PLASTICA › SE INAUGURó LA II BIENAL KOSICE EN EL PLANETARIO
La galería Objeto convocó a artistas que trabajaron sobre la estética que patentó Gyula Kosice. Fueron premiadas las obras de Damián Paúl Espina y Margarita Bali. La muestra se podrá ver hasta el 29 de septiembre.
› Por María Daniela Yaccar
Y sí: tenía que llover. A lo mejor fue otra de sus vivezas. Cierto día él hizo llover en la calle Florida. Gyula Kosice es, entre otras descollantes cosas, el primer artista visual que trabajó con el agua, a nivel mundial. Se pasó la vida recordando que el planeta Tierra es, en realidad, el planeta agua, y que el ser humano está hecho de eso en un 75 por ciento. El jueves, cuando el Planetario Galileo Galilei abrió sus puertas con motivo de la entrega de premios de la II Bienal Kosice, llovió, como casi todos los últimos días de este invierno. Al igual que en 2010, la galería Objeto abrió una convocatoria para artistas que trabajaran con las mismas tríadas que Kosice: agua, luz y movimiento; y arte, ciencia y tecnología. Las obras premiadas de Damián Paúl Espina y Margarita Bali, junto con las mencionadas, forman parte de una muestra. Joaquín Fargas fue reconocido por su trayectoria.
Durante el acto inaugural para prensa e invitados, en la sala de espectáculos del Planetario, Kosice, de llamativa camisa turquesa, recibió una placa en homenaje a sus 70 años de trayectoria de parte de Tomás Oulton (Objeto a). “He tenido la satisfacción de que me hicieran muchos homenajes, pero éste es el más valedero, porque me lleva cerca de las estrellas”, se entusiasmó. Y, como siempre, miró al futuro. “Anoten esto: en algún momento quizás haya un asteroide con mi nombre.” Se retiró temprano, después de la entrega de premios y antes de unas proyecciones que se vieron en el “cielo”. Dijo que había tenido un accidente hacía unos días. Oulton, que resaltó el “carácter federal” del concurso por la participación de artistas de 15 provincias, compartió el escenario con la directora del Planetario, Lucía Sendón. En representación del gobierno porteño iba a estar Hernán Lombardi, pero se ausentó. Tras la entrega de premios hubo una performance de La Asociación Electrónica (LAE).
En 1944, en la revista Arturo –que tuvo un único número–, el escultor, pintor y poeta expresaba: “El hombre no ha de terminar en la Tierra”. Esta frase puede entenderse como el preámbulo de su más célebre obra, la Ciudad Hidroespacial, de la década del ’60, que al día de hoy tiene una actualidad indiscutible. Precisamente, para llegar hasta Sarmiento y Belisario Roldán desde Constitución un taxi demora nada menos que cuarenta y cinco minutos. La idea de una urbe suspendida a 1200 metros de altura sobre el nivel del mar, avalada por la NASA, sigue resultando fascinante como respuesta a la sobrepoblación. La muestra que quedó abierta desde el jueves –y que puede visitarse hasta el 29 de septiembre, de martes a domingos– es una suerte de bis de aquel planteo, desde la óptica de un puñado de artistas que presentaron video instalaciones, esculturas de bio-arte y obras interactivas.
A los participantes –fueron en total 200– se les propuso como consigna la creación de objetos que podrían formar parte de la Ciudad Hidroespacial y ser utilizados por sus habitantes. Los trabajos podían ir por el lado poético-conceptual o por el concreto. Algunos de los elegidos brillan por lo que expresan, en cambio otros, por el ingenio en su hechura. Damián Paúl Espina, primer premio, creó el Hidrófono espacial de electrones, definido en el catálogo como “un dispositivo generador de partículas sonoras esenciales para la existencia de la Ciudad Hidroespacial”. “En el Manifiesto (de la urbe), Kosice dice que hay que usar electrólisis para tomar el agua condensada en las nubes y generar energía”, explicó a Página/12. “En mi obra el sonido es generado por ese proceso, que implica la descomposición en oxígeno e hidrógeno”, concluyó. En el acto de inauguración se dijo que el escultor –integrante del jurado, junto a Rodrigo Alonso, Graciela Taquini y Objeto a– quedó fascinado con la incorporación de ese cuarto elemento a su ciudad imaginaria. A la luz, el movimiento y el agua, Espina añadió el sonido. La criatura de Margarita Bali, segundo premio, es bien distinta. Se llama Homo ludens intergaláctico. La mujer es coreógrafa. Combinó esa faceta con la del video arte y montó una carpita negra en el segundo anillo del Planetario, donde instaló una pantalla que muestra a bailarines danzando en el espacio sideral.
El Planetario albergó en 1979 a la Ciudad Hidroespacial. Es simbólico que hoy esa idea se multiplique por doce en el mismo espacio. Que se alerte, a partir de ella, sobre posibles problemas, como los tornado, o que se propongan soluciones, como una huerta para procurarse el alimento desde allá arriba. O que simplemente se juegue. Recorrer la exposición es como meterse en un capítulo de Futurama. Entre los artistas que recibieron menciones se encuentran Blas Carbonel, Cecilia Ivanchevich y Esteban Manzioni, Federico Joselevich Puiggrós y Julia Vallejo Puszkin, Mauricio Saad, Marcela Polisher y Bernardo Timerman, Verónica López y Sebastián Grandi, y Yamil Burguener.
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