PLASTICA › FIBRA, UNA MIRADA INTEGRAL A LA ACTUALIDAD DEL ARTE EN ECUADOR
La muestra en el C. C. de la Cooperación incluye treinta y ocho obras de diez artistas ecuatorianos, en una multiplicidad de registros históricos: “Venimos de una zona imposible de definir monolíticamente”, dice el grabadista y dibujante Hernán Cueva.
› Por Facundo García
La unión entre países latinoamericanos debe trascender lo económico. A partir de esa certeza –y por el hecho de compartir una misma lengua–, la palabra suele situarse en primer plano, descuidando el rol que lo visual y lo emotivo pueden cumplir en el contacto. Para no dejar de lado esas dimensiones, el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543) montó Fibra, una muestra que incluye treinta y ocho obras de diez artistas ecuatorianos, y una oportunidad ideal para sumergirse en estéticas que la falta de diálogo mantuvo lejos de los espectadores argentinos.
Todas las piezas son trabajos sobre papel. Se trata de “fibras cruzadas”, nervios que dan fuerza a un músculo colectivo. Más allá de esa coincidencia, no es fácil buscar rasgos comunes: Ecuador ha sido cuna de mil identidades y una historia llena de altibajos. Para el grabadista y dibujante Hernán Cueva, existen tantos puntos de cercanía como distancias. “Venimos de una zona imposible de definir monolíticamente. En tres horas puedes estar en la Cordillera o en el mar. Los grupos humanos son sumamente diversos, y los artistas no somos ajenos a eso”, sostiene.
Para Cueva, la exhibición permite posar los ojos por fuera del monóculo estrecho de la Web. “Se dice que con Internet hay acceso a todo, y no es cierto. Las redes sociales sirven, pero hay que revertir una tendencia histórica que tiene que ver con que nos faltaron políticas a gran escala. Por eso es que no nos hemos conocido mejor. Hubo una época en que nosotros allá podíamos ir a ver a Felipe Noé, Rogelio Polesello, Antonio Seguí y tantos otros argentinos. ¿Qué pasó? Hubo gobiernos que apostaron por un gran vacío, y recién hoy estamos recomponiendo la relación”, evalúa.
Las tres salas no plantean un recorrido cronológico. Y teniendo en cuenta que las sociedades de la región viven en varios tiempos simultáneamente, eso tal vez sea una ventaja. Por otra parte, desde la fundación de su modernidad artística –a principios del siglo XX– el arte ecuatoriano fue pasando por varias instancias que hoy dan la impresión de haberse licuado. El realismo social-indigenista antecedió a la abstracción, y el informalismo convivió con la experiencia neofigurativa y las vanguardias. Sobre ese magma, los neoliberales aplicaron el barniz de la dolarización, que hizo de la cara de George Washington una presencia igual o más frecuente que las geometrías incaicas. Así de amplia es la paleta.
Para la curadora María Lightowler, lo fundamental es no temerle a la variedad. “Queremos escapar de los lugares comunes. El nexo entre los artistas que seleccionamos es que trabajan en papel. Después, cada uno tiene su búsqueda, ya sea en el acrílico, el óleo en barra, el pastel, la acuarela, la tinta, el grabado, la plumilla, la aguatinta, el aguafuerte, la fotolitografía, el transfer o la serigrafía. Oswaldo Guayasamín está, es un clásico, pero procuramos correrlo un poco para que entraran estilos contemporáneos.” A su turno, el pintor y serigrafista Enriquestuardo Alvarez festeja que el renacimiento de lo político no esté obstruyendo las ganas de encontrar lenguajes nuevos. “El arte trasciende a su contexto. A veces las imágenes ni siquiera expresan lo que uno quiere. Y lo más increíble es que cuando eso ocurre, muchas veces sentimos que nos estamos conectando desde lo más profundo”, aclara.
Fibra abarca sesenta años de experimentos. Tres generaciones. Las firmas de Velarde, Paccha, Pérez y muchos otros llegan a Buenos Aires mientras Ecuador se sacude ante los debates asociados al referendo y la consulta popular que impulsa Rafael Correa, en su intento por reformar el sistema judicial y combatir la concentración de los medios. Con todo, las disputas no impiden que se sigan dando pasos decisivos, como el afianzamiento del nuevo Ministerio de Cultura, que coordinó la producción junto a los gestores de Paradogma y el Centro Cultural de la Cooperación. Yomara Rosero, una de las que alentó la idea desde el arranque, termina de enmarcar la iniciativa. “Nunca antes se hizo algo así. Y si conseguimos concretar las metas fue porque estábamos proponiendo reflexiones que tenían que ver con el presente”, señala.
* La exhibición estará abierta hasta el 19 de junio, y tanto hoy como el 1º y el 8 de junio, las curadoras Yomara Rosero y María Lightowler ofrecerán visitas guiadas. La entrada es libre y gratuita.
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