En el extendido conjunto “histórico” de obras que integraban las series “Artes del juego”, Diana Chorne evocaba la noción de juego a través de la relación entre armonía, combinación, estructura y equilibrio. Buscaba una matriz constructiva gracias a la reunión de fragmentos, en la búsqueda de componer algo mayor. En aquellos grupos de obras, las formas y los colores entraban en estructuras y progresiones combinatorias de acuerdo con los resultados previstos por la autora. Se trataba de una producción mediada por la voluntad y la organización racional.

En su nueva exposición, Lo indecible II, la artista se enfoca en menos formatos y menos materiales. Aquí hay pinturas, dibujos y objetos pictóricos, muy nítidamente separados. Las imágenes desbordan lo dicho y se internan en aquello que no puede decirse con palabras ni con una figuración explícita. El germen (tal vez no cronológico pero sí temático) de estas series de “indecibles” parece estar en los dibujos, donde hay letras y números en una suerte de desarticulación lingüística. Como matriz de lo que excede la palabra, la artista traza y repite letras hasta convertirlas en caligramas insertados dentro de líneas y formas, generalmente caóticas.

En las pinturas, que por su tamaño, despliegue y colores se destacan sobre las otras series, Chorne establece un patrón que oscila entre el automatismo y la planificación. Por una parte, una serie oscura, de trama cerrada, donde las chorreaduras y gestos ocupan obsesivamente la superficie de la obra. Por la otra, un conjunto de trama abierta hace ganar énfasis y luminosidad a la serie.

En contraposición, objetos pictóricos de pared, generalmente pareados, lucen como personajes en diálogo. Son obras sintéticas, grises y negras (excepto la pareja final, azul y amarilla) que citan el arte madi y cierta geometría regional. No sólo se evocan figuras antropomórficas, sino que es posible reconocer en varios casos lo femenino y lo masculino. Y dentro de lo femenino, el perfil de “Evita” (cruzado con la Olivia de Popeye).

Según escribe Laura Malosetti: “Desde aquellas ‘artes del juego’ [...] hay un intenso camino recorrido, un recoger las líneas tendidas en muchas direcciones y concentrar la energía en un diálogo vital con la pintura, el color y las formas”.

Museo Sívori, Infanta Isabel 555, hasta el 13 de junio.