáneo, además de las mencionadas se encontró El Arbol Magnético, curada por Mario Navarro, que subrayó la importancia de la transformación constante propia del arte. Las obras en esta exposición se modificaron diez veces durante el transcurso de la Bienal, con el objetivo, según Navarro, “de mostrarle al público que los procesos de desarrollo de las obras no terminan en el taller o en el inicio de la exposición. Asimismo, este método de trabajo le propone al público, a la crítica especializada y a la prensa una provocación a través de la dinámica de las obras, para que repiensen su papel como actores determinantes en el campo contemporáneo del arte”. Entre las obras expuestas, se exhibió el monumental mural de la argentina Mariela Scafati, enteramente construido a modo de collage.
Por su parte, Proyectables, curada por Roberto Jacoby, dio forma a la convocatoria abierta de la 7ª Bienal. Jacoby propuso a artistas de todo el mundo que reflexionasen sobre los conceptos de proyecto y de proyección, en sus diversas acepciones. Proyectables se articuló enteramente a partir de obras que utilizan la web como canal para encontrar su forma definitiva mediante su proyección en su sede en Porto Alegre. Entre 800 proyectos presentados por artistas de todo el mundo, Jacoby eligió 30 proyectos que se exhibieron tanto en el Santander como online, en el sitio web de la 7ª Bienal: www.bienalmercosul.art.br.
Finalmente, materializando el afán de apertura de esta 7ª Bienal, la exposición Texto Público, curada por Artur Lescher, exploró las estrategias de inserción y de irradiación del arte en el tejido mismo de la ciudad. Pensada como un mapa o un plano de ocupación del espacio público, la exposición fundó Radiovisual, un programa de radio que se convirtió en símbolo de la importancia de la comunicación para esta 7ª Bienal. Incluyó, asimismo, los proyectos in situ de 18 artistas convocados a discutir la cuestión del espacio público y el acto de publicar, de tornar público. Estos incluyeron la invasión de una casa abandonada por Henrique Oliveira (Brasil); y, entre los trabajos de artistas argentinos, la reparación de la publicidades gráficas abandonadas por Patricio Larrambebere; la construcción de una precaria planta purificadora de agua sobre el Río Guaíba de Eduardo Navarro; y las acciones poéticas del grupo Provisorio Permanente, el cual por varios segundos logró redibujar una constelación de estrellas mientras impulsaba el viaje de cientos de mensajes en globos de helio, a ser recogidos a cientos de kilómetros por nuevos espectadores distantes de esta 7ª Bienal del Mercosur.
* Curadora General de la 7ª Bienal del Mercosur.
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