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Martes, 21 de diciembre de 2010

PLASTICA › ADRIáN VILLAR ROJAS EN LA EDICIóN 2011

La próxima bienal veneciana

El joven artista rosarino, de creciente carrera internacional, fue convocado para representar a la Argentina en la 54ª Bienal de Venecia, que tendrá como símbolo la pintura de Tintoretto y privilegiará los envíos nacionales.

 Por Fabián Lebenglik

El artista argentino que representará a nuestro país en la 54ª Bienal de Venecia será Adrián Villar Rojas (AVR), rosarino de 30 años que comenzó a destacarse a partir de 2003, cuando ganó el premio Currículum 0, que la Galería Ruth Benzacar organiza anualmente para dar a conocer artistas jóvenes.

El anuncio lo hizo la embajadora Gloria Bender, directora general de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores, en sede de la Cancillería, junto con su colaborador, el ministro Sergio Baur, quien será comisario del envío, el curador elegido por ambos, Rodrigo Alonso, y el artista.

Un dato clave para que el envío sea visto por la mayor cantidad de público, turistas y visitantes especializados es que mientras la Cancillería sigue trabajando para la obtención de un lugar permanente, consiguió para la próxima edición un espacio privilegiado, de 250 metros cuadrados, en el sector de los Arsenales, que constituye parte del núcleo principal de la Bienal de Venecia, que será inaugurada el sábado 4 de junio y continuará hasta el 27 de noviembre de 2011.

Cuando el curador explica los motivos por los cuales se eligió a este joven artista, dice: “La calidad de la obra de Adrián Villar Rojas es indiscutible. La ballena que realizó en la II Bienal del Fin del Mundo (Mi familia muerta, 2009) o su muestra individual en la Galería Ruth Benzacar (Lo que el fuego me trajo, 2008) han quedado como imágenes imborrables del mejor arte argentino de los últimos años. Su trabajo posee un tinte marcadamente personal. Reúne la experimentación formal con la construcción de una narrativa que le permite reflexionar sobre el arte, sus modos de aparición, su sentido y su significación en el final de los tiempos y del mundo. Sus últimas piezas parten de un relato que desde un futuro hipotético reflexiona sobre el presente, desplegando cierta dimensión política de la fantasía. Desde una mirada situada en ese fin del mundo, el nuestro, nos propone repensar el lugar de la creación artística como un refugio de la existencia, la pasión y la sensibilidad. Al mismo tiempo, Villar Rojas entiende su producción como una alternativa a la imagen tradicional del arte latinoamericano, ligada a la simplicidad y las prácticas ready-made. Por tal motivo, emprende proyectos ambiciosos, complejos, que buscan dialogar con la obra de sus pares internacionales al mismo nivel de potencialidad y riesgo”.

Villar Rojas comenzó a ser invitado para participar en una serie creciente de exposiciones internacionales. El curador Hans Ulrich Obrist lo seleccionó para formar parte de sus maratones en la Serpentine Gallery de Londres. También recibió la invitación de la galería mexicana Kurimanzutto y de Academia de Arte de Berlín, entre otras.

Desde su fundación en 1895, la Bienal de Venecia surgió, en sintonía con las grandes muestras comerciales y culturales de la época, como un modo de presentar el arte contemporáneo por países. La cuestión nacional fue siempre una clave, y también fue motivo de polémica. A medida que la Bienal fue creciendo, desarrollándose y discutiendo en clave artística el estado del mundo, el concepto de representación nacional fue desplazado. Pero su misma organización y estructura, impide ignorar los envíos nacionales, dado que una cantidad de países tiene allí pabellones históricos.

Una de las veces que se cuestionó con mayor lucidez el tema de las representaciones nacionales fue en 1993, cuando el curador de aquella edición, y en medio de la masacre nacionalista que sucedía en la ex Yugoslavia y de las distintas guerras de reivindicación nacional, con las consiguiente fragmentaciones, organizó una bienal que bajo el título “Los puntos cardinales del arte”, decidió acentuar la idea del nomadismo, el internacionalismo y, en cuanto a los pabellones nacionales, propuso cambiar los contenidos e intercambiar nacionalidades y procedencias de los artistas exhibidos.

La curadora de la próxima edición es Bice Curiger, historiadora de arte graduada en la Universidad de Zurich y curadora de exposiciones a nivel internacional. Desde 1993 ha sido curadora en el Museo Kunsthaus de Zurich. Curiger es coeditora y editora en jefe de la influyente revista Parkett, publicada en Zurich y Nueva York desde 1984. Desde 2004, ha sido la directora editorial de la revista Tate etc, producida por la Tate Gallery de Londres.

El título de la nueva edición es ILUMInaciones, porque la curadora busca poner el acento en la cuestión de la luz, especialmente a partir de Tintoretto, uno de los grandes pintores venecianos, que en el siglo XVI fue tanto la cumbre del renacentismo italiano como un manierista y barroco. La audacia de sus perpectivas y el uso dinámico, teatral y contrastado de la luz, junto con su pintura apasionada, funcionan como núcleo incandescente de la propuesta de la curadora, quien suma a su convocatoria de un modo enfático a las representaciones nacionales: el título incluye la palabra “naciones”. Así, en su texto programático, Bice Curiger sostiene que el título de la edición 54ª de la Bienal “alude metafóricamente a los recientes acontecimientos en las artes que pueden observarse alrededor del mundo y que indican una superposición de distintos grupos que forman colectivos de personas que representan una amplia variedad de grupos más pequeños, de actividades de mayor contenido local y también de otras mentalidades. Estoy a favor de una Bienal con sus Pabellones Nacionales, debido a que representan una extraordinaria oportunidad para el diálogo entre los artistas. El Arsenal me ofrece la oportunidad de reunir obras de aquellos artistas que utilizan el espacio como un medio para la creación de ‘para-Pabellones’. A veces se considera a los Pabellones de la Bienal como anacrónicos; por el contrario, creo que pueden ser una herramienta para reflexionar sobre la cuestión de la identidad”.

Esta edición también incluirá eventos paralelos seleccionados que han sido propuestos por organismos e instituciones internacionales, que presentarán sus exposiciones e iniciativas en Venecia simultáneamente con la 54ª exposición.

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Las mariposas eternas, escultura de Adrián Villar Rojas, 2010.
Imagen: Patricia Alpizar y Diego Pérez
 
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